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𝟎𝟎𝟎. 𝐋𝐔𝐂𝐈𝐋𝐋𝐄 𝐒𝐍𝐀𝐏𝐄, ¿Qué decir de ella? Es decir, de Harry Potter sabemos todo, tenemos absolutamente toda su corta vida memorizada en nuestras mentes cómo una canción. Pero, ¿de ella que sabemos? Por ahora era tan solo una niña de diez años esperando con ansias su carta de Hogwarts, aunque claramente la llegada de dicho papel ya había sido anunciado desde antes; pues la mayoría de los momentos que tenía de familia los vivía allí. Su padre era un famoso y temido profesor bastante importante, por lo que trabajaba demasiado y casi no se lo veía en casa por mucho tiempo, pero por supuesto, el estar en el castillo no era un castigo para Lu. Le encantaba pasear por el lugar, espiar en las clases de los estudiantes, y sobre todo pasar miles de horas en el salón de pociones experimentando junto a su papá.
El tiempo restante, lo que era casi un ochenta por ciento de su tiempo, lo pasaba en su segundo lugar favorito en todo el mundo; 𝐋𝐀 𝐂𝐀𝐒𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐌𝐀𝐋𝐅𝐎𝐘, mejor dicho mansión, era el lugar donde básicamente había crecido desde que era pequeña, o más bien, desde que podía ir al baño sola. Se había convertido en su hogar gracias a lo mucho que se la pasaba allí. Debido a esto, el único hijo de Lucius y Narcissa había sido el primer niño de su edad con el que había interactuado, pues en el castillo solo había chicos más grandes y profesores al borde de la muerte, aunque los únicos que sabían de su existencia eran los maestros, su padre insistía en que era mejor no interactuar con los alumnos antes de entrar.
𝐃𝐑𝐀𝐂𝐎 𝐌𝐀𝐋𝐅𝐎𝐘 se había vuelto su mejor amigo desde la primera travesura que habían hecho juntos, a tan solo segundos de conocerse formaron un vínculo indestructible que ninguna otra persona podría romper; se entendían a la perfección, tenían los mismos pensamientos en muchísimas cosas, por no decir en todo, los dos eran igual de insoportables y lo eran aún más cuando estaban juntos, lo que increíblemente era la mayoría del tiempo de sus vidas.
Por otro lado, su relación con su padre siempre había sido buena, él le había enseñado todo lo que sabía sobre el mundo en sí, era fácil decir que Lucille tenía toda la materia de pociones y defensas contras las artes oscuras en la palma de su mano, cómo sí fuera un caramelo. Lo único malo, era la cantidad de presión que Snape ponía en los hombros de la pequeña, él todo el tiempo le recordaba lo pensamientos que debía tener en cuanto estatus de sangre y todo lo que conllevaba a ello. A pesar de no sentirse bien al principio, la pequeña no tardó en adaptarse a aquellas mentes, además que estaba básicamente obligada a pensar de esa forma.
Ahora, un 21 de agosto de 1991, la joven Snape estaba cumpliendo once años.
━━━¡Lucille, llegó tu carta! ──La voz de Severus anunciando dicho suceso la hizo sonreír de oreja a oreja. Del otro lado, su padre ocultaba una sonrisa sincera bajo su rostro serio, mientras tomaba aquella fina y elegante carta entre sus dedos pálidos, recordando la vez que de joven recibió la suya, teniendo la misma edad que actualmente tenida su querida hija, Lucille. ── Apurate o la abriré por ti.
