Dazai observaba divertido como Chuuya pellizcaba su brazo y seguía observando las botellas con la boca abierta, como si fueran una alucinación.
-Chibi, deja eso-le apartó la mano con suavidad, para que dejara de pellizcarse-. No estás soñando.
-P-Pero... Es que, yo, es decir, esto...-seguía balbuceando y Dazai solo sonrió.
-¿Bebemos una copa?
Con esa pregunta Chuuya pareció salir de su trance y sacudió la cabeza.
-Dazai, no puedo aceptarlo.
-¿Beber una copa? Bueno, si quieres puedes beber en tu casa y-
-No me refiero a eso-le interrumpió-. Estos... Estos son muy difíciles de conseguir, también son muy costosos. Y aunque realmente amo el buen vino, no deberías gastar tanto en mí.
Dazai rió mentalmente. Era cierto que había sido muy difícil conseguir aquellas botellas, estuvo buscando por días en diferentes páginas web, hasta que finalmente se rindió y decidió recurrir a un contacto que conocía gracias a su padre. Aparentemente él podía conseguirlo en poco tiempo. Y así fue, luego de realizar el pago más una generosa propina finalmente le había llegado el paquete. Por eso había salido de la peluquería cuando charlaba con Chuuya, la caja ya se encontraba en su casa así que solo fue a rectificar.
Y aunque fue bastante complicado encontrar aquello, había sentido que valió totalmente la pena al observar la reacción de Chuuya. En su mente rememoraba una y otra vez la forma en la que sus ojos reflejaban sorpresa, sus labios entreabiertos, sus manos temblando mientras sostenía la tapa. Aquella mirada incrédula, feliz.
Sí, sin duda había valido la pena.
Por eso se rehusaba a que Chuuya no aceptara su regalo por el mero pensamiento de que "estaba gastando demasiado en él".
-Es de mala educación rechazar un obsequio, chibi-sonrió un poco-. Además, te lo debía. La semana pasada quebré tu vino favorito-cuando terminó de decir aquello posó su vista sobre el pelirrojo. Parecía avergonzado, lo supo por la forma en la que jugaba con sus dedos y el leve carmesí en sus mejillas.
Puede que Dazai no lo supiese, pero Chuuya no estaba acostumbrado a recibir regalos costosos, a excepción de los presentes de Kouyou y su tío Paul, pero fuera de ello nunca le habían obsequiado algo como eso, y el hecho de que alguien a quien conocía hace tan poco tiempo se tomara esas molestias lo enternecía, pero a la vez lo avergonzaba un poco; en primer lugar: era demasidado costoso y en segundo lugar: él no tenía ningún regalo para Dazai.
-Pero...
-Chuu-se sentó junto a él, sus piernas rozando-¿Puedes aceptarlo?-al ver que iba a responder con una negativa, agregó- ¿Por favor?
Suspiró resignado, sabía lo insistente que podía llegar a ser Dazai con tal de conseguir lo que quería, además, en el fondo deseaba poner sus manos sobre aquellas botellas y beber hasta emborracharse.
-De acuerdo-asintió y de forma inevitable sus labios se estiraron en una sonrisa. Antes de darse cuenta se había lanzado sobre Dazai en un fuerte abrazo.
El castaño parpadeó varias veces, sorprendido, sin entender qué estaba pasando.
¿De verdad Chuuya lo estaba abrazando o era un sueño?
Sin embargo, luego de unos segundos se dió cuenta de que lo que estaba ocurriendo era real y una sonrisa se instaló en su rostro. Rápidamente lo rodeó con sus brazos, correspondiendo el abrazo.
Dazai no recordaba la última vez que había compartido un abrazo con alguien, aquello parecía una memoria muy lejana, vacía; no obstante, en esos momentos no podría importarle menos. Estaba concentrado en el chico entre sus brazos, se sentía bien, cálido.
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Un día de Otoño
RandomPara Chuuya la vida comenzaba a ser monótona y aburrida. Las mismas personas, los mismos lugares, las mismas recetas... Sin saberlo quería algo más. Dazai vivía de la única forma que sabía hacerlo, en ocasiones decaía; sentía que algo le faltaba, qu...