Capitulo 15

4 7 0
                                    

Narra Ana

La a hora de la cena decido bajar a cenar. Si sigo en el cuarto me voy a volver loca. Al llegar al comedor veo que han puesto una única mesa muy larga para todas las personas del Kapimi y para nosotros. Veo que apenas hay sitios libres así que me dirijo a los únicos dos sitios libre al lado de Rose.

Al poco rato veo como Fernando aparece por la puerta y me percato de que el único sitio libre es el que está a mi lado. Me pongo más nerviosa aún, cuando él poco a poco se va acercando a mí. Decido entonces bajar la vista a mi plato y comer en silencio. Cuando se sienta a mi lado su perfume inunda mis fosas nasales y no puedo evitar sonreír. Sigue oliendo tan bien.

Van pasando los minutos y poco a poco el comedor va quedando vacío. Cuando acabo de comer me levanto de la mesa y me voy a mi habitación. Mientras espero al ascensor, veo por el rabillo del ojo como Fernando se va acercando a mí. Se para delante del ascensor y esperamos en silencio a que este llegue. Una vez dentro las puertas se cierran y lentamente vamos subiendo a nuestras respectivas plantas.

-- ¿Qué tal estas? – me pregunta.

-- Bien y ¿tú? – le digo mintiendo.

-- También estoy bien.

Tengo la sensación de que esta tan mal como yo, pero lo intenta ocultar. La puerta del ascensor se abre cuando llega a mi planta y salgo.

-- Adiós Fernando.

-- Adiós Ana.

Voy corriendo a mi cuanto antes de que las lágrimas empiecen a salir. Me tumbo en la cama y dejo que las lágrimas por fin salgan. Lo quiero tanto y me mata no poder estar con él. Ya no sé si hice bien en abandonarlo. Tan vez si le hubiera dicho la verdad, hubiéramos encontrado una solución los dos juntos. Pero ahora ya es muy tarde, seguramente ya no sienta nada por mí.

A la mañana siguiente, me levanto con unas ojeras enormes. He estado llorando toda la noche y apenas he dormido nada. Intento tapar las ojeras con maquillaje. Espero al ascensor para bajar a desayunar. Cuando las puertas se abren veo que dentro esta Fernando y trae peor cara que yo. Entro en el ascensor y bajamos en silencio.

De pronto el ascensor se para y quedamos atrapados dentro de él. Noto como el pánico poco a poco se va apoderando de mí. Desde el secuestro no me gusta estar encerrada mucho tiempo en espacios cerrados. Veo como Fernando se acerca a mí y me obliga a mirarlo. Al principio dudo en hacerlo, pero Fernando sigue insistiendo en que lo mire. Al final acabo cediendo.

-- Todo va a ir bien, tu solo concéntrate en mirarme. – me dice con voz suave.

Le hago caso y poco a poco me voy tranquilizando. Nuestras caras están tan cerca que puedo sentir como su corazón se va acelerando. Nuestros labios se rozan causando un escalofrió recorrer todo mi cuerpo.

Lentamente nuestros labios acortan la poca distancia que hay y nos fundimos en un cálido beso. Al principio es un beso tímido con un poco de nerviosismo. Pero poco a poco se va convirtiendo en un beso desesperado, como si lleváramos mucho tiempo deseando besarnos.

Sus manos acarician mi espalda con delicadeza, pero a la vez con desesperación, como si Fernando quisiera grabar mi cuerpo en su memoria.

En este momento no tengo ninguna duda de que él me sigue amando tanto como yo a él. Deseo tanto que este momento no se acabe nunca. Ahora comprendo que el único sitio donde me siento segura es en los brazos de Fernando.

Nos separamos por falta de aire y nos quedamos mirando el uno al otro, diciéndonos todo lo que sentimos solo con la mirada. Ahora entiendo que nuestro amor es más fuerte que todo lo demás, y si en estos tres años no se ha disipado, lo podemos intentar y afrontar lo que venga los dos juntos.

Después de unos minutos más, el ascensor empieza a funcionar de nuevo. Llegamos a la planta baja y nuestros amigos están en la puerta con cara de preocupación.

-- ¿Estáis bien? – nos pregunta Rose.

-- Si, estamos bien. – contesto.

Nos dirigimos a la mesa para desayunar antes de ponernos a trabajar. Igual que ayer me pongo en medio de Rose y Fernando.

Como en silencio, sumergida en mis pensamientos. Hasta que de pronto Fernando se acerca a mí y doy un brinco en la silla,

-- ¿Podemos hablar luego? – me dice tímidamente.

-- Si. – le digo y me retiro del comedor.

La mañana se pasa entre reuniones y más reuniones. En dos semanas empieza la competición y debemos tener todo muy bien resuelto para no tener imprevistos de última hora.

A la hora de comer, nos volvemos a reunir todos en el comedor, pero a diferencia del desayuno, mantenemos entre todos una cálida conversación.

Al acabar de comer, me retiro del comedor y veo como Fernando hace lo mismo. Nos paramos enfrente del ascensor y esperamos mientras las puertas se abren.

-- ¿Podemos hablar ahora? – me pregunta tímidamente.

Asiento con la cabeza al mismo tiempo que las puertas se abren. Nos dirigimos a mi dormitorio. Una vez estamos dentro, le mando un mensaje a Rose, para que sepa que estoy hablando con Fernando y no nos interrumpan.

-- Antes de empezar, quiero que sepas algo que debí decirte hace mucho tiempo atrás. – hago una pausa para mirarlo y prosigo. – unos años antes de conocerte, una amiga y yo fuimos secuestradas

Le cuento toda la historia bajo su atenta mirada. En ningún momento me interrumpe y eso es algo que se lo agradezco mucho. Al finalizar puedo ver que está llorando y sin dudarlo le abrazo. Nos quedamos unos minutos así.

-- No debiste de habérmelo ocultado. – me dice.

-- Ahora lo sé y lo siento mucho. – le digo bajando la cabeza.

-- Me da igual lo que haya pasado, solo quiero estar contigo.

No me lo pienso dos veces y me lanzo a sus labios. Nos fundimos en un beso tierno pero muy apasionado. Después de un rato más hablando decidimos ir a dar una vuelta por la ciudad.

Soy tan feliz de tenerlo devuelta en mi vida. Ahora entiendo lo equivocada que estaba en su momento. Pasamos toda la tarde paseando y dándonos besos. Nunca he estado tan feliz en toda mi vida.

Para cuando volvemos al hotel ya es totalmente de noche. Hablamos con nuestros supervisores y con nuestros amigos, por si podíamos hacer un cambio de habitación para estar juntos y para nuestra suerte no hubo problemas.

Mi corazón siempre supo que serias túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora