Capitulo 10

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Narra Ana

Desde luego ese se ha vuelto mi lugar favorito. Estoy deseando que llegue el sábado para ir a verlo jugar. Es la final del mundial de clubes y estoy muy emociona por poder ir a verlo.

La semana se pasa volando, la verdad sin ninguna novedad. Fernando y yo hablamos todas las noches para contarnos que tal nos fueron el día. Dejo todos los trabajos y los estudios adelantados para poder tener el sábado totalmente desocupado.

El viernes a la tarde me junto con los chicos y les doy la noticia de que están todos invitados al partido de mañana.

-- ¿De verdad Ana? – me pregunta Isabel

-- Que ilusión chicos – contesta Amaia

-- Pero estamos invitados todos nosotros – me pregunta Tomás señalándonos.

-- ¡Oye! Frenad un poco con las preguntas – les interrumpo – Sí Isa, es verdad y sí Tomas, estamos todos invitados. Fernando me ha dado siete entradas.

-- Pero si solo somos cinco – me dice Rose

-- Miguel vuelve esta noche y ya he hablado con él y se viene también. –  Aclaro – Así que me sobra una entrada por si alguien quiere invitar a alguien.

Reparto las entradas y me marcho a mi cuarto. Me dirijo al armario para elegir la ropa para mañana. Elijo algo sencillo y cómodo; unos leggins negros con una de las camisetas del Kapimi de esta temporada y unas cuñas rojas que van a juego con la camiseta del equipo. Le agrego unos aretes y una pulsera.

Cuando llega la noche, todos esperamos a Miguel en la entrada. Vemos como se bajar del taxi, pero para nuestra sorpresa no viene solo. Del coche también se baja una chica de pelo rubio que todos conocemos muy bien, es nada más y nada menos que María Puller, la novia de Miguel.

Todos pensábamos que estaba de intercambio en Milán. Miguel se acerca a nosotros mientras que María prefiere mantener las distancias. Al parecer el rechazo que nos tenemos es mutuo.

-- ¿Quién me ha echado de menos? – pregunta Miguel extendiendo los brazos.

-- Nosotros – gritamos todos a la vez y vamos corriendo a darle un abrazo.

María por su parte pasa de saludarnos y se dirige a su dormitorio sin decir nada. Aunque la verdad es que poco nos importa. Estamos súper contentos con el regreso de nuestro amigo como para dejar que esa insoportable nos arruine el momento.

Pasado unos minutos entramos a la residencia y nos vamos a la cafetería a por algo de beber. Miguel tiene tanto que contarnos sobre su estancia en Rusia. Entre historias y risas las horas van pasando. Menos mal que al día siguiente no tenemos clases. Cada uno poco a poco vamos abandonando la cafetería, los últimos en hacerlo somos Miguel y yo.

Una vez en el dormitorio cojo le móvil y le mando un mensaje a Fernando.

                                                                                                                        

                                                                                                                        Ana: ¿Estás despierto?

A los pocos minutos me llega la respuesta.

Fernando: Sí, ¿ocurre algo?

                                                              Ana: No, es solo para decirte que vamos a ir seis personas                

                                                                           mañana al partido. Y para darte las buenas noches.

Fernando: muy bien. Vuestros asientos estarán al lado de los de

mi padre y mi hermano.

                                                                                           Ana: Okey, pues hasta mañana. Un besito.

Fernando: Hasta mañana. Que descanses. Un beso

Dejo el teléfono y me preparo para dormir.  A la mañana siguiente me levanto con un mensaje de Fernando diciéndome que me vendrá a recoger en una hora. Me dirijo al baño decidida a ducharme.

Una vez he terminado, me pongo la ropa que elegí ayer y me vuelvo al baño para hacerme algo en el pelo. Al final decido recogerme el pelo hacia un lado con una trenza. Me maquillo un poco, me pongo mi colonia preferida y me marcho a buscar a Rose.

Al verla arreglada me doy cuenta de que Fernando también ha avisado a las chicas y me imagino que ellas se habrán ocupado de avisar a los chicos.  Al final también viene María. No nos hace gracia la idea, pero como todos sabemos que me sobra una entrada, no nos ha quedado más remedio que aceptar su presencia.

Nos vamos todos hacia la entrada y allí nos están esperando Fernando y Felipe con los coches. Nos distribuimos en los coches y nos marchamos dirección al entrenamiento del Kapimi. Como Felipe es el sobrino de unos de los directivos del club, pues tenemos ciertas ventajas.

Cuando llegamos al campo, Felipe hace un pequeño tour para los que no estuvieron el otro día aquí. La que parece más encantada es María. A mí personalmente me encanta que este tan entretenida, porque así no nos fastidia el día a los demás.

Nos encanta estar aquí, sobre todo porque casi todos estamos estudiando periodismo y queremos especializarnos en deportes. Quién nos iba a decir a nosotros, que íbamos a poder conocer todo eso antes de graduarnos.

Una hora después de nuestra llegada Amaia recibe una llamada de su madre diciendo que a su padre le ha dado un infarto y que está ingresado en el hospital. Amaia sale corriendo del campo y nosotros detrás de ella. Raúl se acerca corriendo.

-- ¿Qué ha pasado? –  me pregunta Raúl preocupado

-- Al padre de Amaia le ha dado un infarto y está en el hospital. – Respondo – nos tenemos que ir lo siento. Dile a Fernando que lo llamaré más tarde.

Y sin más salgo corriendo para alcanzar a los demás. Fernando que justo en ese momento aparece por la puerta se ofrece llevarnos al hospital. Le digo que no se preocupe que ya cogeremos un taxi y tras darle un beso en la mejilla me voy.

Al llegar al hospital nos dirigimos a recepción para preguntar donde se encuentra el padre de Amaia. Una chica muy maja nos dice que le están revisando y que podemos esperar en la sala de esperas.

Al llegar allí, vemos a la madre de Amaia sentada en una silla y nos acercamos a ella.

Después de una hora aparecen por la puerta Fernando y los demás. Por las caras que llevamos, entienden que lo mejor es no decir nada. Raúl se acerca a Amaia para intentar animarla un poco. Tras dos horas esperando en la sala de esperas, aparece el médico y nos dice que por suerte el señor   Del Junco está fuera de peligro pero que tiene que quedarse el fin de semana ingresado.

Con tanto jaleo se nos ha quitado hasta las ganas de ir a ver el partido. Pero la madre de Amaia nos insiste en que vayamos y nos despejemos un rato. Total, su marido ya está fuera de peligro y que aquí ya no hacemos nada

Mi corazón siempre supo que serias túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora