Capítulo 3

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Estaba nervioso, si al inicio quería cancelar el matrimonio ahora estaba más que decidido a hacerlo, mientras miraba a través de la ventana podía ver a los empleados yendo de un lado a otro mientras daban los últimos retoques, su familia y él habían llegado una noche antes a la residencia de los Wolff, quienes poseían una de las mansiones más hermosas en Connecticut, y dónde la boda se llevaría a cabo.

Se encontraba tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera prestaba atención a su madre, un golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos.

—Sergio, es hora. —dijo su padre mientras tomaba su mano y lo llevaba escaleras abajo.

Respiro profundo armándose de valor para no huir en ese momento, su padre lo guío hacia el jardín, la música de un violín comenzó a sonar y los presentes se pusieron de pie, Sergio caminaba mecánicamente sin reparar en los demás, volvió en sí cuando su prometido sostuvo su mano. Soltó el aliento y se mantuvo callado.




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Para Max este día era como cualquier otro, no habría diferencia en el, ni siquiera volteo a mirar a su prometido mientras caminaba hacia él, se limitó a tomar su mano cuando el padre del omega se la ofreció, hizo oídos sordos a lo que decía el cura y como si fuera un discurso ensayado pronunció los votos que los unirían a ambos, colocó el anillo en el dedo de Sergio, se agachó un poco para depositar un beso que apenas y fue un roce sobre la mejilla del omega.




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Una vez en el jardín donde se haría la recepción y después de haber aceptado los buenos deseos de los invitados, el señor Wolff fue el más efusivo, lo abrazó, besó su mejilla y después de eso palmeó a su hijo en la espalda. El alfa permaneció imperturbable, vaya dominio de sus emociones y feromonas, pues no lograba percibir su estado de ánimo. Por la postura de su ahora recién estrenado marido, Sergio pudo darse cuenta que a él tampoco le hacía gracia todo este show, desconocía el motivo por el cual el alfa hubiese aceptado.

Cuando la hora del primer baile como esposos llegó, Sergio supo que era el momento adecuado para intentar hablar con su esposo, mientras se movían al ritmo de la música el omega tocó sutilmente el hombro del alfa dando pequeños golpecitos.

Este lo miró sin comprender pero aún así agachó la cabeza para poder oírle.

—¿Sería posible que hablemos en privado? —Sergio sonreía feliz para que los demás se tragaran el cuento de su matrimonio.

—¿Ahora?.

El Omega asintió.

—De acuerdo. —Max giro al Omega para después sostenerlo en sus brazos y depositar un beso en su palma.




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Matrimonio por conveniencia  (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora