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Desde aquella conversación en vísperas de Navidad, Satoru empezó a frecuentar el local, con intenciones de compras más de aquellos deliciosos dulces obviamente pero además para ver al pelinegro y hablar por unos momentos. Sus pláticas eran tanto triviales, como también podían ser de los temas más extraños que se les ocurrieran a los dos jóvenes.

-¿Crees que si los alienígenas existen, ellos están en sus patios viendo al cielo y esperando que nosotros salgamos en nuestras naves voladoras?-

Preguntó Satoru dándole una mordida a su rebanada de pastel, mientras Suguru quien estaba sentado frente a él le daba un sorbo a su té. Este mismo lo pensó por unos momentos tomando muy en serio las palabras del albino.

-Pero no tenemos naves voladoras.-

-Tenemos aviones.-

Los dos se miraron por unos largos segundos, pensando en como darle más validez a su argumento. Sin embargo, no llegaron a nada y cambiaron a otros temas. Suguru solía tener estás pláticas con Satoru en su hora libre de trabajo las cuales a decir verdad le entretenían mucho, ya que antes de conocer al albino se quedaba leyendo en alguna de las mesas libres.

-Suguru, ¿Por qué trabajas?-

Los ojos azules se habían posado en su nuevo amigo, esperando su respuesta con una curiosidad inmensa. No pensaba que el pelinegro ocupará otros ingresos económicos, aunque Gojo no podía comprender del todo puesto que su familia era absurdamente rica. Suguru pensó por unos momentos su respuesta y mientras le dedicaba una sonrisa al chico que tenía enfrente, se encogió de hombros y respondió.

-Quería aprender hacer crepas.-

-¿Eeeh? Existen videos tutoriales en Youtube.-

-Nah, yo quería una mejor experiencia. A veces me toca cuidar a mis vecinas y un día ellas me pidieron que les prepará unas crepas. Pero apoyan terriblemente al consumismo, no querían las que les hice en casa porque no eran "buenas".-

Soltó una carcajada al recordar a Nanako y Mimiko hacer una expresión de disgusto con sus crepas, incluso les había puesto como adornos en sus platos ositos hechos con rodajas de banana. Pero las niñas eran exigentes y no aprobaron su comida, por lo que decirles que ahora trabajaba en un local y conocía la "receta secreta", hizo que nunca más le negarán lo que les cocinaba.

El año había terminado y la primavera estaba por llegar, en los meses que habían transcurrido Suguru y Satoru siguieron con su amistad, incluso habían descubierto que tenían una amiga en común, a Shoko Ieiri. Así que ahora sus salidas eran de tres y se divertían yendo a lugares como karaokes, parques de atracción o comer.

El albino no podía evitar sentir dejá vús cuando pasaba tiempo con sus amigos, su relación no había cambiado mucho a lo que sus recuerdos le mostraban. De vez en cuando se preguntaba, ¿Cómo es que había terminado su anterior vida? ¿Cómo fue que terminó ese mundo de hechicería y maldiciones? No lograba encontrar respuesta alguna, parecía que la vida le había dado una nueva oportunidad.

Pero con el peso de cargar con los recuerdos tormentosos de su vida anterior.

Y vamos, que para un chico adolescente era algo agotador tener que recordar el dolor que había enfrentado. Ya era alguien reservado en cuanto sus sentimientos a pesar de mostrarse con su personalidad extrovertida, había mucho que se guardaba para si mismo. Llevar consigo recuerdos que no podía compartir con nadie porque podía ser tachado de loco, era algo que le daba bajón y lo hacía pensar de más.

Porque la fugaz pregunta llegaba a él.

¿Qué pensará Suguru de mi si se entera?

Pues pesé al relativo tiempo que llevaban de conocerse, habían logrado conectar de una forma increíble y tenían una gran confianza entre ellos. Satoru tenía la teoría que esto era posible debido a su conexión del pasado, pero eso sería quitarle el valor a todo el tiempo que habían pasado juntos desde que se conocieron en Diciembre. Así que prefería no darle mucha mente y disfrutar la presencia del otro.

Nos volveremos a ver. [SatoSugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora