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24 de Diciembre

Un joven Satoru Gojo de diecisiete años caminaba por las calles de Tokyo, en busca de un mandado que le había ordenado hacer su madre. En el camino no pudo evitar renegar ya que hubiera preferido quedarse en casa haciendo absolutamente nada, sino fuera porque a su madre se le había olvidado comprar aperitivos para la cena navideña. El albino aprovecharía a pasar por unos dulces solo para él, así que se detuvo en una crepería que por alguna extraña razón seguía abierta a pesar de las festividades.

No le dio mucha importancia, solo quería sentir un postre en sus papilas gustativas. Ocupaba fuertes estímulos, ya que desde que es consciente de ello, suele sentirse agotado en esta fecha. Siente un pesado dolor en su pecho, su cuerpo parece pedirle a gritos un descanso y siente que en cualquier momento se echa a llorar mares.

Y él no era un idiota (al menos no del todo), porque desde hace unos años ocurrió algo que hizo click en su cabeza. Aún recuerda cuando era pequeño y su mente empezó a bombardear infinitos recuerdos de lo que parecía ser su vida pasada, y aunque en su momento pensó que debía de ser una mala pasada de su cerebro. Siempre que se iba a la cama y cerraba los ojos, las escenas se proyectaban como si de una película se tratará.

Su vida pasada donde era un poderoso hechicero y tuvo que enfrentarse a diferentes dificultades, enemigos a lo largo de su vida. Sin embargo algo que marcó en definitiva su vida anterior, fue aquel que era su mejor amigo, había muerto por sus propias manos. El latir de su corazón se volvía débil cuando pensaba en ello y por mucho tiempo que haya tenido estas visiones del pasado, jamás podía ver con claridad el rostro de él.

Suguru Getou.

En sus memorias, su voz se tornaba mucho más suave y delicada cuando mencionaba a su mejor amigo. Borrosos pero nostálgicos recuerdos habían sido vistos por el joven albino a lo largo de estos años, lo había mantenido en secreto porque tampoco tenía muchos conocidos cercanos con los que podría hablar del tema. Además, ¿Cómo podría hablar de algo tan disparatado y no lo mandarán de inmediato a un psiquiátrico?

"¡Hola! Veo mi vida pasada y recuerdo muy fugazmente la muerte de mi mejor amigo jajajaj."

Además por mucho que lo desease, lo que había ocurrido antes era como un rompecabezas gigante. No lograba de conectar las piezas faltantes pero ya se había dado por vencido, viviría ignorando que en su mente se repetirá una historia del que ya no es participe, ya no tiene importancia. Incluso podría decirse que ya se considera un loco.

Suspiró evitando sumergirse más en sus pensamientos, entrando finalmente a la crepería y recorriendo el lugar con la mirada. Vio la cantidad de postres y dulces que habían, sus ojos brillaban con emoción al pensar en la cantidad de azúcar que estaría recorriendo su sistema en las próximas horas. Sin dudarlo por más tiempo, se acercó donde pediría su orden pero no veía rastros del personal.

El local estaba vacío y él era el único esperando por unos dulces en las festividades, un poco lamentable a su parecer. Pensó en la irresponsabilidad de los trabajadores pero teniendo en cuenta que merecían vacaciones en navidad, comprendió e incluso si él pudiera también se escaparía. Estaba por irse hasta que escucho unos pasos y un chico asomó por la puerta de solo personal permitido, no había puesto su vista en él al estar muy concentrado en los postres que compraría.

—¿Qué va a desear?—

Una voz masculina le llamó e inevitablemente no pudo evitar fijar su mirada en el chico que tenía frente, y fue ahí cuando sintió como su corazón se detuvo por unos instantes. Un joven de tez morena que mientras esperaba su respuesta arreglaba su largo cabello negro en un moño dejando mechones rebeldes caer por su frente, con sus ojos afilados y negros mirándole. Gojo sintió como el mundo a su alrededor entraba en pausa, los infinitos recuerdos que había tenido en estos años, los que habían sido tan borrosos donde no terminaba de visualizar el rostro de quien fue su mejor amigo. Ahora se estaban aclarando con el rostro que tenía frente a él, el palpitar de su corazón se había acelerado y sentía como un escalofrío recorría su espina dorsal.

Nos volveremos a ver. [SatoSugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora