De bar en peor.

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Las calles de Madrid se me quedan pequeñas. No dejo de pensar en la confesión que Cristina me había confiado minutos antes. Tengo un nudo en mi estómago. Imposible de desatar. Siento esa cuerda invisible cuando cierro y abro los ojos. Cuanto más pienso en la posibilidad de que David se fije en Cristina más se enreda. Dejándome sin aire. Llevándome a la duda. ¿Que se supone que debería hacer? Pero David y yo hace mucho que dejamos de ser algo; de tener todo y quedar en nada. Además, Cris no es el tipo de chica que le va a David, ella es guapa, adorablemente guapa, pero no es su tipo, lo que tiene de guapa lo tiene de infantil y de chica solitaria.

Necesitaba papel. Y un boli. Un luegar tranquilo. Con café. Y cigarro, por qué no.

Entré en San Gines, donde preparan el mejor chocolate de todo Madrid. A los pocos segundos me llegó a mi mesa una taza de chocolate con un bolígrafo y una pequeña libreta.

-Hacía mucho que no te pasabas por aquí.

-He estado ocupada, ya sabes, tengo selectividad a la vuelta de la esquina.- ¿estudiando? ¡una leche! me había tirado con David desde que empezó abril.

-Bueno, me vuelvo a servir chocolate, ya me pides lo que sea, Enia.- me besó en la frente. Amparo ha sido una de las personas que más me ha ayudado, y la estoy muy agradecida. Antes de darme cuenta, ya estaba empezando a escribir.

Él había vuelto, me había pillado desprevenida. Como quien llega temprano aporreando tu puerta y estas con el café y la bata puesta del revés. Llegaste y me rompiste los esquemas. El problema es que en muy poco tiempo tengo el examen, y tengo que buscar una solución cuanto antes. Pero estoy bloqueada. No si es mejor recuperarlos y apañarmelas con un poco de pegamento o echarlos a perder y empezar de cero. Ojalá las cosas fueran tan fácil, que el perdón de tus labios fueran medicina para arreglar lo que un día rompiste. Dicen que un corazón roto solo sabe amar a ratos, pero es que yo, ni a ratos dejo de amar. Quizás sea así. Con el café en una mano, y el corazón en la otra.

El humo a cigarro hizo que desviara la mirada hacia la mesa de mi izquierda. Un chico joven garabateaba muy concentrado mientras no dejaba de sacar cigarros de su chaqueta. No pude evitar repetirle la acción.

-¿perdona, tienes fuego?

-No ves que soy un sol, pa qué quiero yo el mechero.

-es que tengo un problema, voy de bar en peor.

-si el problema es sin remedio yo aqui tengo gramo y medio, compartamos el dolor.

Los dos nos echamos a reir. -De haber sabido que te la sabes no hubiera quedado mal.

-Melendi es lo mío. Y... vamos a estar mucho tiempo más así o me vas a poner fuego.

-Por supuesto, aquí tienes.- Me encendí el cigarro mientras seguía con sus garabatos.

-Eres un dibujante un poco raro.- No le hizo mucha gracia.

-Donde tú ves rareza, querida desconocida, yo veo arte. Tampoco somos tan diferentes, tú eres más de papel y boli y yo más de cartulina y carbón.

-No sé de que papel hablas, solo es la lista de la compra.

-Yo tambien ocultaba mis dibujos.

-Es triste pensar que existe gente que se destruye fisicamente cuando puedes liberarte mentalmente, con un folio y un boli bic.

-Escribes para desahogarte.

-Escribo cuando algo duele realmente.- No pude seguir con esta conversación y me dirigí hacia mi mesa para recoger mis cosas.

-¡Espera! Oye, siento si he dicho algo que te pudiera haber molestado.

-Tranquilo, se me ha hecho un poco tarde.

-Pero si son las ocho. Siéntate, te invito a café.

-¿Eres así con todas las chicas que te piden mechero?

-En realidad, tú eres la única que me ha pedido fuego. Solo quería ser amable.

-Ya pues, vete a ser amable a otra parte.- Salí de allí asombrada de lo estúpida que podía llegar a ser. No me importaba. Aquel chico no era mi problema ahora. Quizá nunca le volvería a ver, esto es lo que pasa cuando conoces a alguien interesante por Madrid, no vuelves a saber más de él.

0:23; cambio de bolígrafo. Vuelta de hoja. Cambio de posición de piernas. Suspiro. Bostezo. Un libro abierto.

Me dió tiempo de pensar en todo. En todos. Cristina, David, el chico de la cafetería...

Vía whatsapp; mensaje de Desconocido:

Te dibujaría hasta quedar sin papel hasta que el lápiz se adhiera a mi piel. Sombrearía tu imagen hasta el amanecer y contornearía tu pelo hasta desfallecer.

Punto muerto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora