Malos actores.

360 49 12
                                    

Me hace gracia cuando mi madre me dice que la mejor etapa de mi vida es la adolescencia, que nos lo dan todo hecho, sin preocupaciones, que sólo nos tenemos que centrar en nuestros estudios. La gente grande ya no sabe lo que cuesta estudiar, se cree que uno no tiene cosas en las que pensar y que no es difícil poner atención y ponerte a pensar en otra cosa, y creeme, hay tanto en qué pensar.

Cristina seguía dando vueltas a aquella lata de nestea. A veces levantaba la vista y entonces suspiraba de nuevo.
Siempre me ha parecido estupendo poder estar con alguien que, sin ser muy hablador, te contara todo con la mirada. Que te pidiera ayuda a gritos pero, que no le ayudaras.

Observo. Todas las personas tienen tan claro lo que hacer que es fascinante. Alguien que sube al metro tiene muy claro a dónde va a llegar a parar, sin embargo no dejan de subir y bajar gente. Cristina y yo no hacíamos eso. Teníamos la mirada perdida, como un chico de letras en un examen de matemáticas. Como quien está roto
y no sabe arreglarse.

-¿en qué piensas?

-Ese es el problema, no pienso en nada.

-La gente parece tan entretenida que te paras a pensar si tendrán algún tipo de preocupación o problemas.

-Claro que los tienen Cris, la vida es un teatro lleno de malos actores.

-No parecen preocupados.

-A veces sólo tienes que sonreir. Fíjate, la chica del pelo azul de la esquina, fíjate en la forma en que se muerde las uñas.

-Parece nerviosa.

-Lo está, y apuesto a que algo la preocupa.

-¿a ti no te preocupa nada?

-Supongo que sí. Estoy intentando averigüar qué puede ser.

-A mi me preocupa seguir siendo yo- Suspiró y desvió la mirada.

-¿piensas en algo concreto?

-Pienso en alguien, Enia.

-¿Un chico?- Me miró fijamente. Sus grandes ojos azules me pedían que no siguiera con el tema. -Lo siento Cris, solo quiero que sepas que puedes desahogarte conmigo.

-Nunca hablo de mi vida privada con nadie, Enia. Pero eres con la que más me llevo del grupo y aun que has estado apartada un poco éstos últimos años, sigues siendo mi mejor amiga.

-Digamos que he tenido problemas.

-Se trata de alguien que jamás se fijaría en mí. Es el típico chulo de instituto que no rechaza a las rubias.

-Entiendo... ¿le conozco?

-Supongo que sí.

-Y a qué esperas para decirmelo- la sonreí, quería que supiera que podía contar conmigo. Que no la decepcionaría.

-¿que harías si te gusta alguien y ese alguien le sientes cerca y a la vez tan lejos?

-Creo que aprovecharía San Isidro para ponerme guapa y zorrear un poco.

Noté que se avergonzó ante mis palabras. -Enia, porfavor... se un poco más suave cuando hables conmigo.

-y tú un poco menos monja. Cris, tienes diecisiete años, tienes edad para ponerte escote y faldas cortas, logicamente un chico no se va a fijar en ti si llevas una falda por los tobillos.

-¿y hace falta ser cómo Pilar para que un chico se fije en mí?

Me eché a reir. -Cris, solo te digo que no va a pasar nada si te pintas un poco y te pones un vestido más corto de lo normal.

-¿podrías... ayudarme?

-Tengo un par de vestidos que puede que te esten bien.

-Gracias tía. Me está esperando mi padre. Me recoge en coche.

-¡Pero me dijiste que nos iríamos juntas!

-Lo siento Enia, mi padre viene de Valencia y tengo que verle.- La observaba mientras recogía sus cosas un poco nerviosa. -¿Te parece que quedemos el jueves?

-Está bien. Un besito.- A veces volteaba hacia atrás y entonces nos volviamos a saludar con la mano. -¡Cris, no me has dicho de quien se trata! ¡Cris, esperame!- corría detrás suya hasta que pude alcanzarla de nuevo. - Cris, no me has dicho quien es el chico.

-Enia, se trata de David.- y entonces volvía a correr calle arriba.

No podía ser verdad.

Punto muerto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora