Reia se despertó al sentir las puntas de las garras recorriéndole suavemente el cuero cabelludo y casi gimió de felicidad.
Sabía que se había vuelto a quedar dormida con el pelo terriblemente anudado. Orfeo debía de llevar mucho tiempo pasándole los dedos por el pelo, que ya no estaba enredado.
Las puntas partían de la línea del cabello, por encima de la frente, para rozarla hacia atrás hasta llegar a la puntiaguda hondonada del cráneo, antes de tirar a través de la larga longitud de su cabello. Cuando lo hizo de nuevo, partió de la nuca y la parte posterior de sus garras se movió hacia arriba hasta llegar de nuevo a la depresión y atravesó los mechones.
Ambas veces le provocaron un escalofrío que erizó sus pezones.
Por mucho que quisiera que continuara, si lo hacía, se daría cuenta de que se estaba excitando con el simple contacto. Empezaba a comprender lo bueno que era su olfato y lo mucho que le delataba la reacción de su cuerpo ante él.
Reia levantó la cabeza, haciendo que él se detuviera y levantara la suya.
"¿Estás despierta?" Quitó los dedos de su pelo. "¿Te interrumpí el sueño?".
Ella negó con la cabeza, dándose cuenta de que había estado abrazada a su torso mientras dormía. Enterró la cara contra su pecho, aspirando con timidez su rico olor a bosque. Sus músculos estaban tan relajados bajo su calor que no quería moverse.
Sin embargo, por mucho que Reia disfrutara descaradamente de su abrazo, se retorcía. Se esforzaba por ignorar la sensación que sentía en el estómago, lo único que deseaba era quedarse como estaba. Pero cuanto más se despertaba, más apremiante se volvía.
Reia gimió antes de empujarle el pecho para alejarse.
"¿Te pasa algo?" Él la soltó y sus ojos se volvieron de un azul intenso. "¿Te he molestado?"
"¡Tengo que hacer pis!", exclamó ella, casi cayéndose de la cama al intentar ponerse en pie.
No sabía cuánto tiempo había estado durmiendo, tanto la primera como la segunda vez, pero sabía que no había orinado en mucho tiempo.
Mierda, ¡estoy a punto de mearme encima! Salió disparada hacia el lavabo, quitando la tapa del orinal mientras la puerta se cerraba. Gimió cuando se soltó después de sentarse encima, casi riéndose del hecho de que habría sido totalmente vergonzoso si lo hubiera hecho en el pasillo.
Supongo que esta era una forma de sacarme de la cama.
Una cama de la que no quería salir, en los brazos de una criatura con la que quería seguir acurrucada. Era un placer culpable, decirse a sí misma que estaba demasiado cansada y atontada para dejar de abrazarlo, más que la verdad.
Se lavó las manos antes de quitarse el sueño de los ojos con el dorso de la mano. Salió de la habitación.
Pareciendo comprender por qué había evacuado tan repentinamente, lo vio de pie en el pasillo con los brazos cruzados y bloqueándole el paso. Llevaba puesta su camisa, y ella no pudo evitar sentirse... un poco decepcionada.
Podría parecer extraño, pero sorprendentemente, a ella le había gustado su cuerpo. Era diferente, pero eso aumentaba su belleza de otro mundo, a la que Reia estaba cada vez más acostumbrada. También sabía lo firme que era, cuánta resistencia ofrecían sus músculos cuando ella hundía las yemas de los dedos.
"Reia", empezó él, pero ella le cortó antes de que pudiera continuar.
Levantó la mano.
"Aún no estoy preparada para esa tortura". La idea de que sus manos rozaran su cuerpo, dejando tras de sí estremecedores cosquilleos, ya le estaba calentando las tripas. "¿Puedo comer primero? Tengo mucha hambre".
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ASTK DBB I [+18]
RomansaLo único que Reia quería era libertad. Conocida como presagio de malos augurios y culpable de que los demonios se comieran a su familia, Reia es rechazada por todo su pueblo. Cuando llega el momento de la siguiente ofrenda y ven al monstruoso Duskwa...