En el jardín del tiempo, florece el amor eterno,
Un sentimiento puro, sin fin, sin invierno.
Como un río que fluye sin cesar,
El amor eterno no deja de brillar.
En las miradas que se encuentran con pasión,
En los abrazos que sellan compromisos con devoción.
Es un lazo que trasciende las barreras del espacio,
Un amor eterno, un eterno abrazo.
En cada latido del corazón, en cada beso robado,
El amor eterno es un fuego que permanece encendido.
Atraviesa las tormentas, enfrenta los desafíos,
Persiste inquebrantable, como un sol en los cielos sombríos.
Aunque los años pasen y las hojas caigan,
El amor eterno en nuestros corazones no se enfría.
Es un lazo que perdura, una llama que nunca se apaga,
Un canto eterno que en nuestras almas se propaga.
Así, en el firmamento del tiempo sin medida,
El amor eterno es un faro que siempre guía.
Es un regalo divino, un tesoro sin precio,
Que en el libro de la vida escribimos con aprecio.
Que el amor eterno sea nuestra brújula y guía,
En este viaje que llamamos vida, día tras día.
Un lazo que perdure, un compromiso sincero,
El amor eterno, nuestro mayor tesoro verdadero.
NOTA: Agradezco de corazón a todos mis queridos lectores por su apoyo constante. Si disfrutaron del poema, les animo a votar, sus votos significan mucho para mí y me inspiran a seguir escribiendo. Además, ¡estoy deseando escuchar sus comentarios y sugerencias para futuras creaciones!
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Melodías del Alma: Poemas de Amor y Desdicha
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