Escucha las palabras de Ichigo resonando en aquel campo de batalla y casi de inmediato comprende que aquel shinigami no está luchando por demostrarle su fuerza, sino…
… por sus camaradas.
Y aunque al iniciar la batalla se había reído al escucharlo decir que había ido por su amiga, ya no reía. Entendía que era cierto y, a regañadientes, lo aceptaba.
¿Y él?¿Por qué luchaba él? Por más que se lo preguntara, no daba con una respuesta. Siempre había estado solo… gobernando.
Quizás por eso, cuando vió la espada del peli-naranja romper su técnica definitiva… no se movió. Solo se quedó esperando el ataque que atravesó su pecho. Su cuerpo se balanceó hacia atrás y cerró los ojos, preparándose para la caída que tendría. Pero, en su lugar, sintió que Ichigo lo tomaba de la muñeca y lo bajaba despacio hasta hacerlo tocar el suelo.
Compasión. Él nunca habría mostrado algo así y menos con un oponente derrotado.
¡No!¡Él no podía perder! Se puso de pie como pudo, avanzando un par de pasos con difícultad antes de que su transformación se deshiciera, dejando su zampaku-tō otra vez en sus manos. Jadeó exhausto y con la vista borrosa.
Con sus últimas fuerzas se lanzó contra su oponente, pero Ichigo lo detuvo sin problema alguno, sosteniendo su brazo.
-Se acabó. Perdiste, Grimmjow.– susurró Ichigo, serio, pero sin rastro de ironía o burla. –Si deseas pelear conmigo de nuevo, aceptaré con gusto. Pero no ahora.– agregó.
Grimmjow agachó la mirada, aceptando su derrota en silencio. Sin embargo, su orgullo le hizo soltarse del agarre del peli-naranja con un ademán.
-¡No me jod….…!
Un golpe, demasiado rápido para esquivarlo en su condición actual, lo envió por los aires, dejándole una profunda herida a lo largo del el hombro derecho y el cuello.
-Qué patético, Grimmjow.– se burló Nnoitra, haciendo girar su peculiar espada hasta posarla sobre su hombro.
-N-Nnoitra… maldito…– gruñó Grimmjow sin fuerzas.
-Vaya, sigues vivo, eh.– Nnoitra se lanzó contra el peli-azul, sin embargo su ataque fue detenido por el shinigami peli-naranja que, con su espada, bloqueaba el ataque del parchado. –¡Ja!¿Qué es esto, Grimmjow? ¿Primero pierdes y ahora eres protegido?
-¡Cierra la boca!– gruñó Ichigo, consiguiendo empujar a Nnoitra un par de metros. –¡¿Qué clase de cabrón ataca a alguien que no puede moverse?!– acusó.
-¿Y a ti qué te importa? Los fuertes aplastan a los débiles, esa es la ley.– sonrió el Quinto Espada, divertido.
-¡Me importa un carajo si es la ley o no!¡No voy a permitir que lo toques mientras yo viva!– gritó Ichigo, elevando su riatsu de forma agresiva.
-Eso tiene fácil solución, chico.
Grimmjow trató de moverse, pero su cuerpo no respondía debido a sus heridas y el cansancio tras su batalla. Y, aunque trataba de mantenerse consciente, sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente. Y lo último que escuchó fue al shinigami decir un "no te preocupes"…
… aunque no estaba seguro si hablaba con él en realidad.
•🧡•
-¡Yachiru, por favor, encargate de llevar a Grimmjow con un médico!
-Pero… él es un enemigo, ¿no? Es un Arrancar, Ichi.
-¡Por favor, Yachiru!
-Lo haré solo porque eres tú quien me lo pide, Ichi. Pero sí ataca a alguien… tú serás el responsable.
-Lo entiendo. ¡Muchas gracias!
Gruñó por el ruido de las voces, sintiendo una suave brisa chocar contra su rostro, trayendo consigo un cosquilleo en su sensible nariz debido a la molesta arena de aquel desierto artificial.
Abre los ojos con difícultad, gruñendo por la intensa luz que lo ciega por unos segundos. Pero, una vez se acostumbra a ella, un kimono negro y un haori blanco se hicieron presentes frente a él. Su cuerpo se movió por instinto, incorporándose de prisa pese al dolor que recorre su cuerpo.
Sin embargo, la persona ante él solo pareció aliviarse al verlo recobrar el sentido.
-¿Quién eres…?– gruñó Grimmjow, analizando el lugar con la mirada. Casi pareció relajarse al notar que seguía en Hueco Mundo.
-Capitana del 4to Escuadrón del Seireitei, Unohara Yachiru.– se presentó la mujer, con dulzura.
-Si eres un shinigami… ¿por qué me sanaste?– cuestionó él con claras dudas
-Mi trabajo como médico es ayudar a quien esté herido. No me importa si es un shinigami o no.– explicó la mujer, seria. Grimmjow soltó una risotada.
Una pequeña niña de cabello rosado permanecía tras la azabache, mirando al Arrancar con una mirada fría. Y aunque todavía seguía débil tras su batalla, sabía que el riatsu que la peli-rosa desprendía no era nada amigable comparado con el de la otra.
-¿Y el shinigami?– preguntó Grimmjow algo más relajado, dejando de reír. –Kurosaki.– especificó.
-¿El sustituto?– preguntó Unohara entre sorprendida y extrañada. No conocía qué tipo de relación llevaban aquellos dos, pero comenzaba a pensar que eran bastante cercanos por su forma de tratarse.
-Ichi no está. Fue a patearle el trasero a Aizen.– habló la niña, sonriendo con seguridad.
Grimmjow soltó un "hmm…" en respuesta, volviendo a recostarse sobre la camilla improvisada bajo su cuerpo. Sus ojos se perdieron en el cielo artificial sobre él.
-¿Crees que él pueda ganar?– preguntó Grimmjow, a nadie en particular.
-Es solo un humano. Pero ese chico…– Unohara lo pensó. –… sin dudas tiene un potencial oculto.– aseguró.
-Mas le vale no perder… porque pienso volver a enfrentarlo.
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Caprichoso Destino
RandomQué caprichoso puede ser el destino al unir dos seres, tan opuestos, con un mismo sentimiento. Sobretodo, cuando está en su naturaleza el odiarse mutuamente. Pero... ... del odio al amor hay solo un paso ¿no?