XVII

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           ♧Sábado de Invertir Papeles♧

El polvo blanco volaba por el aire, manchando todo lo que tocaba al caer. Un poco de mantequilla se escapaba del tazón cuando la batidora fue aumentada de potencia, creando histéricos gritos por parte de ambos muchachos.

— ¡Gemini, no! ¡Bájale!

— ¡No sé cómo! ¡Vamos a morir!

— ¡Eres un Alfa tonto!

— ¡Oye!

Fourth se apresura en ir hasta el Alfa, alejándolo de un empujón por el brazo, intentando apagar el endemoniado electrodoméstico que emitía un ruido desagradable.

— ¡Mierda, Gemini! ¡Malograste está cosa!

— ¡Vamos a morir! —vuelve a gritar el pelinegro, dando brincos y mordiendo sus uñas, sintiéndose preso del pánico y empezando a entrar en crisis.

Fourth se pone de puntas, manchando su ropa con la mantequilla que sale como loca del tazón. No entiende por qué el interruptor está tan alto. ¡Oh, cierto! Todos en la casa de Gemini son grnades y él es muy pequeño, juntó al hermanito de su Alfa. Con un poco de dificultad logra desconectar la batidora, sonriendo ampliamente y levantando en alto el cable, como si tuviera un trofeo.

— Vamos a morir. — repite irónicamente lo de Gemini, mirando el desastre que hay en la cocina por intentar enseñar al más alto a preparar un pastel simple. — Alfas estúpidos.

Gemini se queda quieto, acercándose con lentitud hasta el pequeño, manteniendo una postura rara que según él es para protegerse de es máquina fuera de control que iba a acabar con sus vidas.

Sus padres habían viajado para ver a los abuelos junto con su menor hija que nose opuso, aunque Gemini al ser un poco mayor y tener en mente solamente a un bonito Omega, rechazó la invitación. Claro que no pensó que esa primera mañana en soledad siendo acompañado por Fourth, acabaría en un desastre de gran magnitud en la cocina, o, mejor dicho, el lugar favorito de su mamá.

Ya puede escuchar los gritos de la Omega, haciéndole sentir nuevamente como un cachorrito cuando volvía a casa con un juguete roto. Claramente un simple juguetito es nada a comparación de este desorden.

— Alfa, tranquilo, está incomodando a mi Omega con sus feromonas. — habla en voz baja el chico, dando cortos pasos para rodear su cintura con sus bracitos.

— T-Todo está... debo... debo ordenar.

Fourth lo mira con los ojitos tristes, sintiéndose culpable por haber persuadido al Alfa. Deja varios besitos en su pecho, ronroneando como un mínimo y expulsando feromonas para tranquilizarlo.

— Dios, mamá se volverá más loca de lo que ya es.

— Volverá hasta el lunes, Alfa, así que manos a la obra.

— Eso dijiste antes de todo esto.

— Bueno, pero ahora es para una causa mucho mejor.

Y tal como lo dijo, con ayuda de ambos empezaron a limpiar y lavar todo lo que utilizaron. Riendo en voz baja cuando Fourth tiraba harina en la cara de Gemini y este soltaba bajos gruñidos. Pero aún así se estaban divirtiendo, disfrutando de ese momento a solas.

Siendo solo Alfa y Omega juntos.

Fourth tenía una amplia sonrisa en el rostro, sus mejillas ya dolían debido a esa mueca, incluso se ponía a imaginar si así va a ser su vida cuando esté solamente con Gemini. Riendo, bailando, cantando y dándose besos de vez en cuando. Preparando pasteles o al menos el Alfa lo podrá intentar para sus cachorros.

Una vida así le gustaría vivir solamente con él, con su Alfa.

Gemini queda embelesado al ver a su Omega tan feliz, silbando bajito mientras camina hacia una escoba que no siquiera sabía que estaba en la cocina. A veces se pregunta si el pequeño realmente es un regalo de la Madre Luna para él.

— Cuidado con eso. — avisa el castaño tenebrosamente. — Puede tener vida y... ¡PAM! ¡Explota!

Gemini salta del susto, agarrando en el aire la batidora de color gris.

— ¡Omega!

— Es que te ves muy bonito intentando limpiar. — argumenta en su defensa con un ligero puchero,acercándose hasta el chico abrazando su cuerpo por el lado derecho. — Te esforzaste mucho, Alfa. Y aunque esa mezcla no llegó siquiera al molde, sé que con el tiempo lo vas a lograr.

Gemini deja el aparato en la mesa, estrujando el mbantel en sus manos y quedándose sin habla. Realmente Fourth confía en él, aún cuando falla en el intento.

— ¿Tú crees eso? — se aventura a preguntar con timidez, manteniéndose quieto y con la piel de gallina cuando la boquita del Omega besa tiernamente su pecho.

— Por supuesto que sí, Alfa. Confío en ti, mucho más de lo que tú lo haces. — afirma, alzando la cabeza y brindando una de sus bonitas sonrisas, contagiando con su felicidad a Gemini, envolviéndolo con su dulce aroma. — Además, me gustaría probar en algún momento uno de sus manjares.

Gemini se atraganta con su propia saliva al malinterpretar las palabras que el más bajito dice. Claramente se refiere a algún postre, pero su mente viaja a eso días y provocan casos en él, en su Alfa inquieto y su lobo deseoso de salir.

Una vez que el sitio quedó reluciente, incluso podrían jugar que hay destellos de brillos en el suelo y las gavetas, dieron media vuelta y se marcharon por las escaleras hacia la habitación de Gemini. Haciendo una carrera para descubrir quién era más rápido, aunque se sabe que un Omega tiene una velocidad indiscutible a diferencia de un Beta, el hecho de que el Alfa tenga las piernas más largas le generaba una ventaja a Gemini. Claramente ambos no habían terminado de desarrollarse en todos los aspectos y sentidos, así que fue una carrera justa a medias.

— E-Espera... me he cansado. — admite entre jadeos Fourth, apoyando su mano en la pared y tomando grandes bocanadas de aire.

— Omega, eso me comienza a preocupar. — masculla el Alfa, caminando hasta él y tomando su rostro sonrojado.

— Estoy bien, lo juro. La última vez que fui al doctor dijo que tenía sobrepeso. — cuenta en voz baja, sintiéndose triste por ello.

Gemini lo mira consternado, como si a Fourth le hubiesen salido dos cabezas.

Ese tipo está loco sin duda alguna. ¿Cómo le falta el respecto de esa manera a su Omega?

— Fot. — llama suave, rozando con la yema de sus dedos su marcada mandíbula. — Tú eres perfecto para mí, tal  como estás ahora mismo.

— Gem...

— No permites que ese tipo de comentarios te hagan sentir menos, eres muy bonito. Y no solo en tu físico, en tu interior escodes la belleza que otros carecen, la hermosura de tu corazón es única, Omega.

— Pero...

— No quiero verte triste por eso. No me interesa si tu abdomen no es plano o tus caderas son pequeñas, no me fijo en las clavículas que resaltan o se esconden bajo tu piel. Quiero que seas tú, porque eso ya suma mucho a tu favor. — susurra cada palabra con un tinte sí mismo y resguardando sus miedos e inseguridades en un abrazo.

Porque no importa lo fuerte que se vea en el interior, sabe que su Omega sigue siendo un cachorro asustado que está pendiente de los comentarios de los demás.

Pero para Gemini es perfecto, aún cuando sus rellenos muslos tienen algunas líneas llamadas estrías. Aún cuando el bonito rostro de su Omega se llena de algunos granos días previos a su celo. Aún cuando su cuerpo es delgado, pero no al punto se que sus huesos parezcan trazar su piel. Porque para la sociedad un Omega debe ser lo más perfecto, sin manchas o estrías, mucho menos granos, con la clavículas resultantes al igual que las costillas. Pero su Omega no es así.

Y eso es lo que más le gusta de Fourth, que no es como el resto. Jamás lo será.

Omega Celoso   [GeminiFourth]   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora