Bueno, ahora estaba aceptando que tal vez un personaje ficticio de mi libro había cobrado vida, no estoy cayendo en la locura cierto.
— Ya está oscuro, así que cómo soy una ayuda para ti es mejor que duermas temprano — me aconsejó Antoní.
— Y dejar que me mates miestras duermo eso ni pensarlo — me niego.
— No lo haré.
Aunque pensándolo bien podía hacer algo.
****— ¿Por que estoy aquí?
Lo había llevado a mí bañó.
— Ésto amigó mío es tu nueva habitación.
— Está habitación es un tanto extraña — me dice.
— Te acostumbrarás, aquí están unas mantas y una almohada — se las dejó encima del retrete.
— ¿Y en donde dormiré?
— ahí — le señalé la bañera, y procedo a cerrar la puerta con llave.
— Sabes que puedo atravesar la puerta — expresa el.
— Si lo haces dormirás en la calle.
— Sabes que pensándolo bien tengo mucho sueño, buenas noches.
******— ¿Oye que es eso que está al lado de mi cama?
Me despierto de pronto, era Antoní al lado de mi cama, vi la hora en mi despertador, ¡Eran las 3 de la mañana!
— ¡Acaso no ves la hora psicópata! — le reclamé.
— Perdón, es que no puedo dormir. Pero lo que está en mi habitación es un cardero, y había también creó que era para remover el agua el cardero, ahí cocinas.
— De que estás hablando no hay ningún cardero ahí.
— Si lo hay, ven
Fui de mala gana.
— Ves — me señaló la taza del bañó.
— Si eso es, tienes hambre.
— La verdad no.
Fui rápidamente a la cocina para evitar el tema y también ha prepararme un esquisto y fantástico cereal, si eso es lo que se hacer.
— ¿Y eso que es eso? — me señala ahora la cocina.
— Aquí preparó la comida. A tí que te pasa no sabes nada.
— Vengó del mediados de siglo, todo esto es nuevo para mí.
— Pero viste mí vida, debes saber que es todo ésto.
— En realidad, solo se tus recuerdos más importantes y los nombres de tus familiares y amigos.
— Genial — digo, abro la nevera y tomó el cartón de leche.
— ¿Por qué esa máquina tiene comida adentro? — otra vez con sus preguntas isesantes.
— Es una maldita nevera.
— Mejor no te preguntó nada si te vas a poner así.
— Es que en mi libro no eras tan insoportable.
Se queda callado por un momento.
— Me vas a decir o no — expresa.
— ¡Ya cállate!
*******Después de una madrugada agotadora respondiéndole todas las preguntas al insoportable de Antoní, ya podía arreglarme para ir a clases.
Salí con mi ropa habitual y...
—En serio vas a salir así.
— Que tiene.
— Es que es muy....
— Muy que — lo interrumpo con brusquedad.
— Muy desaliñado.
— Entonces que me pongo, especialista en moda — me burló.
— Tal vez un vestido o una falda.
— No gracias, adiós — tomó mi mochila y me voy rápido.
Cierro la puerta y voy rápido al elevador, tengo esperanzas de que no me haya seguido. Cuando ya estoy dentro del el elevador...
— Espérame — me grita.
Yo con todas las fuerzas del mundo le doy al botón de bajar para así perderlo, logra bajar antes de que el entré, procedo a suspirar de el gran alivió que sentía.
— Casi te vas sin mí — volteó rápido y ahí está.
— ¿Como entrante? — le pregunto.
— Por arriba.
Pasó mis manos por mi cara casi como un castigó, no lo soportaba.
— ¡Próxima parada la universidad!
¡Que se callé, que se callé, que se callé!
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Entré la fantasía o la realidad.
Fantasytanto la fantasía como la realidad son buenos para nosotros, sólo hay que hallar el equilibrio entre ellos. Una tarea un tanto difícil para Emily Watson.