Ya estaba acostada en mi cama completamente arropada con la sábana, estaba exhausta. No había visto ha Antoní en todo el día, me preocupaba un poco, pero todavía seguía molesta por el hecho de que el interviniera en mi vida, el no sabe cuan difícil es para mí todo ésto.

Lidear con mis traumas pasados, y seguir intentando tener una vida "normal" como si no me doliera mi propia existencia, ¿Como reparar algo que ya está roto?

— Emily.

Al escuchar su voz solo cerré mis ojos y me hice la dormida.

—No sé si me estás escuchando, sólo quiero decirte que lo siento — Su disculpa sonaba muy sincera, pero aún no me convence mucho — No debí imponer mis decisiones por encima de las tuyas, solo quería ayudarte, supongo que no soy el mejor ayudando a las personas, desde ahora tomaré tu opinión ante todo — suspiró pesadamente — Buenas noches Emily.

Después de esas palabras de Antoní lentamente me quedé dormida.

*********

— ¡HA DESPERTARSE! — Antoní me gritó cerca del oído.

Asustada salté de la cama y caí directo al suelo.

— ¡PERO QUEEE! — le grité devuelta aún en el piso.

— Creó que ya despertaste — me respondió con una sonrisa.

— ¡ESTAS LOCO!

—¡ DEJEN DE GRITAR ANIMALES! — nos grita la vecina de abajo.

Esa vecina si es delicada.

—¿Que hora es?

— Son las 3 AM — me contesta con simplesa.

— ¿Por qué me despiertas tan temprano? — le digo enojada.

— Ustedes no acostumbraban a despertar a estas horas.

— Noooooo.

— ah bueno, no importa levántate y empieza a prepararte el desayuno — se fue a la cocina.

Vuelco los ojos, me levantó y lo sigo. Al llegar sacó el cereal y la leche de la nevera.

— ¿En serio te vas a comer eso? - me pregunta Antoní.

— Que tiene de malo.

— Por experiencia se que los enlatados y lo que vine en cajas no es saludable.

— Pues no estamos en la edad media, ésto es la actualidad — sigo sirviendome.

— Es por tu salud que lo digo — busca mi mirada.

Dejó la caja en el mesón.

— De todas maneras no podría cocinar — lo digo con verguenza.

— ¿Por qué?

— No se está bien, nunca aprendí.

— Te podría ayudar.

— Si.

— Si, le cociné por un tiempo a mí familia cuando mi madre enfermó y mi padre estuvo en la guerra.

Si es cierto lo había leído en el libro, dice que era un buen cocinero.

— Está bien.

Me explico cómo hacer  la baguette france, pan especial porque era de su país natal, yo intenté seguir sus pasos pero no me salió para nada bien, terminé quemando el pan en el horno. Me di cuenta porque el horno desprendía un humo negro y el olor a quemado inundó todo el departamento ¡Soy un desastre! Dije para mis adentros. Terminé sacándolo del horno, era un carbón en pocas palabras.

— No está tan mal — dijo Antoní para no herir mis sentimientos.

Suspiré.

— Es horrible — me tapé la cara con mis manos.

— Tranquila, a la próxima lo harás mejor, también fue mi culpa debí ponerte algo mas sencillo. Ahora anda a asearte y luego te colocas tu vestimenta.

*******"

Ya con mi bata puesta decidí ponerme mi ropa usual, unos monos deportivos holgados, una camiseta gigantes y unos zapatos deportivos, algo super cómodo para ir a la universidad.

— ¿Y ésa vestimenta? - expresó el rubio con una nota de desagradó.

— Es mí ropa y si no te gusta vete al carajo.

— Ah, te refieres a la zona más alta y lejana de un barco, el cual se mandaba a los tripulantes como modo de castigo, para que el capitan o cualquier otro no lo pudiera ver.

— ¡Qué!.

— No lo entenderías.

Le echo  un vistazo a mí clóset, y luego me miró.

— No te sentirías mejor utilizando algo más femenino.

— No voy a utilizar un vestido — respondo, para luego cruzar mis brazos.

— No digo que tenga que ser un vestido.

Se puede sin utilizar un vestido, al parecer el notó mi cara de confusión.

— Me dejas demostrarlo.

— Está bien — aceptó.

Entra de nuevo en mi clóset, pero está vez a busca ve todo con detalle y elije unas prendas en específico. Un pantalón  marrón, un corset blanco,  unas zapatillas blancas un un poco de plataforma, y una gabardina marrón ( no sabía que tenía esa ropa)

— Creo que ésto te sentará bien, resalta el color de tus ojos. — me mirá a los ojos.

Esa mirada tan segura, me sentía como atrapada en un hechizo el cual yo no podia romper, pero el si.

— Vístete  ahora vuelvo — y con eso se fue atravesando la puerta.

Todavía no me acostumbraba a que hiciera eso.

Entré la fantasía o la realidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora