Katherine es la opsecion y debilidad de ambos hombres, cada uno luchará de distintas maneras por ella.
Hasta dónde llegarán?
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Espero querid@s lector@s que se enganchen y disfruten.😊
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El día que venga por ti, lo sabrás y veremos si el pacto que hicimos fue real.
Katherine.
Sus palabras resuenan en mi cabeza. ¿Qué pacto hice con él? ¿Acaso me condené yo misma a un destino que solo me lleva a la muerte? Si es así, no lo recuerdo; ni siquiera lo entiendo.
Hoy me dan de alta después de casi un mes y medio.
El doctor Carter y Angelina han sido los mejores. Me trataron muy bien durante todo este tiempo, especialmente cuando creía que no era necesario seguir quedándome en el hospital, porque no me dolían tanto las costillas y la pierna, que resultó ser una herida profunda.
En las noches creía ver a ese hombre parado en la puerta de mi habitación. No puedo decir si solo eran alucinaciones, porque siempre ponían algo en el suero para que durmiera, ya que siempre me daba insomnio.
No dormía por el miedo a que Claick entrará a mi habitación y me asesinara.
Pero tampoco saben dónde está.
Respecto a ese asesino de chicas, no le temo, o eso creo. Algo ha cambiado en mí desde esa noche que me salvó; tampoco por eso puedo confiar en él, tal vez eso quiere.
Quiere que caiga en su trampa.
Por ahora sé que no me hará daño, no hasta que me recupere.
Ya tengo un plan...
Si cree que me hará lo mismo que hizo con las demás chicas, está equivocado. Conmigo no; seguro ellas cayeron por su encanto.
Benjamín jamás vino a verme. Le pedía a Jack todos los días que fuera a su casa para ver si estaba, pero siempre llegaba con la misma respuesta NO ESTÁ.
Empiezo a extrañarlo más y más cada día. Siento algo horrible en el pecho, mucha tristeza. Me siento culpable por no haber sabido manejar la situación cuando me besó; tal vez haber hablado hubiera cambiado algo y él ahora estaría aquí conmigo.
No pude ver personalmente al tal Hank porque, según mi tío, tuvo un viaje de urgencia y tardaría en llegar. ¿Acaso un mes entero viajaría?
De todas formas, sabía que no iba a aparecer; no se dejaría al descubierto, sabiendo que yo podría gritar a los cuatro vientos ante todos que él era el asesino de tres chicas y que yo sería la siguiente.
—¿Nos vamos, cariño? —entró Peyton, sacándome de mis pensamientos.
—Sí—salimos de la habitación y entramos en el ascensor; teníamos que bajar como tres pisos.
—Es genial, papá.
—¿Qué cosa, hija?—me miró de reojo.
—Me gusta el ascensor.
—¡Aaaa! Yo no diría lo mismo, jaja —respondió con risa nerviosa.