SERIAL KILLER Cap (5)

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Katherine

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Katherine.


Todas las semanas han pasado volando; siempre lo mismo: nada interesante. He estado yendo a la universidad acompañada por Jack. No me gusta que me acompañe, porque siempre está intentando molestarme. Tampoco me he molestado en preguntarle dónde estuvo la vez pasada que no llegó a casa; siempre responde lo típico:

¿Qué te importa, cría?' y bla, bla, bla. .

Prefiero la soledad, pero Peyton está muy paranoico por la muerte de Melisa. Es más que obvio que va a estar así; él encontró su cuerpo aquel día en el bosque. Por más de que me cayera mal y que fuera una perra conmigo, no se lo merecía.

—¡Hola, cría! ¡Baja de las nubes! ¿Qué piensas?

—Nada que te importe, pendejo—dije, blanqueando los ojos.

—Cuida cómo me hablas...

Agarro mi brazo y me acerco a él; no luce de buen humor.

Yo estoy igual...

—¿Qué te he dicho sobre usar ese vocabulario?

—Cállate, Jack, no eres mi padre —dije mientras me zafaba de su agarre.

—¡En casa hablaremos, Katherine! —gritó, idiotizado.

Me iba alejando y le mostré el dedo del medio, para que viera que sus amenazas me resbalaban. Lo vi tensar la mandíbula y me di la vuelta, metiéndome en la universidad.

Al lado de mi casillero, me encontré con Benjamín.

—¡Hola, nena!

—¡Osito!

Nos abrazamos como siempre. Lo había extrañado, pero tenía que reprocharle su ausencia.

Me deslicé de su agarre y lo miré mal.

—¿Qué te sucede, nena?

—¡Porque no has venido a visitarme! —crucé los brazos como una niña pequeña.

—Perdón, Kathy, es que no pude; ya sabes que Clarita está muy enferma.

—Cierto... perdóname, soy una tonta —me di una cachetada mental por ser tan egoísta—. Si quieres, puedo ayudarte a cuidarla uno de estos días; sabes que me encanta pasar tiempo con ella.

También extraño a esa niña de ojos verdes.

—Si a ella también le encantará, hace tiempo que no te ve.

—Me tengo que ir, osito —dije, haciendo puchero—. Lo único que falta es que me llamen la atención por tardanza.

Le dije mientras me acercaba y me ponía de puntillas, dejando un corto beso en su mejilla.

¡Y sí!

Benjamín era uno de esos chicos altos, con cuerpo de atleta y rubio, que podía hechizar a cualquiera, pero a mí no, porque para mí él era mi mejor amigo, mi todo. Lo adoraba muchísimo y él también a mí.

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