Cap. 4

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Capítulo 4: Despierta.

Habían pasado siete largos días desde el accidente. Max se sentó en la fría y ya familiar sala de espera del hospital, con las manos temblando mientras seguía aferrado a la argolla de su marido. Los médicos habían sido evasivos, susurrando conversaciones silenciosas que solo intensificaban sus temores.

Trató de convencerse a si mismo que Sergio se despertaría pronto, de que solo estaba descansando, recuperándose del traumático evento de la mañana siguiente de su boda.

Aunque en el fondo, él sabía que era más que eso. El accidente había sido grave, dejando a Sergio inconsciente y sin respuesta.

Charles y Carlos se sentaron a su lado, ofreciéndole apoyo y consuelo como lo habían estado haciendo toda la semana, se aferraron a ellos, los tres buscando consuelo en su dolor compartido, ya que ellos también sufrían, habían sido amigos desde que Sergio llegó a la universidad.

El corazón de Max le dolía, dividido entre la esperanza y desesperación. Siempre habían sido solo ellos cuatro durante el tiempo que llevaba en aquella ciudad pero lo suyo con Segio era más especial, él era su roca, su compañero en la vida, ya habían planeado un futuro juntos y lo estaban haciendo hasta que se atravesó el accidente. Ahora esos sueños parecían distantes, alejándose cada vez más con cada día que pasaba.

Max siempre había sido ferozmente independiente, pero con Sergio se sentía completo, él era la calma en sus tormentas, su luz en la oscuridad y ahora se sentía perdido sin él.

La sala de espera estaba llena de un mar de emociones que no lo habían dejado desde el accidente: dolor, miedo, y un rayo de esperanza.

Había más gente ahí, familias enteras dándose apoyo y contención unos a otros, recordándole una vez más que estaban solos. Con los ojos rojos e hinchados por innumerables lágrimas, miró por la ventana, evitando mirar a los demás, su mente se llenó de preguntas sin respuesta.

De repente, la puerta de la habitación se abrió y salió un médico alto y cansado, su corazón saltó a su garganta mientras se levantaba, su atención centrada en cada movimiento del médico.

— ¿Familiares del paciente de la habitación 111?— preguntó suavemente, con la voz cargada de compasión.

— si, soy yo— Max asintió, su voz apenas un susurro.

El médico respiró hondo antes de continuar.

— Me temo que está en coma, es difícil predecir cuando o si se despertará.

Una ola de angustia arrasó a Max mientras las lágrimas brotaban de sus ojos, las palabras del médico confirmaron sus peores temores. Sergio no estaba solo descansando; estaba atrapado en un estado de inconsciencia, separado de él por una pared impenetrable.

Ambos chicos a su lado tomaron sus manos con fuerza, un recordatorio silencioso de que no estaba solo, Max se aferró a sus amigos, sacando fuerza de su vínculo.

Intentó hablar pero no salieron palabras de su boca, el médico simplemente se alejó, dando espacio a Max de procesar todo. Sentía como si una parte de él hubiera sido arrancada, dejando un vacío agonizante.

Al llegar a casa se sintió como un sepulcro, las paredes resonaron con silencio, recordándole la ausencia de su esposo, recordándole que no sabía cuándo volvería a estar en casa con él, o si lo haría.

El ambiente que alguna vez estuvo lleno de risas y amor ahora lo asfixiaba con su vacío, cada rincón de su casa tenía un momento digno de recordar.

Llegó a su habitación y se dejó caer sobre la cama, tomando una almohada y gritando contra ella, además de un profundo dolor, Max sentía mucha impotencia y desesperación.
...

Los días se convirtieron en semanas y Max se sentía existir aturdido. Su rutina se había convertido en un ciclo monótono de visitas al hospital y noches sin dormir, seguía aferrado a que nada era real, que tarde o temprano despertaría de aquel mal sueño y todo volvería a ser como antes.

Charles y Carlos intentaban animarlo, pero Max tampoco ponía de su parte, todos los días se quedaba hasta el último momento posible en el hospital, a un lado de Sergio, con la esperanza de que él despertara en cualquier momento.

A veces no comía en muchas horas y a veces comía todo lo que se cruzaba en su camino, Max comenzaba a decaer emocionalmente y físicamente.

Varias noches él y Charles discutían acerca de su estado, Max asegurando que estaba bien, Charles asegurando todo lo contrario.

Sin embargo al cabo de tres semanas, Max comenzaba a sentirse más débil que de costumbre, le costaba mucho levantarse de la cama, su apetito disminuyó considerablemente y de repente se encontraba más sensible.

Todos los días Charles hacía la observación de que se miraba muy demacrado.

Muchos pensamientos invadían su mente durante las noches, sin embargo decidía ignorarlos, prefería vivir de la forma en la que lo estaba haciendo aunque eso poco a poco lo consumiera física y mentalmente, lo cual lo podía comprobar mediante su estado de salud.

Sin embargo, los consejos de Charles y Carlos nunca hacían falta, día tras día ellos intentaban que Max se levantara de la cama, comiera algo y fuera a visitar a Sergio, pero él se encontraba muy deprimido.

— Tal vez algo de ayuda no te venga mal — mencionó Charles en una plática por teléfono.

— No necesito ayuda de nadie Char, es momentáneo, ya se me pasará — aseguró mientras una nueva sensación invadió su cuerpo, estaba comiendo un sandwich que apenas jamón tenía cuando unas nauseas terribles lo invadieron.

— ¿Max? ¿Sigues ahí? — Charles desde el otro lado del teléfono comenzó a preocuparse al no recibir respuesta de su amigo.

— Estoy bien, solo me dieron nauseas de repente.

Max sabía que no era normal, en lo profundo, sabía que algo más había con él, no era una persona que de asqueara fácilmente y después del suceso de la mañana no pudo siquiera tomar un vaso de agua en todo el día sin sentir que estaba a punto de vomitar.

Y mientras los días pasaban, ese nuevo malestar se instaló en Max permanentemente, todos los días despertaba con aquella amarga sensación, la cual atribuía a su mala alimentación.

💛

Ya no estoy soportando 😭
Les tekueme

Byee

Yellow [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora