Capítulo #01

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-¿Qué debo hacer para que vayas? -Replicó el chico de ojos cafés como niño-

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-¿Qué debo hacer para que vayas? -Replicó el chico de ojos cafés como niño-

-Nada, ya te lo dije no iré -Protesté, llevaba ya buen rato con lo mismo pero era imposible que me dejara tranquila-

-Venga Lillian nos divertiremos, lo prometo -Se posiciona frente a ella juntando sus manos a la altura de su pecho en señal de súplica- Solo un ratito y te regreso a tu casa.

Solo me dediqué a mirarlo por unos segundos seria y terminé por suspirar rendida- Vale tu ganas pero antes de las doce estaré en mi casa y tú te harás responsable de mi Allister.

-Él solo se limitó a sonreír y asentir emocionado- Lo prometo enana -Rió y se dirigió a su casa- Te veré en la noche guapa -Se despide con su mano acto que yo imito sonriendo-

-Madre ya llegué -Esta aparce de la cocina sonriendo-

-¿Qué tal te fue hoy querida? -Sonríe acercándose a mi para depositar un tierno beso en mi frente, amaba llegar a la casa y que hiciera ese hermoso gesto-

-Normal -Me encogí de hombros y lancé mi mochila al sofá tirándome a este, sentada, acompañado de un suspiro- Mamá Alliester vendrá en la noche a recogerme, quiere llevarme a dar una vuelta.

-¿Y a dónde? -Alzó una ceja. Ya empezó con su cuestionario, no sé porqué pero siempre me da gracia que haga eso-

-Solo al parque -Sonreí mirándola de reojo- Me recoge a las ocho y me regresa antes de las doce, tranquila.

Su mirada se suavisó y regresó a su hermosa sonrisa- Está bien, querida, pero te abrigas que hace frío.

Me levanté acercándome y depositando un beso en su mejilla- Sí señora -Reí y me dirigí a mi habitación-

~Unas horas después~

Ya estaba vestida con un pantalón ancho que chocaba con mis tobillos, una camisa grande que le quite a Allister hace unos años y un abrigo lo suficiente gordo como para mantenerme caliente. Bajé a la sala donde mi madre se encontraba sentada en el cómodo sofá viendo su amada novela.

Al notar mi presencia me miró con su hermosa sonrisa -¿Ya te vas?-

Asentí y casi al instante sonó la puerta, mi madre se iba a levantar pero la detuve -Yo voy- Me dirigí a la mediana puerta de carmesí -Hola pendejo- Reí ante el apodo.

-Hola enana, ¿Ya estás lista? -Me miró detenidamente, sonriendo, a lo que yo asentí-

-Me la cuidas hijo -Pronunció mi madre mirándolo de reojo desde su lugar-

-No se preocupe se la traeré sin ningún rasguño -Sonríe y hace una ligera reverencia a la antigua acompañado de un torpe acento francés- ¿Me permite, madam?

-Claro que sí caballero -Tomo su mano riendo, imitando sus gestos- Adiós mamá.

-Vayan con cuidado -Regresa a su novela al terminar de decir eso y nosotros cerrando la puerta-

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