Capítulo #10

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Un pequeño niño no mayor de 8 años, cabello rubio y ojos como el cielo, jugaba alegremente con una bella mujer cuales características eran gemelas al niño

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Un pequeño niño no mayor de 8 años, cabello rubio y ojos como el cielo, jugaba alegremente con una bella mujer cuales características eran gemelas al niño.

Corrían entre un hermoso árbol añejo, se columpiaban en unos gastados columpios, y rodaban por el cortado césped.

Tanto madre como hijo eran fielmentes unidos, inseparables para la vista de todos incluso era posible creer que realmente eran hermanos, pues para la dicha de la madre, tuvo que dar a luz a muy temprana edad debido a un error que acertadamente fue el mejor de su vida, pues consiguió un pequeño revoltoso que le dió la misma alegría que solo un hombre pudo traerle.

Esta joven madre, desde niña comenzó a presentar síntomas de una curiosa condición nombrada por los expertos como "alexitimia" o en otros casos, imposibilidad de sentir cualquier emoción humana, claro, que habían personas capaces de cambiar eso, en su caso, tanto su hijo como su primer amor lo eran, aunque este último no se encontraba entre ellos, pues lo había perdido cuando la abandonó por otra mujer, dejándola atrás y a su primer hijo, el mayor.

Años después tuvo que casarse con otro hombre a petición de sus padres únicamente para subir económicamente en el estatus social. Lo único bueno que este nuevo hombre pudo traerle fue a ese pequeño que logró entrar en su corazón.

-Mamá, ¿qué es el amor? -Preguntó el pequeño con curiosidad-

-Eso que nos une y a muchos más, lo que demuestra el corazón cuando golpea tan fuerte nuestro interior al punto de creer que estará apunto de salir

-¿Y solo tengo amor por tí?

-Algún día, al igual que yo, conocerás a alguien que te hará sentir tal como yo, o incluso puede que más

-¿Me gustará?

-Tanto que querrás sentirlo una y otra vez sin parar

-¿Dolerá?

-Solo si se aleja de tí

-¿Y si lo pierdo?

-No cometas el error de tu madre y aférrate a él, nunca lo sueltes y persíguelo, pero si no te pertenece, déjalo ir

-Porque, si me gusta no debo dejar que sea de nadie más

-Te equivocas, si le pertenece a alguien más tenerlo atado a ti será peor y te dolerá más que alejarlo.

[...]

El cielo teñido de gris, la lluvia acompañando en el perfecto momento, dos niños mirando una caja donde descansaba su hermosa madre, un padre al otro lado con las mismas condiciones de la madre, pero una pequeña diferencia, pues este tenía ya una avertura en su pecho junto al corazón.

Las lágrimas del hijo mayor caían al ver a su madre siendo alejada más y más de él, pero el pequeño tenía una mirada neutra, fría, seca, casi como si su corazón y alma ya no existieran quedando únicamente un cuerpo lleno de sangre, carne y huesos vacío que por alguna razón, sigue entre los vivos.

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