°Capítulo Nueve°

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Jimin masticaba la fría carne de conejo con cuidado y lentamente. Sabía que no había bastante para todos, sin importar lo que los otros le dijeron o lo mucho que le ofrecieron. Quería estar seguro de que todo el mundo tenía su parte justa. Cuanto más despacio masticara, más habría para todos. Aun así, tomó con entusiasmo el pedazo de pan sin levadura que Namjoon le entregó y se lo comió.

Jimin estaba un poco sorprendido por la forma en la que los guerreros más grandes lo aceptaban. Lo incluían en la conversación y en ningún momento le hicieron sentir que era menos que ellos porque no fuera un guerrero.

Se echó hacia atrás más allá en el vértice de los muslos de Namjoon y sonrió mientras escuchaba a Kihyun contar alguna historia de valor y coraje en la batalla. Era una historia fascinante que mantuvo su interés hasta que sintió los brazos de Namjoon a su alrededor, y se olvidó de lo que estaba diciendo Kihyun.

Estaba sentado en el suelo entre las piernas de Namjoon, y este, en un tronco detrás de él. Jimin lo miró con curiosidad cuando se deslizó hacia abajo y se apoyó en el tronco caído. Cuando Namjoon le echó hacia atrás sus hombros, se apoyó contra él.

Los ojos de Jimin se abrieron como platos cuando pasó el pesado manto de piel sobre los dos. Bajó rápidamente los ojos para que nadie pudiera ver su sorpresa cuando las manos del hombre comenzaron a vagar por su pecho. Se apoyó contra el cuerpo de Namjoon y alzó la cabeza.

- ¿Qué estás haciendo? -murmuró.

- Disfrutar del regalo que los Dioses me han dado, ¿qué más?

- No estamos solos.

- Estamos bajo mi capa. Siempre y cuando no hagas ningún ruido, no lo sabrán.

Jimin se preguntaba cómo diablos se suponía que iba a guardar silencio cuando las manos de Namjoon estaban empujándose debajo de su túnica y moviéndose por su piel sensible. Sería casi imposible. Se sentía demasiado bien.

- Namjoon -se quejó.

Las manos del hombre se habían trasladado por el pecho de Jimin para jugar con sus pezones. Era increíblemente caliente. Podía sentir como su polla se endurecía hasta que le dolía. Su cabeza estaba apoyada contra Namjoon, mientras este tiraba y retorcía más y más duro sus pezones, haciéndolos palpitar.

- Eres muy sensible, kisa.

Jimin inhaló rápidamente cuando las manos comenzaron a moverse por su pecho. Cada golpe de los dedos del hombre se sentía muy bien en su piel. Sentía como si todo su cuerpo estuviera conectado directamente a Namjoon.

Cuando habló con su grandfaðir(abuelo), Jimin no tenía ni idea de que podía encontrar tanto placer en los brazos de su marido. Cada contacto era mágico. Sentía como si Namjoon fuera su regalo de los Dioses, no al revés.

Cuando las manos comenzaron a desatar su pantalón, la mirada de Jimin voló a los otros hombres sentados alrededor del pequeño campamento. Dejó escapar un suspiro de alivio porque nadie parecía estar mirándolos o incluso prestándoles atención. La conversación continuaba como si nada sensacional estuviera ocurriendo a unos metros de distancia.

- Namjoon, no podemos -susurró Jimin, aunque separó las piernas. No podía negarse a sentir el firme contacto del hombre más de lo que podía dejar de respirar.

- Sí, kisa -dijo Namjoon mientras cerraba sus dedos alrededor de la dura polla de Jimin, que ya goteaba-, podemos.

Se mordió el labio cuando gimió, tratando de amortiguar el sonido. Sus ojos se cerraron cuando Namjoon empezó a acariciarlo. El hombre pasó suavemente su pulgar a través de la cabeza de la polla de Jimin, haciéndolo estremecerse.

Obligación- MiniMoni Donde viven las historias. Descúbrelo ahora