Capítulo 30.

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Anne

—Te ves hermosa —dice pegando su cuerpo contra el mío, dejando que sienta su erección en mi vientre.

Posa sus labios sobre los mios en un beso suave, pero a la misma vez deseoso haciendo que mi respiración se acelere.

A mi mente vienen las últimas palabras de Eleanor al despedirnos

«Está será tu prueba de fuego primita, debes hacerte la que no sabes nada y dejar que sea él quien tome el control, de lo contrario se dará cuenta».

Siento como su lengua recorre el borde de mis labios pidiendo permiso para entrar en mi boca y abro para que entre, mientras ladea la cabeza profundizando el beso.

Arrastra mi cuerpo hacia la cama y me acuesta en ella con mucho cuidado, mientras se aparta para quitarse el chaleco que trae y la camisa.

Veo atentamente todo lo que hace y bajo la vista recorriendo su torso desnudo, fijándome en el camino de vellos finos que va desde su ombligo hasta perderse dentro de su pantalón.

—He esperado tanto este momento mi amor —dice casi en un susurro y mi pecho se acelera aún más cuando se posa sobre mí aún con el pantalón puesto.

Comienza a atacar mis labios de nuevo y rodeo su cuello con mis brazos, mientras me besa sutilmente. Inconscientemente llegan a mi cabeza los recuerdos de los besos de Dominic y no puedo evitar compararlos. Mientras estos son suaves y lentos, los de él eran fuertes y salvajes. «No sé cuáles me envuelven más».

Se adentra en mi boca y su lengua comienza una lucha con la mía. Su mano viaja hacia mi pierna izquierda haciéndome flexionar la rodilla para acariciarme el muslo por encima del camisón. Su toque es sutil y delicado haciendo que la piel donde acaricia con su palma arda.

Baja dejando suaves besos por mi cuello pegando más su erección a mi entrepierna haciendo que está se humedezca con el simple roce, «debo controlar mis sensaciones, de lo contrario se dará cuenta».

Poniéndose de rodillas, lleva sus manos a mi pecho deshaciendo el nudo del camisón dejando mis senos expuestos y mi corazón late tan fuerte que puedo jurar que lo oigo en mis oídos.

Baja su boca a los pezones endurecidos, dejando cortos besos en ellos antes de devorarlos y chuparlos, mi espalda se arquea con el placer que me corre por las venas.

Roza mi entrepierna con su mano avivando el calor que recorre la zona con su simple toque y finjo vergüenza, pero me mira y sonríe.

—Relájate, esto es normal, ya pasamos por esto, solo que esta vez si estoy sobrio.

   «Dios, si él supiera».

Hago lo que me dice y tomo una bocanada de aire llenando mis pulmones de oxígeno y lo dejo hacerme lo que quiere. Mi cuerpo parece una hoguera al sentir como frota en círculos mi botón de placer. El primer orgasmo se libera en mi interior y entierro las uñas en su espalda mientras mis espasmos bajan su intensidad.

   Termina de desnudarme y cubro mi pecho con mis manos mientras él se aparta bajándose de la cama y se quita el pantalón junto con la ropa interior, dejando a la vista su erección la cual frota de arriba abajo frente a mi.

Es tan excitante verlo hacer eso.

—¿Te gusta lo que ves mi amor? —pregunta en un tono más grueso en su voz— Esto es lo que provocas en mí —sigue acariciándose lentamente haciendo  que el calor en mis venas me prenda más, antes de subirse sobre mí de nuevo para besarme.

Me besa con necesidad, sus besos ahora son más intensos. Pega su pelvis más a mi vientre y siento su dureza contra mi entrepierna. Baja su mano y de nuevo comienza con la tortura placentera de frotar su dedo contra mi botón de placer haciendo que surjan las ganas de tenerlo dentro.

En Cuerpo y Alma  (nueva edicion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora