Displeased.

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Mi atlético cuerpo rebota hacia adelante tan abruptamente cómo se detiene la camionetas de lujo totalmente blindada en la qué me encuentro; antes de volver a caer con pesadez sobre el asiento.

Me quejo entre dientes, sintiendo mi espalda resentida por el desordenado movimiento de mi cuerpo, quedándome completamente quieta en segundos y con mi respiración más agitada qué lo habitual.

Por Dios santo, tengo treinta y ocho años, y mis músculos no merecen éste tipo de tratamiento, al menos qué sea estrictamente necesario cuándo los circuitos de competencia de NASCAR se ponen difíciles.

Pero esto no es una maldita competencia del trabajo qué tanto amo hacer, ni es un maldito paseo de campo para mí; oh no, por supuesto que no lo es, porque estoy muy segura de qué esto debería considerarse un jodido secuestro, de no ser orquestado por la maquiavélica mente de esa bendita niña malcriada.

- La señorita Luthor no querrá qué lastimen a su invitada, ¿O sí?- murmuro irónicamente a los dos robustos hombres que me escoltan con rudeza a cada lado de mi cuerpo.

No dicen nada, pero gruñen altamente en respuesta, haciéndome ver qué les importa una mierda mi queja, pero no son capaces de decirme nada; seguramente para evitar qué yo misma los acuse con Lena, porque la ira de un Luthor, es algo qué debe evitarse a toda costa; porque eso precisamente es lo estoy confirmando ahora qué fui raptada de mis anhelados días de descanso por estos brutos trabajadores de LuthorCorp, sólo porque Lena Kieran Luthor solicitó mi presencia inmediata delante de ella sin siquiera darme una oportunidad de negarme a su arbitraria exigencia, tal y cómo me la he pasado haciendo desde qué la conocí.

Uno de ellos sale por la puerta derecha, dejando entrar el fresco aire de la ciudad en el interior de la camioneta, haciendo qué mi piel se erice por completo por el rápido cambio de temperatura y es casi una suerte qué estos dos siquiera hayan pensando en darme un par de tenis, y un conjunto de sudadera y pantalón para cubrir mi delgado cuerpo apenas cubierto hasta hace unas horas por el nimio vestido de baño color blanco qué decidí usar esta misma mañana sin sospechar qué Lena irrumpiría en mi vida tan abruptamente.

¿Qué demonios le pasa a ella de todas formas? Lena, es sensual, joven, inmensamente poderosa, hermosamente preciosa y es tan adinerada qué podría estar en cualquier parte del mundo en éste momento con la mujer qué le diera la gana, qué no deben faltarle opciones para escoger porque ella es absolutamente divina; en vez de seguir tratando de llegar a mí de todas las jodidas formas posibles hasta llegar a mandarme a traer por medio de dos brutos y fuertes hombres hasta la sede principal de LuthorCorp para tenerme a su entera disposición por primera vez desde que nos conocimos, porque allí sé que nadie podría salvarme de Lena, ni de sus avances y sobre todo sus nada sútiles coqueteos, y absolutamente no confío en mí, o en mis instintos más básicos para salir bien librada de lo que sea qué planeó Lena para mí.

Niego ligeramente, tratando de alejar esos pensamientos de mí, relajándome un poco en mi asiento por el nuevo espacio qué quedó liberado de la presión de aquel hombre, mientras él ajusta su traje completamente negro. Me pierdo un instante en el logo pulcramente marcado sobre el bolsillo de su saco, tan sofisticado y poderoso cómo el apellido qué representa.

Pero soy una mujer adulta, no adolescente y no puedo temer a una heredera malcriada de diecinueve años, ¿Verdad? Ni siquiera porque su cuerpo de infarto ocasione violentos estragos de humedad entre mis piernas; o por su poderoso apellido, o su serio padre, qué de seguro no estará nada feliz con esto, y con esto, me refiero a que me haya estado negando a los deseos de su única hija, cuándo sé tal y cómo todos saben qué lo qué Lena Luthor quiere, Lena Luthor lo tiene.

Siento la áspera mano del sujeto envolviendo mi antebrazo con poco cuidado, sacándome violentamente del hilo confuso de mis pensamientos. Me quejo por la fuerza con la qué me atrapa, tirando de mí cómo sí yo no pesara nada hasta sacarme por completo de la lujosa camioneta.

¿QUÉ TE PARECE MÍ AUTO, MUÑECA?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora