CAPÍTULO 19: "No"

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Al entrar a la habitación, la pelinegra enfoco su vista en aquella cama, con cortinas que podían ser utilizadas como paredes para ocultar actos tanto lesivos como dulces y tiernos. Edward llegó al instante con maletas en mano, para dejarlas en el piso y acercarse a su ahora esposa.

Edward: ¿Cansada? - Se acercó acariciándole en primera instancia sus antebrazos.

___: No. - Respondió segura conectando su mirada con la del más alto.

Edward: ¿Quieres ir a nadar? - Esa sonrisa divertida salió en el mejor momento.

El corazón levemente palpitante de ___ se dejó escuchar en sus oídos. La pelinegra sin duda se sentía más vulnerable en estos momentos, estaba emocionada, nerviosa, ansiosa. Se sentía como una completa humana.

___: Excelente idea. - Soltó la misma sonrisa que el castaño de ojos dorados.

Como niña pequeña comenzó a correr hacia el terreno arenoso que era iluminado por la luna. Se quitaba aquellas prendas que serían más que un estorbo para la actividad nocturna. Edward quitando sus prendas con cuidado y lentamente para apreciar cada movimiento de la pelinegra camino hacia la misma zona donde ___ ya estaba metiendo aquellas piernas largas pálidas tan suaves como la porcelana.

___ desenfoco su atención en el castaño para dirigirla hacia aquel gran orbe que solo mostraba su verdadera belleza con el sol oculto.

Edward: Eres hermosa. - La veía tan detenidamente, no parpadeaba como si tuviese el temor de que en uno de esos parpadeos inconscientes, aquella mujer de la que se había enamorado, se desvaneciera, siendo una parte más de aquel gran cuerpo de agua.

Al conectar sus miradas no lograron percibir más que todo el amor que se tenían, el brillo en sus ojos, las caricias traviesas, las miradas rápidas hacia los labios y ese enorme sentimiento de querer ser uno solo, se plantaron para no irse jamás en cuanto sus labios se juntaron y sus pieles desnudas sintieron el primer contacto.

Pasaron del agua hacia aquella cama que había sido escenario de escenas lujuriosas, apenas la miraron. Besos, bajaban y subían, caricias que se volvieron penetrantes y labios que se convirtieron en una necesidad. A pesar del estado híbrido de ___, Edward temía hacerle daño por no controlar aquellos impulsos, y no saber moderar su fuerza. Esto provocó que literalmente hiciera de la habitación un desastre.

___: No te contengas. No tienes que hacerlo. - La pelinegra soltaba suspiros y quejidos llenos de puro placer, acompañado de ese calor interno que quería sofocar con aquella piel fría a la que se volvió adicta.

Está por demás decir que su momento de pasión no duró un simple día, donde ambos llegaron a la cumbre una y otra vez.

-

Edward: Estás muy lastimada. - Veía a ___ con una expresión dolida.

___: ¿Qué? - Su confusión fue obvia. Edward recorría aquella bata blanca para que pudiera apreciar moretones en su antebrazo, en su cadera y varios en sus piernas. - Eso no.

Edward: Lo siento. - Su mirada de arrepentimiento le dolió más a ___ que los supuestos daños físicos a su persona.

___: Pues yo no. - Hablo ligeramente molesta. - Estoy bien, amor. Más que bien. - Mostró una sonrisa ladina.

Edward: No, no digas que estás bien. - Sus pensamientos ruidosos fueron percibidos por la pelinegra que soltó una sonrisa divertida.

___: Edward, mírame. - Con algo de duda, obedeció. - Tengo más años de los que puedas contar. - Soltó una risilla. - Pero aún tengo una parte humana, esto lo demuestra. - Señaló el moretón antes mostrado por su pareja. - A diferencia de un humano, yo no moriría, a no ser que me arranques la cabeza de un tajo, no te desharás de mi Cullen. - Lo abrazo por la cintura dejando un suave beso en su pecho. - Mi integridad física no debe preocuparte en este tipo de aspectos. Se curará en unas horas. - Se alejó un poco para mostrar aquella cicatriz que se desvanecía cada vez más. - ¿Lo ves? Moriría de tanto placer que me diste anoche antes que estos pequeños moretones. - El castaño dudaba de si creerle o no, estaba de más decir que la situación de su esposa seguía siendo un misterio para él y externos. La mirada de cachorro y las muecas poco convencidas le daban un aspecto sumamente tierno.- No dejaré que arruines nuestra luna de miel por eso. - Le dio un rápido beso en los labios. - Además, me encanta este sentimiento de adolescente hormonal, y no pienso dejar que me lo quites. - Acaricio su torso provovadoramente para ir a ponerse algo cómodo.

Guerrera Escarlata - Edward Cullen y Tu -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora