CAPÍTULO 22: "Desperto"

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Las heridas cicatrizaban poco a poco, el cuerpo de ___ volvía a su estado original. Como si se tratase de una planta a la cual se le dio agua después de mucho. Su piel, sus extremidades, su rostro, todo estaba recobrando su brillo, su vida. Había vuelto completamente en sí.

Alice miró el cuerpo en espera de algo. Todos se pusieron alerta, desesperados por qué algo pasará.

El pecho de la pelinegra comenzó a subir y a bajar, indicando la entrada voluntaria de aire. Edward rápidamente se acercó a su lado. Como si se hubiese tratado de una siesta para descansar ___ abría los ojos suavemente entre parpadeos, hasta que los abrió por completo. A pesar de que ya sabía como se sentía todo aquello, se había desacostumbrado enormemente. Escuchaba cada sonido, veía hasta la partícula más pequeña de polvo, se sentía extremadamente bien.

Miro sus manos donde se encontraba puesto su anillo, se levantó quedando al frente de Edward, quien la tomó por la cintura.

Edward: Nos sabes cuanto te extrañe. — Por fin, sus manos volvían a tocar aquel cuerpo tentativo sin la preocupación de quebrarle una costilla o afectar su embarazo. — Tenemos la misma temperatura. — Agregó, recordando aquella sensación extremadamente cálida que le brindaba la pelinegra.

Sin esperar más ___ lo abrazo con todo lo que tenía. Todos miraban aquella escena embriagándose de paz. La matriarca del clan había vuelto en todo su esplendor.

Edward: Amor. — Hablo un poco ahogado. — Te recuerdo que eres más fuerte que yo. — La pelinegra suavizó su agarre, debía moderar nuevamente sus fuerzas. — No me vayas a romper. — Soltó una risa adorable. ___ lo soltó completamente para tomarlo de las mejillas. — Extrañe tanto sentirte de esta manera. — La abrazo una vez más besando su cabeza.

___: Lo vi todo, todo lo que hiciste para que volviera. — Beso, su pecho. — Te amo.

Edward: Daría mi propia existencia solo para que el mundo pudiera seguir viéndote.

___ juntó sus labios con los del castaño, sus labios danzaban a la par mostrando su felicidad al poder tomarse una vez más. Se extrañaban, y era tan perceptible por la manera en la que se miraban. El beso duro unos segundos más, hasta que la presencia de los demás fue tomada en cuenta otra vez.

___ se acercó antes que nada hacía Carlo.

___: Ven aquí. — Lo abrazo. Juraba que de estar utilizando su don, Carlo se soltaría en llanto. — No sabes cuánto te agradezco lo que hiciste por mí.

Carlo: Yo. — Titubeo, no tenía palabras para decirle a la castaña lo mucho que se había preocupado.

___: Lo se. Debió ser muy difícil sentir mi dolor. — Lo miro de manera compasiva. Carlo sin duda necesitaba el consuelo y los ocasionales mimos que le ofrecía la matriarca. — Gracias Carlo, hiciste que todo este proceso fuese más llevadero. — Le mostró una sonrisa. — A todos. — Observaba a cada uno. Incluso le agradecía a Anton y Agna, que por el bienestar de ___ prefirieron irse sin un regreso definido. — Debió ser difícil para ustedes.

Carlisle: Solo hicimos lo que nos correspondía como tu familia.

___: Por cierto, ¿y mis bebés? — Busco en los brazos de todos ansiosa. Sin duda quería ver detenidamente a esas mejillas regordetas que, debido a su estado anterior, no había podido disfrutar correctamente.

Edward: Que tal si vamos a que casez primero. — Al ponerla frente a un espejo hizo que viera sus ojos negros. — Debes estar hambrienta.

___: ¿Suena raro si digo que quiero comida humana? — Recordó todo lo que tuvo que beber de sangre humana. Sería algo complicado superar aquello.

Guerrera Escarlata - Edward Cullen y Tu -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora