Capítulo 2 ⚪️

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Le toca pensar como detective, evaluar la situación antes de lanzarse por completo al embrollo. Sus opciones son limitadas, todo se reduce a una pregunta que se deriva en más preguntas: ¿cómo regresar? ¿Qué ocasionó el cambio? ¿Qué es real?

Son ríos sin información clara. Las brumas se cierran ante él con un último recuerdo: la caída. No hay nada más allá que esa caída, una imagen sin palabras. Algo que no ha pasado, pero puede sentirlo en el flujo de los acontecimientos, lentamente, Dazai los está conduciendo a eso, pero ¿por qué? Es otra pregunta en la que se ve incapacitado de responder y la que lo motiva a una nueva comitiva, tiene que salvarlo, evitar que salte de lo alto de aquel edificio. Pero ¿cómo? ¿Cómo dedicarse a algo en lo que está completamente ciego?

Y nuevamente piensa en la agencia. ¿Qué harían ellos en su situación?

No lo sabe. No sabe absolutamente nada. En ese mundo la posibilidad de acercarse a la agencia es imposible. No. Él no pertenece a ellos, no es su destino. No es lo que le corresponde. Es un completo inútil. Si tan solo pudiera hablar con Dazai... pero no puedo. Sobretodo con Dazai. No puede hablar de frente con su mentor. Su cabeza cruje en un molesto inconveniente, no sabe por qué en aquel mundo su superior es así: tan frío, cruel, distante. Profundamente oscuro. Como si no tuviera ninguna esperanza, y se pregunta qué tienen de diferente aquellos dos Dazai que conoce, ¿qué les cambió la vida? ¿Por qué uno lucha con la agencia, mientras que él otro opta por hundirse en la mafia? Porque hacia allá va. Saltar y caer, fundierse en un recuerdo borroso que le perfora la memoria. ¿Y después? Nada. Lechoso silencio. Sonido blanco. Una desesperación que al final vaticina con acabar con él mismo.

¿Cómo evitarlo? Y sin embargo, al momento de pensar siquiera en una posibilidad se recuerda que ese no es su mundo. Aquel asunto no le corresponde... pero no puede dejarlo así; saber lo que pasará y no morder ni un dedo.

¿Qué haría Dazai-san?

-Últimamente Dazai-san ha estado muy interesado en ti.

El comentario lo saca de sus pensamientos. Al tiempo de que se percata que se le está quemando el arroz.

-¿Eso crees?- pregunta sirviendo el arroz en dos platos, intentado ocultar la parte quemada debajo del curry.

Kyoka no le responde hasta que se sienta frente a ella en la mesa.

-Sí, demasiado- el truco de ocultar el arroz debajo de la salsa del curry no funciona, la chica separa los granos quemados con una destreza que no creería posible si no la estuviera viendo- has estado muy extraño estos días.

Sabe a que se refiere y duda en qué contestar, lentamente la conversación se va adentrando en terrenos en los cuales es incapaz de analizar de manera objetiva. Sus principios se ven enredados con lo que se supone que debería hacer, e igualmente se niega hacerlo.

-Si he hecho algo que te moleste, por favor dímelo, Kyoka-chan.

Kyoka baja la mirada, su semblante al igual que en su mundo no refleja nada, pero es capaz de interpretarla.

-No. No me molesta. Pero...- se interrumpe a sí misma, y ve que su mano tiembla, que está muerta de miedo de expresar realmente lo que siente.

-No te preocupes, no haremos nada que no quieras.

Tan pronto suelta esas palabras se recuerda a sí mismo que en esa realidad no debe intervenir. Él cause natural de esa línea temporal debe seguir tal y como estaba antes de su llegada, aunque, al ver la cara de la niña, esos ojos oscuros ocultándose detrás de sus pestañas, evitando verlo directamente a la cara, como si todo su alrededor estuviera cubierto de sangre y no pudiera apartar la vista de ella, en esas circunstancias no puede dejar que las cosas continúen así. No quiere hacerlo.

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