Capítulo 5 ⚪️

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El mar brilla, los destellos dorados del mar se extienden por la arena hasta llegar hasta él. El mar luce asombroso, amplio y limpio, fundiéndose con el cielo azul. Huele a libertad y sal, una sal luminosa, clara. Le gusta ahí, y corre tras las olas cuando retroceden y regresa  cuando se le acercan tempestuosas. Una risa genuina se le escapa de la garganta, una carcajada que rompe el bullicio del mar y las aves marinas.

Es cuando vuelve a regresa hacia la playa que su vista se detiene en Dazai.  La ola le golpea con fuerza, y un sonrojo surca toda su cara.

-¿Te estás divirtiendo?- le pregunta mirándole de reojo, solo una ligera mirada antes de regresar a la profundidad del mar, allá donde los reflejos se combinan en un discordante claroscuro.

Se sonroja, sabe que se sonroja pues no esperaba verlo ahí parado. No esperaba captar su mirada y describirle borrando una sonrisa melosa para fingir haber estado el mar. No esperaba que Dazai le estuviera mirando y mucho menos con esa mirada,  con esa sonrisa. Una sonrisa nostálgica, un tanto triste pero también verdadera sin rasgo de falsedad.

La ola le golpea, le empapa de pies a cabeza y Dazai vuelve a sonreír aunque disimule no haberlo hecho.

-Venga conmigo, Dazai-san- le propone.

-No, no quiero parecer un gatito mojado como tú- dice con un dejo de mofa, mas la burla no le molesta, le motiva de hecho a acercarse al mayor quien le rehuye- ¡Oh, no! No te acerques, ya me convenciste de dejar a la mafia con tus encantos, no vas a convencerme de que me meta contigo al mar, además, me acabo de cambiar las vendas y no quiero...

Pese a sus quejas no hace ni el mínimo ademán de alejarse, solo le advierte con palabras que ni siquiera se oyen demasiado convincentes. Antes de que termine su queja lo abraza, dejándolo mudo, inmóvil. Lo siente rígido tras sus brazos, pero lentamente esa inmovilidad se va calmando, al punto de sentir sus manos tomando su espalda, suave y apenas un roce, pero lo siente.

-¿Quiere que nos vayamos, Dazai-san?

-No, te estabas divirtiendo, si quieres podemos quedarnos un rato más. Ahora suéltame que estás mojándome.

Lo suelta con le pide y al alejarse descubre porque se ha tardado tan poco tiempo cambiándose las vendas.

-No se cubrió el rostro- le dice notando aquel detalle,  por eso estaba en la playa antes de lo que esperaba y se siente realmente tonto al darse cuenta mucho después de verlo.

Pero a Dazai no le importa, le sonríe y ladea la cabeza.

-Tardaste tanto en procesarlo porque mi belleza te atonta las neuronas- pese a la arrogancia del comentario por su manera de expresarlo en realidad suena como una argumento válido.

-Creo que no me di cuenta por qué al final siempre le quitó las vendas- su comentario no tiene segundas intenciones, se basa en la verdad. Cada vez que lo toma de la cara ese vendaje rebelde le termina escurriendo por la cara.

La sonrisa pícara de Dazai le dice que ha cometido una indiscreción.

-¿Me las acabo de poner y lo primero que piensas es en quitármelas? Qué atrevido, Atsushi-kun.

Siente el sol sobre su cabeza carbonizándolo por completo, niega con la cabeza y con las manos y con todo lo que se pueda negar en un profundo nerviosismo. Niega todo lo que puede obteniendo una pequeña risa por parte del mayor. Es raro oírlo reír, por lo que le mira en medio de sus negaciones y descubre que tiene parte de razón. Quiere abrazarlo entre sus brazos y quitarle cada venda para besar cada herida de su cuerpo. Para su sorpresa Dazai le toma de la mano, aunque había dicho que no lo tocara porque estaba mojado y también para su sorpresa le da un beso en la mejilla, aún considerando que con el acercamiento podría mojarse.

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