Capítulo VIII - Problemas en el sueño

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Bakugo estaba adolorido por alguna razón, especialmente en la parte del cuello, gruño en forma de queja, se sentó sobre el pasto, su cuerpo se sentía entumecido al moverse, pero no era algo que no pudiera soportar.

Se percató que se encontraba en el tan acostumbrado valle en medio de un sueño, aunque no recuerda en que momento se había quedado dormido y lo último de su memoria era algo difuso, hubo una pelea, o eso creía. Chasqueo la lengua, pensaba que ya controlaba totalmente su parte demoniaca, pero todo apuntaba que le quedaba un largo camino por recorrer para que eso suceda.

Después de unos minutos, por fin se levantó y como ya era costumbre buscó al bicolor, pero a diferencia de las veces anteriores, no lo veía por ningún lado. En su lugar, lo que podía advertir que era distinto, era el anillo de su cuello, se movía de manera inquieta por debajo de su camisa; curioso y extrañado lo sacó para observar la joya, la cual se encontraba tratando de tirarlo hacia una dirección en específico y cada vez ejercía más fuerza, que fue inevitable ir directo al sitio donde indicaba.

El pelicenizo no tuvo de otra que correr siguiendo las indicaciones del anillo. Mientras corría a través de la arboleda de la cual se había adentrado, pudo observar como el paisaje iba cambiando de forma gradual, la luna poco a poco se ocultaba sobre densas nubes, sumiendo lentamente el lugar en oscuridad.

El hombre lobo se detuvo por unos segundos, pensando en que haría a continuación, no es que en la oscuridad quedara totalmente ciego, sus habilidades le permitían percibir mejor las cosas que un humano normal; sin embargo, también era cierto que sus sentidos disminuía considerablemente.

La joya fue insistente al descubrir como se había detenido, volvió a tirar de él. Bakugo no tuvo de otra y continuó su trayecto.

Conforme pasaba los minutos, cualquier ruido que pudiese existir fueron silenciados, dejando únicamente el sonido de sus propias pisadas y de su respiración rápida, eso le estaba causando cierta ansiedad, incluso creyó que lo mejor sería volver y talvez venir con el bastardo, pero recordó el pequeño detalle de que por ahora no podía ver, aunque siendo honestos tampoco es que se pueda mirar mucho por aquí.

Considerando la idea, estuvo a punto de dar media vuelta, cuando escuchó de repente.

—¡Katsuki!

Era Shoto. Asimismo su voz venía en la dirección donde la oscuridad devoraba cualquier vestigio de luz. No lo dudó dos veces y fue directamente hacia el lugar.

—¡Katsuki! —volvió a escuchar el llamado.

—¡Shoto! ¿Dónde estás? —intentó averiguar su ubicación siguiendo el sonido de su voz.

—¡Katsuki! No vengas aquí —advirtió, su voz sonaba con urgencia.

—¿Qué?

—¡Vete de una vez!

El hombre lobo, escuchó ramas quebrándose que se aproximaban hacia él. De repente...

¡PUM!

¡PUM!

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Luna Roja [Todobaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora