Capítulo 6

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Mientras caminaba por los pasillos de la casa, inhalé profundamente, llenando mis pulmones con determinación. Las palabras que había ensayado en mi mente se repetían una y otra vez, como un mantra susurrado en silencio. Cada paso me acercaba más a la puerta de la oficina de mi padre, donde sabía que tendría que enfrentar una conversación difícil pero necesaria.

Al llegar frente a la puerta, tomé un bocado de aire, tratando de calmar los nervios que bailaban en mi interior. Sentí como si estuviera a punto de adentrarme en un territorio desconocido, pero sabía que era el momento de expresar lo que llevaba guardado en mi corazón.

Al abrir la puerta, me encontré con la imagen de mi padre sentado en su escritorio, la luz de la lámpara sobre él proyectando sombras en su rostro cansado. La pantalla de su laptop iluminaba sus ojos, reflejando la dedicación y el compromiso que tenía con su trabajo. El escritorio rebosaba de documentos, notas adhesivas y otros objetos que denotaban su vida ocupada. Parecía estar absorto en su mundo virtual, sin percatarse de mi presencia.

Me senté en uno de los sillones de cuero justo enfrente de él, sintiendo la fría superficie bajo mis manos. Jugué nerviosamente con los pliegues de mi pijama, buscando algo familiar que me diera consuelo en ese momento de incertidumbre. A pesar de la cercanía física, parecía haber una barrera invisible entre nosotros, un muro construido por la falta de comunicación y la rutina diaria.

A pesar de que no había tocado antes de entrar, mi padre no levantó la vista ni me dirigió una mirada. El ruido de las teclas de su laptop era la única banda sonora en la habitación. Sin embargo, decidí no desanimarme y aproveché ese momento de silencio para reunir mi coraje y encontrar las palabras adecuadas para expresar mis sentimientos.

—Paa, no me quiero meter en tu vida amorosa, pero en serio preferiste irte con la novia que tienes de "viaje de negocios", pero, ¿A mí no me quisiste llevar?

—Sabes que es diferente, despues te voy a llevar de viaje a ti, deja de molestar.

—Si no querías llevarme para pasar tiempo a solas con ella me lo hubieras dicho, no era necesario mentir. Ya sé que al final siempre sales con una y con otra, no me iba interponer.

—Ya te dije que después te llevo de viaje a tí, no tengo tiempo para estarte explicando cosas que no te incumben.

—Está bien.

En ese instante, me di cuenta de que no podía seguir ilusionándome al intentar tener una conversación.

papá ausente -jjk Donde viven las historias. Descúbrelo ahora