Prologo: Liberada

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La mesa del fénix merodeaba las afueras de una universidad abandonada.

Habían pasado 100 años desde que pisaron estas instalaciones. Estaban sumamente descuidadas y las paredes se encontraban al punto del colapso.

El líder de los caballeros sonrió de oreja a oreja al ver su destino. Un hombre que estaba a lado de él preguntó:

-Señor, ¿Estás seguro que es buena idea venir aquí?

-Alexander, ¿tienes idea lo que se esconde detrás de las paredes de esta vieja universidad?

-¿Y si ese tesoro no son más que rumores?

-¿No conoces la historia de este sitio y porque la cerraron en primer lugar?- el jefe miró la entrada-. Fue donde se llevo acabo la pelea entre ben 10 y la bruja del caos.

-Señor, conozco la historia, pero deberíamos retirarnos, tengo un mal presentimiento-. Intentó protestar su mano derecha.

-¿Acaso tienes miedo?- dijo la cabecilla amenazantemente-. ¿Olvidaste el juramento que le hiciste a la mesa del Fenix?

El lacayo bajo la mirada sumisamente.

-Si rey Arthur, la palabra del rey es la ley.

No importaba que tanto protestara, o los mil argumentos que dieran a la razón, "la palabra del rey es la ley", siendo una de las cabezas de la mesa del Fenix no podía convencerlo de irse. Solo le quedaba esperar lo peor.

-Perfecto-. Sonrió Arthur con satisfacción. Camino en frente y declaró-. Muy bien mesa del fénix, derriben la pared, vamos a buscar el tesoro.

Con esto, varios hombres, usando una bola de demolición, destrozaron uno de los muros que tenían en frente, abriendo paso al resto de la tropa, que se aventuró a los confines del centro educativo abandonado.

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Protegiendo a su líder, los caballeros apuntaron en todas direcciones con sus armas láser, atentos al peligro. El rey Arthur seguía con una amplia sonrisa, caminando en los confines del lugar.

Los casilleros estaban oxidados, había grietas por las paredes de concreto, una que otra mancha de moho y algunas telarañas. La única fuente de luz que tenían eran las linternas que portaban sus armas.

Bajaron las escaleras, y antes de que pudieran avanzar más, se toparon con un intruso, apuntaron con sus pistolas, solo para percatarse de que se trataba de un hombre de avanzada edad, barriendo los pisos como si nada.

-Buenas noches caballeros- dijo el anciano tranquilamente mientras seguía su labor, ignorando el hecho de que estaba amenazado.

-Quédate quieto o te dispararemos-. Dijo el rey delante del anciano.

-Los que deberían preocuparse son ustedes, no saben lo que se esconde abajo-. dijo el anciano con total seguridad.

-¿De que hablas anciano?, ¡dinos donde ocultas el tesoro!- el líder agarró de la ropa al viejo conserje.

-¿Un tesoro?, no hay ningún tesoro abajo, lo único que encontraran será un destino peor que la muerte-. Dijo el conserje sin borrar la sonrisa de su rostro.

Molesto, lanzó al anciano contra una pared, pese al dolor, este se puso de pie y continuó con su advertencia:

-No saben con lo que se están metiendo.

Siguieron su camino, ignorando al viejo conserje.

Alexander tragó saliva, temiéndose lo peor.

Se adentraron en las profundidades de la universidad, encontrando una gran puerta de madera de estilo medieval antiguo, con un sello mágico bloqueándola. El líder sabiendo esto de antemano, sacó de su bolsillo una bolsa de tela, cuyo interior tenía un extraño polvo rosado brillante.

El caballero dio un soplido, esparciendo el polvo por la runa. En un momento, el hechizo que bloqueaba la entrada, como cristal, se agrieto lentamente, rompiendo el sello, mientras los fragmentos caían lentamente al piso, el rey tenía una sonrisa de satisfacción.

Abrieron la puerta, solo para encontrarse con una pequeña decepción: Lo que esperaba encontrarse del otro lado, era una habitación bañada en oro y adornada con gemas preciosas, en lugar de eso, era un cuarto iluminado por unas cuantas velas con flamas rosadas, una runa brillante en el suelo, y en el centro de todo, una muñeca tótem, era más pequeña que la palma  de un niño, y parecía estar echa de piedra con marcas violetas adornando su cara.

El rey pese a su desilusión, decidió de todas maneras llevarse a la muñeca, ya que había estado buscando el tesoro por mucho tiempo, y pensó que tal vez dicha figura tenía valor.

Antes de poder tocarla, un temblor hizo estremecer la sala, los presentes miraron sus alrededores, pensaron que se trataba de un terremoto.

Hasta que, la figura de piedra brilló, creando un as de luz, que cegó a los presentes por un momento. Cuando recuperaron la visión, la muñeca ya no estaba. En su lugar, se encontraba una bella mujer, de pelo blanco, ojos violetas, y de labios negros.

Todos los hombres en armadura se quedaron expectantes al verla.

La misteriosa mujer sonrió, levantó una de sus manos con lentitud y de ella se emano un destello rosado que disparo una ráfaga de energía a uno de los caballeros, haciéndole un agujero en el estómago, sus miradas de confusión cambiaron a miedo, todos ellos levantaron sus armas y dispararon.

Sin embargo, la mujer de pelo blanco, creó un escudo que la protegió de los disparos de plasma. Levitó con lentitud, poniéndose en el centro de todo, del suelo salieron raíces que terminaron atravesando las cabezas de algunos de ellos.

Los hombres se vieron obligados a huir, el líder estaba paralizado del terror y con voz temblorosa dijo:

-No, no... ¡Aléjate de mí maldita bruja!

Retrocedió lentamente, y por un descuido, terminó tropezándose con un pedazo de concreto, cayendo de espaldas al suelo, siguió retrocediendo, arrastrándose boca arriba por el frío piso.

-Awww, te vez tan tierno estando asustado-. Comentó la mujer sarcásticamente-. Aunque me pregunto. ¿Dónde está un chico muy guapo llamado Ben Tennyson...? me imagino que tu debes saberlo ¿no?

-¿Quién eres...?- preguntó el hombre asustado.

-No me digas que no se acuerdan de mí, es tan triste, y hablando de recordar, dime, ¿dónde están mi bolsa y mi libro?

Heir 4: Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora