⎖ Capítulo 8

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Yoongi
(punto de vista)




Recuerdo la gran parte de los últimos meses como los más irritantes de toda mi miserable vida. Todo había estado en perfecto estado antes de la llegada del tutor. Nadie me molestaba en los pasillos, ni se colaba a altas horas de la noche en la cocina, ni se tomaba las molestias de arreglar el jardín, o de limpiar la sala que había abandonado, o de hablar sobre ese maldito festival. Nadie había sido tan entrometido ni impertinente. Pero había una sola cosa que me obligaba a mantener a ese molesto tutor bajo mi techo: August.
El mocoso se había encariñado por primera vez con un tutor y no le quitaría eso, después de mi ausencia en su vida, no me sentía con el derecho de alejarlo de la única persona que verdaderamente podría ayudarlo a no terminar como yo.  

—Disculpe su excelencia. —Escuché la voz de Jungkook, el mayordomo.

—Habla.

—Es un honor contar con su presencia en el palacio. —Hizo una leve reverencia, posando su mano de manera elegante en su pecho y la otra tras su espalda. —Debo informarle los acontecimientos semanales.

—Te escucho. —Lo invité a proseguir.

—El joven August ha asistido a todas sus clases, demostrando ser muy hábil con la esgrima, el latín y la jardinería. —Cruzó sus manos tras la espalda. —Fuera de sus horarios, se ha mostrado alegre, leyó, tocó el piano y jugó con su pelota en el jardín.

—Perfecto. —Dije complacido. Había contratado al mayordomo hace unos años, era bastante joven por aquellos tiempos, y lo seguía siendo, pero su lealtad era inquebrantable. Me mantenía informado de todo lo que August hacía y eso me permitía mantener mi distancia del niño, pero estar atento a él al mismo tiempo.

—Pero... debo informarle que, el día después de que usted se fuera, el joven duque fue a la ciudad, en el auto, acompañado de su tutor. Volvieron antes del atardecer con elementos de jardinería, dulces y juguetes.

—Así que el tutor lo llevó a la ciudad. —Apreté los dientes, tensando mi mandíbula.

—En efecto. —Asintió y luego agregó. —Se lo ha visto muy alegre después de eso.

—Bien ¿eso es todo? —Dije frunciendo el entrecejo.

—Han llegado algunas cartas, se las he dejado sobre su escritorio en la mañana. Eso es todo, su excelencia. —Se retiró con mi permiso.

Caminé hacia mi despacho enseguida, no tenía ganas de ver a nadie. No tenía ganas de cruzarme con el tutor, estaba tan irritado con su comportamiento y era probable que ambos iniciemos una nueva discusión.
Pasé mi mano por mi cabello, deslizandolo hacia atrás y soltando un suspiro de frustración. Cerré con llave la puerta de mi despacho y luego observé todo a mi alrededor, los estantes llenos de libros, el sofá, la chimenea, los ventanales, mi escritorio color caoba.
Estar dentro de estas cuatro paredes era lo único que me mantenía en eje y desconectado de cualquier tipo de recuerdo. Fuera de aquí, cada parte del palacio, cada objeto o lugar me traía recuerdos. Era insoportable como cada esquina de mi hogar me atormentaba con el fantasma de mi pasado, algo de lo que nunca podría llegar a librarme. Podría escapar de todo y de todos, pero siempre mi pasado iba a estar allí, recordándome cuan miserable era y lo destinado a morir sólo e infeliz que estaba. Mi verdad estaba en los ojos de August, esos ojos color océano que se encendían cada vez que me miraban, y que se apagaban cada vez que lo apartaba de mi.

❝Metanoia❞ ﹙Yoonmin﹚ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora