Rehabilitación

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Primer día de Donatella en el centro de rehabilitación.

—Señorita Lancasster, tome asiento —ordenó una de las asistentes.

—Entendido —respondió Donatella, con una amable sonrisa, mientras tomaba asiento. Donatella se acomodó y comenzó a leer el prólogo de aquel libro que había sostenido durante todo el camino.

Al otro lado de la habitación se encontraba el doctor Jacob Petróv. El prestigio de Petróv era ampliamente reconocido; se había especializado en diversas ramas de la medicina y, además, era el nieto de Michael Petróv, quien fundó la clínica de rehabilitación.

Jacob era conocido por su vanidad y prepotencia; le gustaba ejercer control sobre todo el personal a su cargo. A pesar de su destacada inteligencia y habilidades, no era precisamente querido por sus colegas.

El psicólogo originalmente asignado para atender a Donatella había solicitado unos días libres debido a asuntos personales, y el resto de los médicos se encontraba ocupado con otros pacientes. Por lo tanto, no quedaba otra opción que pedirle a Jacob que se hiciera cargo.

—Doctor Petróv —se acercó su asistente.

—¿Qué ocurre? —inquirió Jacob.

—Tenemos una nueva paciente, y el doctor Smith no podrá atenderla.

La nerviosidad de la asistente era palpable.

—¿Y qué espera que haga? —respondió él, de manera prepotente.

—Pensaba solicitarle que la atendiera; usted es el profesional más capacitado de la clínica.

—¿Por qué se supone que debo hacerlo? —preguntó Jacob.

—Nuestra agenda está sobrecargada, y no hay otro médico disponible en este momento —respondió la asistente.

—Entonces, que busque atención en otra clínica.

—Es importante destacar que se trata de la nieta de Nicholas Lancasster...

—No me importa. No he solicitado esa información.

—Su atención sería temporal, hasta que el doctor Smith regrese y pueda hacerse cargo de ella.

—Es irritante tener que lidiar con las consecuencias de la irresponsabilidad ajena.

—Entiendo su posición.

La asistente sabía que debía darle la razón a su jefe, pues era bien conocido por su temperamento.

—Quiero verla.

—Permítame acompañarlo a la habitación de la paciente —sugirió la asistente.

Jacob caminó junto con su asistente hacia el consultorio, mientras ella le explicaba quién era Donatella y la razón de su ingreso.

—¿Es ella? —preguntó Petróv al ver a Donatella a través de la ventana.

—Sí, doctor —confirmó su asistente.

—Retírese; me encargaré de su evaluación —ordenó él.

—No dude en llamarme si necesita algo.

Jacob ingresó rápidamente al consultorio donde Donatella lo esperaba.

—¿Donatella? —preguntó Jacob.

—Sí, soy yo —respondió Donatella, amablemente.

—Soy Jacob Petróv; es un placer conocerte —se presentó él con una sonrisa amable.

En busca de tu voluntad: Nada puede obstruir nuestra conexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora