Amalfi

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Dos semanas después...

Eran las seis de la mañana, y Donatella aún dormía, pero el cansancio de Joseph había desaparecido por completo. Él besó suavemente la mejilla izquierda de su amada, se estiró durante unos segundos y luego entró en la ducha. Esa mañana, Joseph se levantó lleno de emoción, pues tenía algo en mente.

Al terminar su ducha, Joseph seleccionó un hermoso vestido de escote asimétrico en color hueso, lo colgó frente a la cama y dejó una nota sobre él. La nota decía: "Compré este vestido para ti hace meses, un vestido tan radiante como una perla en el mar de mi amor por ti, pero guardé este pequeño secreto porque quería encontrar los zapatos perfectos para acompañarlo. Aunque, debo confesarte que no soy muy hábil en esa tarea, así que he decidido que tú seas la artista de tu propio estilo, eligiendo los zapatos de tu gusto. Cuando vi este vestido, solo podía pensar en lo hermoso que te quedaría y en cómo robarías la mirada del sol. Estaré en el auto esperándote. No te preocupes por el tiempo, siempre vale la pena esperar lo que realmente deseas. Con amor, Joseph".

Después de eso, Joseph se dirigió a su vestidor para seleccionar su mejor colonia y traje. Una vez listo, llamó a su asistente para que comprara dos boletos a Italia. ¿Qué estaría planeando?

Una hora más tarde, Donatella se despertó, ansiosa por ver a Joseph a su lado. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que él no estaba a su lado. Se levantó y, al moverse, sus ojos se posaron casualmente en el vestido de escote asimétrico que estaba colocado cerca. Se acercó a la prenda y tomó la nota que él había dejado escrita. Después, con la prisa del entusiasmo, se apresuró a arreglarse. Una vez lista, descendió hacia el lugar donde Joseph la esperaba.

—¡Joseph! —Donatella parecía angustiada, reflexionando sobre cuánto tiempo había estado esperando a Joseph en esa situación.

—¡Buenos días, mi amor! —Joseph la saludó con entusiasmo, su rostro iluminado por una emoción palpable.

—¿Qué está ocurriendo? —Donatella notó la decoración cuidadosamente arreglada en el automóvil y se preguntó qué podía significar.

—Es para ti.

—¡Qué hermoso! Pero, ¿qué está sucediendo?

—Tengo dos boletos con destino a Amalfi...

—¿Estás hablando en serio?

—Donatella —Joseph extendió su mano con gracia—. ¿Quieres visitar Italia conmigo?

—¡Mi amor! —Donatella respondió con un toque de emoción y gratitud al tomar su mano.

Ambos entraron al lujoso automóvil y se dirigieron al aeropuerto, con el cielo teñido de tonos dorados al amanecer. Los primeros rayos de sol iluminaban el día, un reflejo perfecto de su amor.

—Es un vuelo abierto. ¿Quieres desayunar primero? —preguntó Joseph, con una sonrisa cálida que hacía brillar sus ojos como el sol de la mañana.

Donatella asintió, y Joseph le pidió a su chofer llevarlos a un lugar especial, un rincón íntimo y romántico que conocían solo ellos dos.

—¿Tienes idea de lo afortunada que me siento al estar contigo? —preguntó Donatella, mientras se acurrucaba junto a Joseph, sintiendo el latido de sus corazones en sintonía.

—Créeme, el único afortunado aquí soy yo, por tenerte a mi lado y poder compartir este momento contigo —respondió Joseph, acariciando suavemente la mejilla de Donatella.

—Joseph...

—Dime, Donatella.

—Soy muy feliz a tu lado. Tú haces que mi mundo sea un lugar lleno de amor y alegría, como un jardín de rosas en plena primavera.

En busca de tu voluntad: Nada puede obstruir nuestra conexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora