La neblina mental conduce a decisiones inesperadas

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A la mañana siguiente...

Eran las cinco de la mañana, y Donatella aún descansaba, brindando a Jacob la oportunidad de ausentarse durante unas horas. ¿Hacia dónde se encaminó Jacob? Su destino lo llevó hasta la residencia de su abuela, situada en una colina distante del resto de la ciudad.

—¡Abuelita! —lo saludó con entusiasmo.

—¡Pero si es mi nieto favorito! —respondió su abuela, Calíope Petróv, con alegría.

Aunque la emoción de su encuentro era palpable, Jacob llevaba la tristeza en su mirada, un detalle que la perspicaz abuela no pasó por alto.

—Viniste a contarme algo, ¿verdad? —indagó ella.

—Abuelita, yo... —Jacob parecía nervioso.

—¿Qué sucede, querido?

—Será muy difícil para mí decirlo...

—Soy tu abuela, inténtalo.

—He sido muy poco profesional —confesó Jacob.

—¿De verdad?

—Sí, y... si alguien decide acusarme, podría dañar mi reputación.

—Entonces ¿por qué lo hiciste?

—Abuela, estoy enamorado.

—¡Qué maravilloso! ¿Y qué hay de malo en eso?

—Siéntate.

Mientras tanto...

Joseph se encontraba en la cabaña, un lugar que había permanecido en silencio durante meses. Durante años, este refugio había sido su escondite secreto, un rincón personal donde hallaba paz, meditaba y gozaba de la soledad. No obstante, todo había cambiado desde que Donatella había irrumpido en su vida, transformando la cabaña en un santuario de recuerdos de su amor compartido.

Se dejó caer en la cama por un momento, con la ventana abierta de par en par. Su cabeza reposaba en una de las almohadas, y a través de la ventana, los recuerdos comenzaron a inundarlo. Recordó una batalla de almohadas y cómo Donatella había huido hacia el río, cómo él la había rescatado y cómo ella, en un momento de fragilidad, lo había llamado "Joe" por primera vez.

No había sido el comienzo de su historia de amor que Joseph había imaginado, pero si pudiera volver atrás en el tiempo, dejaría que las cosas se desarrollaran tal como lo hicieron. Su relación había sido hermosa y única, y ninguno de los dos había previsto el profundo impacto que tendrían en la vida del otro. Parecía que el destino siempre los había mantenido unidos, como si estuvieran conectados de alguna manera inexplicable, lo que solo intensificaba su amor.

No obstante, ahora se cernían dudas y oscuras incertidumbres sobre su futuro. ¿Joseph tendría el valor de volver a la clínica? ¿Donatella podría escapar algún día de ese oscuro lugar? ¿Jacob alcanzaría su objetivo? No tenía respuestas claras, y sentía que debía actuar con premura o temía que todo se desmoronara irremediablemente.

Se levantó de la cama y se dirigió hacia su automóvil. Las palabras de Pamela resonaban en su mente, instándolo a hablar con sinceridad y a no permitir que Petróv lo convirtiera en un villano. Sin embargo, en cuestión de minutos, su determinación vaciló.

Donatella estaba sola, sin amistades verdaderas y habiendo arrastrado consigo un pasado plagado de desafíos. Quizás, en un acto de desgarradora tristeza, lo mejor para ella sería liberar a Joseph de su vida.

Y mientras tanto, cerca de las colinas...

—¿Cómo pudiste hacer eso, Jacob? —inquirió Calíope, notablemente molesta.

En busca de tu voluntad: Nada puede obstruir nuestra conexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora