Al alba del día siguiente, aproximadamente a las seis de la mañana, Pamela, la asistente personal de Joseph, lo llamó. Joseph estaba sumido en un sueño profundo, pero el sonido insistente de su teléfono logró despertarlo. Se las arregló para responder en su estado somnoliento.
—¿Sí? —contestó Joseph con voz adormecida.
—Señor Buunk, soy Pamela. Los representantes de Macao quieren cerrar el trato en una hora.
—¿En serio? —preguntó Joseph, una chispa de emoción encendiendo sus palabras.
—Sí, lo están solicitando. Quieren encontrarse en Stilcoffefuld.
—Necesito que vayas conmigo, Pamela. Tu dominio del idioma será esencial.
—Por supuesto, estaré lista a tiempo.
—No, iré a recogerte después de una ducha.
—De acuerdo, jefe.
Joseph se encaminó hacia la ducha y, tras un rápido aseo, seleccionó con cuidado su atuendo, eligiendo un traje elegante y colocando un pañuelo de seda morado en su bolsillo.
Después de unos minutos, Joseph recogió a Pamela y se dirigieron hacia Stilcoffefuld.
—¿Estás emocionado, señor Buunk? —preguntó Pamela.
—Mucho. No puedo esperar para contarle a Donatella en unas horas —respondió Joseph con entusiasmo.
—¿Han mejorado las cosas entre ustedes?
—Siendo sincero, creo que cada día va a peor. Ayer la hice llorar, y estoy seguro de que hoy no querrá verme.
—Debe ser honesto con ella.
—No puedo. Uno de los motivos por los que está allí es por su salud mental, y contarle todo no la ayudaría en absoluto.
—Si no está dispuesto a decirle lo que ese doctor planea, al menos sea amable con él en su presencia.
—No puedo hacerlo. Lo intento, pero...
Joseph estaba visiblemente alterado, incapaz de expresar completamente sus pensamientos.
—No debí decir eso —se disculpó Pamela.
—No, tienes razón, pero siento que está más allá de mis posibilidades. Ayer el doctor insinuó que Donatella estaba interesada en él, pero estoy seguro de que lo hizo solo para provocarme.
—¿Ve? Estoy segura de que ella no tiene idea de lo poco profesional que es ese doctor ni de lo que dice a sus espaldas. Ella lo ve desde una perspectiva diferente debido a su vulnerabilidad. Usted debería ser consciente de eso y no actuar como el villano de esta historia —aconsejó Pamela.
—Tienes razón, Pamela. Estoy haciendo que ella me odie.
—Lo importante es que usted se dé cuenta de eso. Será un gran apoyo para ella.
—Aprecio mucho que estés dispuesta a escucharme —agradeció Joseph con una sonrisa sincera.
—No tiene por qué agradecer —Pamela respondió con humildad.
En ese preciso instante, Joseph recordó que había recogido su correspondencia antes de salir de casa, pero no había tenido tiempo de revisarla. Se volvió hacia Pamela en busca de su ayuda con una mirada inquisitiva.
—Pamela, ¿podrías brindarme tu ayuda? —solicitó Joseph con elegancia.
Pamela asintió con gracia y tomó la carta, abriéndola con cuidado. Era una misiva de Nicholas:
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En busca de tu voluntad: Nada puede obstruir nuestra conexión
RomanceLas vicisitudes de la vida de una joven la conducen a encrucijadas desafiantes, donde se verá inmersa en un dilema entre el amor y la posesión ejercida por un tercero que emplea la vulnerabilidad como una arma afilada. Ante ella se despliegan decisi...