🕷️ 3 🐇

45 7 0
                                    

Charlie

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Charlie...

Cuando finalmente reuní toda mi fuerza, me giro por completo y al encontrármelo frente a frente, suelto un grito desgarrador. Su intensidad parece querer rasgar mi garganta, tan feroz y profundo, como si emergiese desde lo más hondo de mi ser.

Este extiende sus extrañas extremidades hacia mí, por lo que retrocedo con rapidez, pero él se sigue acercando cada vez más, otro paso hacia atrás, otro acercamiento de su parte. Aun sin apartar la mirada de él que aún no se ha revelado, sigo alejándome hasta que la barra de la cocina obstruye mi paso, regalándome un fuerte golpe en mi costado derecho que me hace soltar un berrido ante el dolor provocado.

—¡Uy, eso debió doler! — un jadeo escapa de mis labios al escucharlo hablar, confundida parpadeo varias veces y aún sigue allí, de pie a escasos centímetros de mí.

Carraspea.

—Es decir, ¡AUH! ¡Soy un fantasma y quiero que te largues de aquí o si no te asesinaré, doncella!

—Así le hacen los lobos, idiota —

—¿Entonces como le hacen los estúpidos fantasmas?

—No lo sé, ¿¡Boo!?

—¿Boo? Llevas más de tres décadas muerto y ¿aún no sabes cómo le hacen los malditos fantasmas? —cuestiona incrédulo

—Ah, no lo sé. Solo asústala y vámonos de aquí.

Con la boca seca y el tremendo susto, trato de ponerme de pie, voy tentando con mis manos los muebles de la cocina para poder encontrar un soporte y lograr ponerme de pie. Al lograrlo, voy despacio hasta la pared donde el interruptor se encuentra, lo levanto dándole paso a la luz de la bombilla que vacila un poco para después encender. La cocina queda totalmente iluminada.

Busco el origen de esas voces que aún siguen peleándose, allí están dos figuras cubiertas por sábanas blancas de seda, aquellas que le pertenecían a mi abuela Stella Collins.

—¿Quiénes son y cómo han entrado a mi casa? — pregunto al tomar el rodillo que mi padre Frank utiliza para la cocina —

—¡Por tu culpa nos ha pillado! —refunfuña—. Nunca puedo asustar a los vivos desgraciados por tu culpa.

—¡Arg! —se queja el otro de mala gana —Solo guarda silencio, Logan.

—Demonios, ya dijiste nuestro nombre, pedazo de imbécil.

—No digas malas palabras, sabes que te ves mal diciéndolas.

—Yo puedo decir las groserías que se me den la reverenda gana, no eres mi madre.

—Por suerte, ahora veo por qué estás muerto.

El chico hace un ruido de indignación lo que me hace darme cuenta de que en efecto me han ignorado y siguen peleando entre ellos.

Dante [ NUEVA VERSIÓN ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora