capítulo dos: Solo dolor

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Narra: Massimo.

-Muy bien-el viejo se aleja de mi. Odiaba tener que estar en este lugar, odio los hospitales y tener que lídear con médicos. Aunque mi familia hay muchos de esos, no lo se. Quizás sea de allí mi odio por los doctores, quizás, por que jamás pertenecí a su familia. De que no estuvieron para mi cuando más lo necesitaba, y ahora, ahora no deseaba saber nada de ellos. Aunque aún, se más de ellos de lo que me gustaría saber-¿Has estado siguiendo mis indicaciones?.

-Solo tengo insomnio doc. No es para tanto.

-Por supuesto que es para tanto-la castaña se acerca a mi. Frunciendo el ceño y un tanto amargada-¿O realmente piensas que un pianista que no duerme, tiene la misma función que un pianista que descansa lo que necesita, dime, acaso has perdido la cabeza?-me bajo de la camilla. Para así inclinarme un poco hacía ella y mirar directamente a sus ojos verdes.

-Si realmente deseas hacer este papel. Por mi no hay problema, pero no una vez por todas, te voy diciendo que no lo acepto. Que no acepto mantenerme adormilado todo el tiempo, solo por que dos personas sin sentido común, así lo desean.

-¿Pero que es lo que dices?-su rostro, solo me indicaba que estaba aún más enojada que hace unos instantes-¿Acaso estás escuchando lo que estás diciendo?. Maldita sea Massimo, no te estoy pidiendo que tomes tú medicamento varias veces al día, solo cuando vallas a dormir. Que no puedes presentarte como un zombie, que eso no nos conviene, ni ha ti. Ni mucho menos a mi.

-No importa lo que digas. No pienso hacer lo que desean, debes entender que ese medicamento, no solo me hace contraer una gran migraña, sino el simple hecho, de no poder despertar cuando lo desee.

-¿Porque no solo lo dices?. Es por tu maldita obsesión de mantener el control, debes entender que no estamos haciendo esto por un mal. Es todo lo contrario, me conoces, y sabes que sería incapaz de hacer algo que te cause dolor.

-¿Realmente te conozco?-en su rostro llegó la confusión. Y si, sabía que mis palabras están llenas de mucho veneno, pero no puedo, este soy yo y ella decidió aceptarme de esta manera.

-¿Perdona, que es lo que tratas de insinuar mísero estúpido?. Que no sólo soy tu mánager, que también soy tu amiga y alguien en el cual puedes confiar ciegamente. De que siempre estaré de tu lado, sin importar lo que pase, es más, si hay un asesinato. Y tu eres el culpable, de igual manera seguiré hay, te apoyaré hasta que mi corazón deje de latir.

-No seas más patética de lo que ya considero que eres.

-¿Perdona?.

-No es nada personal querida. Es solo, que no confío ni en mi propia sombra. ¿Como podría constar ahora en una mujer enamorada, que es rechazada tantas veces por su amado, por que si lo has notado? tú y yo jamás estaremos juntos. El sexo fue insignificante para mi, y ciertamente, ni siquiera cumples con el estándar de una amiga-mis palabras fueron los suficientemente crueles.

Como para hacer que la chica, tomara su cartera y saliera sin más del consultorio del viejo doctor. Que ciertamente, no de cuál es su función.

(.....)

-Ahh... Ahh...-aumento aún más mis embestidas. El sexo era la mejor herramienta que tenía para curar el estrés, introduzco su grande pecho en mi boca. Para así morderlo con fuerza, ella jala mi cabello. Para hacerme enojar haciendo ese acto, un fuerte grito sale de sus labios. Mientras que yo ya me encontraba lo suficientemente sastifecha. Ella se baja de mi regazo, para así sonreírme como una completa idiota-ahora veo que no sólo eres una cara bonita-no la soportaba, pero es linda y necesitaba adónde meterla-Massi. ¿Puedo llamarte de esa manera?.

-¿Acaso tengo cara de masa?-la pelirroja elimina su sonrisa. Para así mirarme tan confundida.

-¿Acaso ha ocurrido algo, dime, acaso he hecho algo mal?.

En el azul de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora