Narra: Massimo.
Hay veces que solo debes dejarte guiarte por tus impulsos. Ese camino, solo te conducirá a dos opciones, agradecerle a tu yo interno por lo que hizo. O recuperar aquel recuerdo de la tontería que hiciste por dejarte guiar por tu yo interior, y jamás haberle hecho caso.
Yo no hiba ni por la mitad del camino. Y ya me estaba arrepintiendo de la desición.
—¿Entonces?.
—¿Entonces qué?.
—Debes decirme algo. De lo contrario, no podré hacer nada.
—Eso ya lo sé.
—¿Entonces?.
—¿Entonces que?—a penas era el comienzo. Y ya sentía como mi paciencia estaba apunto de acabarse, lo lamentó. Pero así soy yo, no soy un hombre de tener mucha paciencia o de retener fácilmente mi molestia.
—Debes decir algo. Pensé que ya había quedado claro como funcionaba todo esto.
—Haber niñita. Creo que eres tú la que no lo estás entendiendo, estoy aquí para responder tus preguntas, preguntas que estoy seguro que no tienes—su reacción solo me confirmo que no tenía ninguna pregunta anotada.
—Yo creí que tú sabrías que decir.
—¿Así que yo soy el quien tiene la culpa?. Maldita sea Roxi, me rogaste por esto. ¿Y esperabas que yo tuviera una historia para ti?—eso no tenía sentía. Catherine aún vivía en mis recuerdos, pero no es como si tuviera una historia escrita de nuestro amor debajo de mi almohada.
—Perdón. Ahora se lo tonta que fuy y pude haberme escuchando. ¿Que tal si me cuentas el comienzo?.
—¿El comienzo?.
—Si. El comienzo. ¿Como fue que se conocieron?.
Creí que jamás tendría que hacer algo como esto, pero temo que ya es hora de dar un viaje hacia el baúl de los recuerdos y revivir todos esos recuerdos y sentimientos que sentimos en aquel momento.
—De acuerdo. Todo paso un 30 de noviembre. Ha solo semanas de noche buena. Hace unos seis años atrás.
Pasado.
Con su mano derecha. Me da un gran puñetazo, sentía como mi ceja sangraba en gran cantidad, y toda mi boca se encontraba en un baño de sangre. Cada golpe, cada dolor, cada gota de sangre, solo le incitaba ha acabar con este tormento.
¿Cual era el camino que mejor debía seguir, que era lo que se suponía que debía hacer, vengarme, o solamente seguir?.
Esto era algo que me había estado atormentado desde que solo tenía cinco años. Y ya no sabía que hacer, mi padre se marchó, dejándome en el piso, con el labio y ceja partida. Mientras que mi orgullo he impotencia, se unían en su contra. ¿Acaso mis pensamientos eran incorrectos?. Es decir, un padre que le causa dolor a su hijo, no tiene derecho de morir.
El día transcurrió lentamente. O por lo menos, era así como se sentía. Un día más siendo el chico invisible, mis heridas no son visibles delante de los ojos de los demás. Y esto no se deba ha que use algún tipo de maquillaje o un tipo de vendajes para ocultarlo, esto va mucho más allá de lo normal. O por lo menos, en mi mundo es así. Es aquel dolor que nadie ve, gracias a la enorme fortuna de mi padre.
Profesores, directores y alumnos que prefieren no verme, ya que es más grande el peso de tener que enfrentarse a mi padre. Que ayudar a un pobre chico de tan solo dieciséis años.
Vivir en una familia disfuncional. Era mucho más doloroso, que lo que parecía en las revistas. Y hay estaba, mi madre en una entrevista más, en ese canal que la ama y en el cual. Solo presume de lo perfecta que es su familia. Una familia perfecta, con un esposo perfecto y un hijo perfecto. ¿Como se podría engañar a las personas tan fácilmente?. Eso era algo, que aún no lograba procesar.
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En el azul de tus ojos
De TodoEl recuerdo de un amor unilateral, repleto de dificultades y malos entendidos. Un corazón destrozado por las decisiones de aquella persona que creían confiar en si. Un talentoso pianista que sufre de irá. El cual tendrá que enfrentar sus demonios de...