Narra: Massimo.
La helada brisa del intenso invierno golpea una y otra y otra ves mi rostro. Sacude mi cuerpo de una forma inaceptable y me hace preguntarme. ¿Por que debo soportar esta clase de situaciones?.
En el medio de la nieve y este inmenso y tan lejano bosque, hay estaba aquella cabaña, la cual poseía los mejores recuerdos de mi vida. Entre escombros, veía como cada pedazo de mis recuerdos se convertía cenizas. ¿Como podía sentirme una vez más de esta manera, acaso esto era un sueño?.
Uno del cual sería complicado despertar. La cabaña se caía en pedazos, y en ese entonces, solo me quedo observando desde lo más lejos. Como ella se enciende en llamas, con los fragmentos de mi alma y sentimientos. Solo deseaba entrar y asegurarme que ella no se encontrará adentro. Aunque temo, que ella si se encuentra en el interior de aquella cabaña, en la cual vivimos los mejores momentos de nuestra juventud.
Con los papitos acelerados y una respiración corta. Me despierto de aquel sueño que me hacía hecho prisionero. Todos estos años, había dado lo mejor de mi parte dejar aquel dolor en el pasado, y con ello. Su recuerdo, pero siempre acaba convirtiéndose en mi más amada y odiada pesadilla. Un sueño agridulce que conlleva a mis sentimientos, a perder la compostura.
Fragmentado. Siento que esa es una palabra que va conmigo, sobre todo. Considerando, que nada en mi se encuentra del todo en orden, cientos de fragmentos vivien en el pasado. Otros en el futuro y pocos en el presente, así que si. Solo soy un mísero pianista fragmentado.
(.....)
-Ahhh.... Ahhhh.... Ahhh-aprieto con fuerza sus muslos. Si algo me ayudaba a tranquilizarme, era una buena cogida, después de algún sueño. Sobre todo, cuando recuerdo que no pude hacer nada por nosotros, por ella o por mi. Y es que no solamente la perdí aquel día, sino que también, me perdí ha mi mismo-Maldición Massimo. Eres el mejor.. ahhh....-aumento aún más mis embestidas. Transcurrieron al rededor de unos diez minutos más, ya me encontraba satisfecho.
Así que la aleje de mi cuerpo y le pedí que se marchara. No soy un hombre de tener una relación seria con una mujer, solo te tenido una sola novia en toda mi vida. O por lo menos, una que reconozco en todo el sentido de la palabra. Ella no solamente fue capaz de entrar en mis sentimientos, sino que también. Me tenía irremediablemente a sus pies.
Luego de ella. Esta Lara, aunque con ella jamás te logrado tener nada.
-Veo que aún no has perdido tu toque viejo amigo-el reciente rubio toma asiento delante de mi. Para así cruzarse de piernas y observarme con una amplia sonrisa.
-Jamás pensé que ser rubio estaba en tus pensamientos-comento sonriente. Para así tomar un trago de agua.
-Mi madre me dijo que sería una buena idea. Así que aquí está.
-¿Que tal se siente?.
-¿Ha que te refieres?.
-¿Acaso te sientes como un Ken?-intente retener mi rusa burlona. Pero maldita sea, lo conozco desde toda mi vida, verlo rubio, era un poco gracioso. Aunque si le sienta bien, ya estaba acostumbrado a verlo con su negro cabello.
-Ja. Ja. Ja. No me causa nada de risa. Te recuerdo que tú también eres rubio.
-Si. Pero yo soy rubio natural.
-Igual que Ken. En ese caso, tú serías Ken.
-Eso no sucederá jamas.
-¿Y eso por qué?.
-¿Sabes?. Para considerarme un buen Ken, debo ser un tanto sensible. Pero no te preocupes, la sensibilidad es tu fuerte. ¿Oh qué, acaso no recuerdas lo mucho que lloraba en la escuela cuando tú mamita se olvidaba de tu merienda?.
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En el azul de tus ojos
CasualeEl recuerdo de un amor unilateral, repleto de dificultades y malos entendidos. Un corazón destrozado por las decisiones de aquella persona que creían confiar en si. Un talentoso pianista que sufre de irá. El cual tendrá que enfrentar sus demonios de...