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2003

Durante mucho tiempo no intercambiamos palabras, si al caso solía ser uno que otro ademán. Eran saludos informales sin necesidad de hablar. Sólo conmigo, con Bill fue diferente desde primer momento, era por un gusto en común, un gusto que me hacia dudar de mi hermano, casi que al instante lograron tener una conexión única.

Al diablo, nunca lo entendí. No me molestaba tampoco.

La primera vez que escuché su voz fue muy extraño, hasta podría decir que se sintió forzado. Ella estaba con una mujer, aparentemente estaban haciendo algo como cortar las hojas de los árboles y darles forma a los arbustos, mi hermano y yo regresábamos de la escuela de música donde trabajaba nuestro padrastro. Cruzamos nuestro jardín al mismo tiempo que la mujer entró a su casa, cuando llegamos al pórtico escuchamos un grito ahogado, corrimos para ver de que se trataba, era obvio que fue la niña extraña del columpio -como ya acostumbraba a llamarla- que se había cortado con las tijeras con las que trabajaba.

—¿Te encuentras bien? —fui el primero en hablar, preguntando algo tan obvio que ambos me miraron con incredulidad.

—¿Te parece que estoy bien? —respondió ella con aparente sarcasmo.

Ok, ya entendí.
Para este punto mi hermano ya se encontraba auxiliándola. No era una cortada profunda, pero no dejaba de manchar la banda que traía Bill.

¿De dónde sacó eso?

—Presiona fuerte.

—Gracias, Bill.

En este encuentro yo era el que salía sobrando. Lo entendí cuando noté el cambio de actitud y su manera de hablarle a él. Me adelanto a decir que por mucho tiempo las cosas no cambiaron.

Ese año Black Question Mark empezó a ser más conocido en la zona donde vivíamos debido a los conciertos que hacíamos en ocasiones mi hermano y yo.
En algún momento Bill llegó a invitarla, pero ella nunca llegaba.

—¿No va a venir tu amiga? —le pregunté uno de aquellos días.

—Mmm, no.

—¿Por qué?

—Ella es así. Es... más simple.

Claro, ella no era el tipo de niña que escucharía a dos gemelos; uno tocando el teclado y el otro la guitarra, sólo porque sí. No me sorprendía después de todo, siendo una niña que baila danza contemporánea hasta yo también cancelaría.

—Que aburrida.

Podría decirse que a pesar de eso una parte de mi llegaba a esperar su presencia. Verla entre la multitud me hubiera mantenido más concentrado sólo para lucirme, porque mi ego de hombre me hacia querer impresionar a cualquier chica.

Tener una banda era lo mejor para eso, mi hermano me dio la razón cuando lo mencioné y más que por la impresión era porque ya era suficiente que solo seamos nosotros dos. Aspirábamos a algo grande, incluso llegó a nosotros el sentimiento de no ser suficientes a pesar de nuestro potencial. Las dudas tampoco faltaban, eran preguntas constantes que a veces no nos dejaban dormir.

¿Y si nuestros sueños no se cumplían? Ese tipo de cosas...

Con un golpe de suerte y de casualidad fue que encontramos a Georg y Gustav. No teníamos idea de que iba a ser así; Gustav tenía práctica, iba a la escuela de música, tocó unas cuantas canciones para nosotros y de inmediato mi hermano supo que era para nosotros. Lo mismo con Georg, aunque él no llevaba mucho tiempo ensayando y no estaba tan adentrado en la música -porque era más bien un deportista- supimos el potencial qué tenía y de inmediato lo incluimos. A pesar de que eran mayores que nosotros nuestro vínculo se volvió muy estrecho, crecimos juntos y hasta ahora seguimos siendo una familia.
Tener una banda implicaba cambiarse el nombre, así que eso hicimos. Devilish fue el nombre que escogimos gracias a un reportero mencionándonos a Bill y a mi como que teníamos un sonido endiabladamente bueno y se quedó.
Nuestro concepto desde el principio fue más punk y algo de rock, lo mantuvimos durante mucho tiempo, aunque en ese entonces eran melodías compuestas casi que improvisadamente. Lanzábamos sonidos al azar, creábamos vibraciones que llevarán nuestra escencia, no importaba si a veces sonaban "vacíos" o a veces "exagerados". Era el principio de nosotros, de una era.
Nos hicimos muchísimo más conocidos entonces, hacíamos más presentaciones y la gente nos aplaudía con más euforia que antes.

amapola ; tom kaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora