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2004

Nuestra vida dio un giro cuando nuestra carrera musical ascendió, en gran parte por Bill gracias a su participación en ese programa. La atención que recibíamos era equivalente al interés que tenían en nosotros ciertos cazatalentos. Sin embargo no conocíamos a muchos, no era una multitud que se peleaba contra otros por nosotros, más bien era algo discreto.
Nuestros conciertos eran más frecuentes y en lugares con mayor capacidad de público.
Un día una disquera nos convenció y nos unimos a su equipo, mi hermano menor siendo el mayor involucrado. Asímismo la elaboración de música se volvió un aprendizaje constante desde entonces. Viajamos en el primer trimestre del año a un municipio situado en el distrito de Luneburgo al norte de Alemania para visitar un estudio y conocer a nuestros próximos productores y demás gente del equipo de nuestro manager.

Antes de irnos nos aseguramos de que todo estuviera en orden y no nos faltara nada.
—Listo —dijo mi hermano subiendo la última maleta a la cajuela del auto—. Es lo último.

—Me parece injusto que se vayan.
Por obvias razones alguien más tenía que estar pegada como garrapata a mi hermano, ni siquiera nuestras novias estaban aquí -porque ya tuvimos nuestras despedidas personales- como para hacer tanto escándalo.

—Entonces deberías de detenerme —le respondí con peligrosa cercanía. Desde aquella vez de nuestro beso accidental me empezó a gustar molestarla con referencias subidas de tono, aunque siempre tenía cuidado de no parecer un jodido acosador, simplemente me gustaba verla sonrojada—. O puedes venir con nosotros.

—Eso no va a pasar ni en tus sueños más húmedos, Tom.
Y ella siempre tenía las mejores respuestas.

—No te preocupes —esta vez Bill fue el que tomó la palabra—, volveremos para tu cumpleaños.


—Espero, me gustaría que tocaran.

—¿Tocáramos qué?

—¡Ya cállate, Tom!

Nos despedimos de nuestra vecina con un último abrazo. Durante el viaje en tren mi hermano y yo tuvimos una charla corta algo curiosa sobre mi repentina relación con Amèlie. Georg y Gustav también se unieron a la platica e incluso hacían comentarios graciosos al respecto.

—Pensé que te gustaban las rubias. —ese fue uno de los que soltó Gustav.

—Apuesto a que Tom será el primero en ser padre. —secundó Georg.

—Yo no creo en esas tonterías.

—La vida da muchas vueltas, hermano.

Cuando llegamos nos sentimos como verdaderos artistas, el lugar no era grande, pero por algo debíamos de iniciar, al menos había más de una recámara y era algo de lo que no nos podíamos quejar. Nuestro jefe de estudio compró mucho para que pudiéramos comer y gracias a Georg podíamos comprar cervezas en el supermercado.
Las noches en aquel establecimiento eran demasiado divertidas, éramos adolescentes hormonales fingiendo ser independientes, comíamos lo que queríamos y bebíamos hasta caer rendidos, no había nada más que pudiera importarnos y así también nos olvidamos de la absurda escuela.

Aprender sobre la estructura de una canción nunca fue lo mejor para Bill, lo único que le interesaba a mi hermano era cantar y ya está, escribir sin técnica, porque eso me pertenecía a mi, me gustaba aprender y mejorar mi percepción sobre lo que conllevaba producir musica en general, cómo desarrollar una cancion a partir de una idea y mejorar mi habilidad con la guitarra. Desde que llegamos nos dedicamos a eso.

amapola ; tom kaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora