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Fue una pequeña broma de la vida que en ese momento mi novia saliera a mi búsqueda. Desde su posición el contexto podría malinterpretarse y no la culpaba; ver a tu novio detrás de una desconocida era algo que te hacia echar a volar la imaginación.

—Tom... está por empezar.

—Está bien, vamos.

—Espera —dijo ella sin mirarme porque la vista la tenía fija en la persona ajena a nosotros, a mi me llegó el ingenuo pensamiento de una enfrentacion sin sentido—. ¿Tú no eres la hermana de Marie?

Que bueno que me equivoqué.

—Uh... sí.

—Mucho gusto, soy amiga de tu hermana.

A este punto no sabía cual de los dos estaba más confundido.

Mi novia extendió su mano y su saludo fue retribuido.

—El gusto es mío. Lo siento, no sabía que eras amiga de mi hermana.

—No te preocupes, no tiene mucho que nos hicimos amigas, ella me habla mucho de ti. Tienes una función, ¿verdad? Supongo que en el público estará tu hermana, espero poder saludarla al final.

—Claro, le diré en cuanto la vea.

Y ese fue el fin de esa plática tan trivial. Mi novia le dio una última sonrisa y me tomó del brazo para entrar al auditorio dejando atrás la posibilidad de saber más allá de lo único que conocía de ella.
Una vez llegamos a nuestros asientos mi novia me miró con recelo, pero no me dijo nada, supongo que era porque al ser mayor que yo la atención de un adolescente de trece años no era lo primordial para retener.

La presentación comenzó y terminó del mismo modo: siendo aburrida. No por eso le quitaba el mérito a mi hermano y su grupo, al contrario, lo hizo espléndido como todas las cosas que hace, siempre ha sido tan dedicado que una coreografía era pan comido para él, además de eso quería ver algo que me hiciera cambiar de opinión, no porque piense que mi opinión era objetiva, sino por el hecho mismo de los intereses, es decir, no era de mi interés y eso no significaba que fuera precisamente malo.
Además de mi hermano había otros grupos, no entendía bien cómo o por qué motivo se hacían presentaciones de toda la academia de danza. Desconocía si era por fin de curso o algún evento en especifico como dedicatoria a la estación del año en la que estábamos o algo así.
En fin, eran otras presentaciones que si bien no veíamos completas -porque íbamos por Bill- tenían su propia escencia que las hacia ser únicas.

Después de la actuación de Bill la coordinadora explicó que el grupo de danza contemporánea tenía preparada una función inigualable, nos prometió que dejarnos perplejos era poco.

Y no mintió. Parecía una obra de teatro donde los actores se expresaban por medio de movimientos y no palabras, lograbas entender lo que querían decir sin escucharlos, los sonidos a lo lejos te ayudaban a interpretar. No logré identificar que melodía era, en ocasiones era lenta y cuando no te lo esperabas retumbaba de lo rápida que era. Los bailarines podían parecer estar cayendo y de la nada retomaban el paso.

Ella estaba allí. Verla bailar en los ensayos era nada a comparación de esto. Conectaba alma y cuerpo para entregar todo de sí misma. Era tan apasionada que parecía que lo que pasó minutos antes solo fue en mi imaginación. Un acto así de profesional merecía ser reconocido.

Tiene futuro.

Una vez terminó todo esperamos por Bill afuera. La chica a mi lado se mecía de un lado a otro mientras yo buscaba por todos lados un indicio de una bailarina en particular.
Como si fuera un deseo concedido apareció frente a mis ojos relativamente cerca. Salía del otro extremo del auditorio con lo que parecía ser su familia.

amapola ; tom kaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora