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Tras varias noches de insomnio, concluí que si Amélie correspondió el último beso y me aceptó sin decir más, es porque debe de haber sentimientos escondidos. Me entraron ganas de preguntarle inmediatamente y sin tapujos si mi hipótesis era correcta, pero una vez más, controlé mis impulsos, los mismos que la han obligado a huir de mí en anteriores encuentros. No me iba a quedar con la incertidumbre; averiguaría sus intenciones de una forma u otra, pero ahora...

—Tom —mi hermano llamó mi atención—, ¿ya estás listo? Carajo, hombre, ¿otra vez no dormiste bien?

Claro que no había dormido bien; me la pasé dándole vueltas a lo que no tenía una pronta respuesta.

—Wow, te ves fatal —esta vez fue Georg quien opinó con aparente sarcasmo.

—¿Estás seguro de que vas a estar bien? —preguntó Gustav.

Nos habían llamado para asistir a un evento para promocionar nuestra canción y estábamos preparándonos para salir. Todo parecía un caos; los nervios casi nos consumían porque teníamos un compromiso con el público y no podíamos decepcionarlos después del auge que habíamos recibido. No respondí a nada de lo que me decían, intenté aparentar lo mejor posible por mi cuenta, pero sabía que no podía llevar la mentira tan lejos.

Subimos a la furgoneta en seguida y nos dirigimos a nuestro destino con una tranquilidad que se vio interrumpida por la euforia de la gente que ya nos esperaba. Era de no creerse; los cuatro nos quedamos atónitos ante tal recibimiento. El público consumido por la euforia, se esmeraba por ver el interior golpeando en las ventanillas, y los gritos no podían ser acallados con nada.

Una vez dentro del establecimiento, fuimos directo entre bastidores, donde ya había equipos de reporteros y cámaras por doquier apuntándonos. Se sintió bien, he de admitir. Las instrucciones fueron concisas, todo estaba muy controlado, así que se debía actuar rápido. Nuestro equipo quería que subiéramos rápido al escenario para que la multitud se estabilizara, pero eso no pasó; por el contrario, las personas en el frente del escenario intentaban todo con tal de subir.

Después de varios minutos, comenzamos con lo que todos esperaban: aquel espectáculo que no dejó nada que desear, al igual que la atención que recibimos. La energía era tanta que apenas logramos salir de entre toda la gente con dificultad, incluso recuerdo que la camioneta quedó abollada por todas partes.

Como era de esperarse, en esos últimos días de vacaciones no supe nada de Amélie, ni siquiera Bill pudo hablar con ella. Tocábamos la puerta de vez en cuando sin obtener respuesta, por lo que pensamos en la posibilidad de un viaje de vacaciones, aunque temía que su problema familiar se agrandara, quedando ella tan lastimada y yo sin poder ayudarla.

—Otra vez estás pensando mucho —la conexión de gemelos era inquietante; mira qué puntería para entenderme tenía Bill—. ¿Estás pensando en ella?

—Me atrapaste —solté una sonrisa que me dejaba expuesto.

—Estará bien.

Quería confiar en que así sería. De todos modos, no faltaba mucho para el regreso a clases. Siempre vivimos con la esperanza de que algún día ya no tuviéramos que asistir. Mientras tanto, "Durch den Monsun" se posicionó en el número uno de la lista de éxitos en Alemania y permaneció en ese lugar un tiempo prolongado. Unos días antes de nuestra tortura, todo nuestro equipo, abogados, asesores fiscales, nuestros padres y —por supuesto— nosotros, tuvimos una reunión en la que hablamos de un futuro. Creo que fue entonces cuando se nos tomó más en serio que antes, pero no lo suficiente como para que nos permitieran dejar la escuela. Era un hecho; no estaba en discusión.

Llegando a casa esa noche, eché un vistazo a la casa de Amélie. Queríamos pasar a verla, pero las luces de su casa ya no estaban encendidas; lo más prudente era que habláramos con ella en la escuela.

amapola ; tom kaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora