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Por unos minutos permaneció sentado en la cama, inmóvil, escuchando el silencio. Los ruidos de la ciudad le llegaban como ecos lejanos e irreales mientras a su alrededor el tiempo transcurría demasiado lento, y de pronto, la erupción interna, el arrebato de ira, la energía descontrolada. Tomó el teléfono, llegó al balcón en tres zancadas y lo arrojó al aire con tanta fuerza que estalló contra la pared del edificio más cercano, cayendo al vacío reducido a pedazos irrecuperables.

-¡Yoongi! -llamó una voz a sus espaldas, mientras él seguía contemplando, inanimado, la trayectoria de la insensatez que había cometido.

-¡Yoongi! -Bennet entró en la habitación y luego se le unió en el frío balcón, rebozando de un entusiasmo que hacía mucho tiempo que no tenía-. ¡Lo logramos, mi niño! -exclamó abrazándolo con fuerza-, nuestro abogado Artur lo consiguió, tendremos la audiencia por adelantado.

-¿La audiencia?

-La del juicio, amor -explicó entusiasmado, tomándolo del rostro-. Te tomarán declaración, ¡y podremos volver a casa!

-Perfecto -asintió escuetamente, con el semblante serio.

-¿Qué te sucede?

-Nada...

No era necesario ser tan cercanos como lo eran ellos para detectar en esos afligidos ojos que las cosas no marchaban bien. Casi respondiendo a un deseo mutuo, Bennet lo estrechó entre sus brazos, y Yoongi descansó la cabeza sobre su hombro, agradeciendo en silencio aquel gesto tan necesitado.

-Pequeño, por Dios... Estás temblando, ¿qué te pasa?

-Tengo frío -mintió Yoongi, refugiándose aún más entre la calidez de aquel cuerpo robusto, cerrando los ojos para hundirse de lleno en el refugio inviolable que Bennet creaba para él, donde su sola presencia servía para tranquilizarlo y unas pocas palabras lograban levantarle el ánimo. No quería despertar la pasión en él y que lo utilizara, mucho menos interrumpir la pacífica tregua amatoria que había concedido a su cuerpo luego del abuso, pero esta vez necesitaba un abrazo, la caricia tangible y concreta de sentir tibieza a su alrededor, protección dulce y acogedora y la certeza de sentirse amado de verdad-. Quiero irme a casa -susurró, aferrándose con cariño, buscando el consuelo del padre y no del amante-, quiero que todo vuelva a ser como antes, quiero mi vida de vuelta.

Bennet posó suavemente sus labios contra la suave sien, y luego besó repetidas veces la rizada cabellera.

-Así será, mi amor -aseguró, ocultando su mirada voraz tras un manto de dulce paternidad-. Confía en mí... Deja que yo me encargue de todo...

*

-Señor Min, póngase de pie.

Yoongi obedeció, irguiéndose más airoso y elegante que nunca, desbordando su encanto en cada gesto, permaneciendo firme e inmóvil en su lugar, con la mirada serena y astuta fija en cada uno de los magistrados. Llevaba un exquisito traje negro azabache que se amoldaba a cada centímetro de su figura con una perfección envidiable, la camisa inmaculada cerrándose pulcramente alrededor de su cuello, donde la corbata parecía abrazarlo con la pasión de un amante, para dejarse caer luego grácil contra la calidez de su pecho.

Si estaba nervioso, jamás lo demostraría.

Calmado y desenvuelto, observaba todo y a todos como si él fuera la autoridad máxima a la que los demás vendrían a dar sus explicaciones, y no él ser sentado en el banquillo de los acusados. De todos modos, a pesar de su aparente tranquilidad y de los mil y un consejos que había recibido de sus abogados, había algo allí para lo que no estaba preparado, y era la sencillez y aparente facilidad con que se disponían las cosas a su alrededor. Había esperado encontrarse con grandes estrados de madera trabajada, un gran jurado murmurando su culpabilidad y un juez con peluca de rizos blancos observándolo con cara de pocos amigos. Nada más alejado a la realidad, una vez más se había dejado llevar por sus fantasías cinematográficas, pues la sala a la que había ingresado era muy moderna, con muebles de estilo liviano, y las autoridades allí reunidas, en sus trajes de corte caro, distaban de tener togas y polvorientas pelucas.

Sangre Sobre el Hielo (Yoonmin)Where stories live. Discover now