Capítulo 1. El inicio de mis problemas (parte 2)

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Por la mañana me despertó Samy, se veía preocupada mientras agitaba mi hombro.

—Osvaldo, wey, ¡despiértate! ¿Qué haces aquí, cabrón? —Comencé a recobrar el sentido y tallé mis ojos tratando de enfocar la vista.

—¿Qué pedo a qué hora me dormí? —Sentí un dolor agudo en mi cuello—, ¡No mames mien, se me enchuecó todo el pinche cuello! —me quejé adolorido.

—Jajaja, estás todo pendejo —se burló a carcajadas y le eché una mirada fulminante mientras me sobaba.

—Eres bien culera Samantha, en vez de que me hables bonito, nomás vienes a burlarte de mí —negué con la cabeza mostrándome indignado, el movimiento solo hizo que me doliera más el cuello. Volví a quejarme.

—No manches Osvaldo, llevo una puta hora buscándote. Desperté en tu cuarto, estaba... —se detuvo mordiendo su labio e intentó cambiar lo que diría, los recuerdos de anoche inundaron mi mente en una ola de remordimiento, lo recuerda. Los nervios comenzaron a apoderarse de mí.

—Ajá —dijo sin importancia y prosiguió como si nada—, no te ví por ninguna parte, fui a mi habitación y tampoco estabas ahí, te marqué pero no te llevaste tu celular, ahí entré en pánico, tú nunca sales sin esa madre, pensé que te había robado un homeless o que te había llevado la migra —hacía ademanes con sus manos mientras me contaba todo esto, parecía una mañana muy complicada para ella.

—Perdóname wey, necesitaba un poco de aire, hacía un chingo de calor allá arriba y me vine para acá. Creo que el alcohol me hizo pensar que era buena idea —mentí un poco, no sabía cómo abordar el tema de anoche, era mejor esperar a que ella me dijera algo primero.

—Por cierto —parece que recordó algo— Wey... ¿Tú me llevaste a tu cuarto? —Se notaba confundida y tomó su barbilla, analizando algo—. No sé cómo terminé ahí... ¿Te viniste para acá porque yo me adueñé de tu cama? —Se tocó la frente mientras veía a la nada con ojos muy abiertos—, creo que ayer se me pasaron muuucho las copas, discúlpame wey, no sé si te corrí o te dije algo malo para que te vinieras para acá.

No daba cabida a lo que estaba escuchando. ¿No se acuerda de nada? Cómo explica que despertó desnuda, ¿No duda de mí? Parpadeé intentando mantener la calma. ¿Esto era algo bueno o debía decirle la verdad? ¿Espero a que poco a poco lo recuerde? Entonces ayer ¿me aproveché de ella? Por la noche estaba asustado de su reacción, de nuestro futuro ¿Y ella ni siquiera recuerda lo que pasó? ¿O era su forma de darlo por terminado? Hacer cómo que nada pasó.

—No mames wey, dime qué no hice una pendejada —se agachó para que la viera, sentándose a lado de mí. Me empecé a sentir muy nervioso y ella lo notó. Traté de calmarme.

—¿Qué recuerdas? —pregunté intrigado.

—Emm... nosotros con los demás en el bar... —apachurró su entrecejo con dos dedos e hizo los ojos chiquitos, tratando de exprimir su pequeña cabeza—, ¿El Uber?... umm... nada, nada más —dijo rendida, mientras cruzaba sus brazos.

Estaba diciendo la verdad, ella de verdad no se acordaba de nada. Hija de su madre, ayer me llevó al límite y me hizo sentir tantas cosas y para ella fue otra peda más. Me sentí frustrado, ella me veía expectante, entonces comencé a contarle la verdad, bueno, omitiendo nuestro encuentro. No estaba listo para hablar de eso ahora.

—Mira, ayer te pusiste hasta el culo y estabas de necia que no traías tu llave y que hiciéramos pijamada, y la chingada. Los demás me dejaron morir solo, así que yo te ayudé a llegar al hotel. Por tu pinche insistencia te llevé a mi cuarto, ahí hay dos camas, así que te tumbé en una. La neta ya me quería dormir, pero estabas chingue y chingue con que platicáramos, me puse los airpods para no andarte escuchando y pensé que ya con eso te ibas a dormir. Estuve a punto, pero me despertaste. Por eso me vine acá, para poder dormir —mentí en lo último.

Girasol  |  ElMariana x RiversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora