Jessica Illingworth, 22 años, estudiante
Hace dos años atrás, ni siquiera parpadeé cuando Ariana me pidió que le ayudara a mover las cosas para su apartamento. Me había acostumbrado a esos planes inesperados.Viajes de los que no me informó, mudanzas, visitas a hospitales, novios que habían sido chicos con los que jamás la había visto interactuar y ni conocía sus rostros.
¿Por qué pienso que hablas de mí?
Tú solo eres parte de la regla. En realidad, estaba hablando de Nicolás. Nunca los había visto hablar y eso que éramos de colegios vecinos. De hecho, cuando se fue a Bruselas, me lo dijo el mismo día que abordó el avión. Ariana se movía tan rápido a veces, que me daba vértigo. Lo mejor que podía hacer era aferrarse a la manija y no hacer preguntas. Ese día, estaba en ese modus operandi.
Cuando Nicolás me dejó en la casa, me rogó que no le dijera a ella que estábamos en las mismas clases.
¿Por qué?
No lo sé, pero no le hice caso.
Ariana me estaba esperando en la sala, tomando vodka directo de la botella. Fíjate que era un lunes al mediodía. Había llorado. Su maleta estaba tirada en el centro de la sala y el lugar olía a incienso, como era usual.
Sí, ese olor se colaba en todas sus pertenencias. Incluso a veces me daba la impresión de que ella desprendía ese olor de sus poros.
Yo era alérgica a él.
Más divertido aún.
Llegué, y ella me dijo, en medio del llanto, que no quería volver a la universidad. No lo dijo así, llamó a la universidad "agujero del infierno". A mí me sacó de onda porque Ariana, antes de entrar, no podía hablar de otra cosa de como amaba a la universidad, su biblioteca, sus maestros, y la literatura... Allí estaba, al primer día, renunciando. Dijo que todo lo que ella amaba, la amaba mal. Traté de averiguar lo que pasó, fue inútil.
Jamás contestaba a ese tipo de preguntas. Le preguntabas "¿Cómo estás?" y ella te decía que nada. Pero pasaba de todo. Un mal pensamiento. Un pie mal metido. El drama de su vida. Para Ariana, los problemas tenían la misma escala. La había visto llorar por pensar demasiado, no entender cosas, tener sentimientos opuestos. Un bombardeo nuclear de sentimientos. Tristeza mientras se duchaba. Furia mientras se cepillaba los dientes. Angustia mientras desayunaba. Era agotador.
Recorrí su apartamento mientras ella se calmaba. Pese a los dos años, todavía no habían cuadros ni muchos pósters. A Ariana le gustaba dibujar en las paredes, flores descoloridas, personas, estrellas. Dormía en un futón porque no se había molestado en comprar una cama.Recuerdo que también había muchas plantas muertas en su departamento. Cogí algunos sueltos para el bus y unos aretes. Ella nunca se daba cuenta.
Sí, era muy despistada. Constantemente se quejaba de que perdía cosas. Bisutería, más que todo.
Yo la amaba, pero no podía vivir en su desorden. Regué sus plantas, abrí sus cortinas. La intenté motivar. Aún así no quería ir al resto de sus clases. Y me jodía. Lo tenía todo y lo desperdiciaba. ¿Imagínate desperdiciar tu educación porque tuviste un mal día?¿Qué tan mimada tienes que ser? Me dijo que yo solo juzgaba a la gente y hablaba sin saber. Era ella la que no me permitía estar informada. Su culpa, no la mía. Yo dejé atrás mi almuerzo por buena voluntad. Entonces, la dejé para que sufriera. Murmuré algo sobre que tenía que ir al hospital a ver a mi padre, que tenía mucho que estudiar para mañana a pesar de ser mi primer día. Y también dije, más para fastidiarla que para contarle sobre mi vida, que Nicolás mandaba saludos.
Nicolás manda saludos.
Palabra por palabra. No le sorprendió. Mandó saludos de vuelta.
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El abismo que nos mira.
Ficción GeneralLa novia de Agustín se suicida y él reúne personas importantes de su vida para grabar un documental y resolver una pregunta: ¿Por qué lo hizo?