"Sexo y sangre"

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Capitulo 6

Había despertado desorientada ¿Dónde estaba? Después se acordó que estaba dentro del manicomio por culpa de su maldito marido. Estiro su cuerpo y con su mano tocó algo, algo gelatinoso, húmedo, frío. Se llevó los dedos a sus ojos y los vio rojos, goteando, grito de espanto. Fijo la mirada en la escena, sintió algo duro en su otra mano, sostenía un cuchillo totalmente ensangrentado y un cadáver se posaba cerca de ella. Se levantó y grito aún más fuerte,  fue a socorrer al inerte cuerpo, era una pelirroja, tenía los ojos abiertos, llenos de terror, pálida piel, con una gran herida en el pecho. Zamarreó a la chica pero ya era tarde, se había ido. Los enfermeros entraron a la celda y encontraron la horripilante escena, rápidamente redujeron a Rosie, le pusieron un chaleco de fuerza y se la llevaron hasta los recónditos salones de aquel lugar. Gritaba como energúmena, alegando inocencia. Aquellos gritos despertaron los demás reclusas y las dos chica junto a Anthony, que se enteraron de aquel suceso de la peor forma posible.

Rosie había asesinado a Niffty.

Fueron a llorar al cuerpo de la pelirroja, diciendo lo injusto que había sido. Pero el más afectado era Alastor, quien no quería soltar el cuerpo de su gran amiga, pero los de la morgue habían venido para llevarla, debían contactar a la familia y hacerle una autopsia. Los amigos se reunieron en su cabaña a hacer un pequeño funeral, ya que no estarían invitado al de verdad. Allí ninguno dudo de que Rosie estaba enferma, que había matado a un alma inocente y de que Alastor tenía razón.

**

Rosie estaba en aislación, ahora sería juzgada por ser una criminal pero ella no se acordaba de nada, había tomado sus medicamentos y había ido a dormirse ¿Cómo iba a cometer un asesinato sin acordarse? Alego locura, trató de zafarse de la situación pero el juez la ordenó cadena perpetua con condena de muerte. Lloro, grito en el estrado pero nada pudo hacer y en la primera fila juro ver aquellos ojos de color rojo que tanto odiaba, se volvió loca pero de nada sirvió, la sentencia ya estaba dictada y su destino fijado. La llevaron a su celda para que se pudriera en la oscuridad esperando la muerte que llegaría eventualmente. Sola en su celda recordaba la macabra risa, los ojos rubí y se arrepintió del día que tuvo algún contacto con su esposo.

**

Pero la vida seguía dentro de la institución y aquel día Anthony tenía sesión con su “adorado” doctor pero Valentino no se presentó a la cita. Espero, diez, veinte, treinta minutos y ni rastros del moreno. La enfermera salió con una sonrisa nerviosa, preguntando por el lugar pero nadie había visto al doctor, condujeron al rubio a su celda y este le dijo a su compañero el extraño suceso. Pronto se dio la alarma en el lugar, el psiquiatra había desaparecido de un día para otro. Se armó un grupo de búsqueda, se dio el aviso a las autoridades y pronto media ciudad fue movilizada para buscarle. Todo en el manicomio se paralizó, todos estaban a la espera de alguna noticia que llegó en forma de trasmisión de radio.

“Encontraron el cuerpo del joven doctor Valentino Smith a las afueras de la ciudad en una acequia cercana. Aún no hay pistas sobre el autor intelectual detrás del macabro acto”

Anthony trago duro, no es que le cayera particularmente ,bien pero tampoco es que le deseara la muerte ni nada por el estilo. Charlie que estaba a su lado, noto la turbación del rubio y le depositó su mano en señal de afecto, le dedicó una sonrisa apagada y volvió la mirada hacia la radio. El presentador siguió repitiendo los detalles pero ya nadie realmente escuchabas todos estaban en su mundo. Aquella semana había sido particularmente difícil por el asesinado de Nifty y ahora la desaparición del doctor. Las enfermeras decidieron que todos regresaran a sus celdas e intentarán descansar, por primera vez en aquel lugar, no se hizo nada en la tarde, todos guardaron una especie de luto por las dos almas que regresaron al cielo o al infierno. Y así se acercaba el día de las elecciones presidenciales y el plan seguía en pie, honrando a la pelirroja quien hubiera querido escapar de aquella pocilga a como diese lugar.

**
Todos los días Alastor despertaba antes que nadie y ocupaba las duchas, se arreglaba y esperaba que los enfermeros entrarán con los medicamentos. No los tomaba, sabía lo que provocaban y el necesitaba estar lucido en cada segundo del día. Iba al desayuno y comía solo lo justo y necesario, no podía darse el lujo de enfermarse pero tampoco de no comer, necesitaba energía, sobre todo porque se acercaba el día de su huida. Ya podía saborear la libertad y sabía que aquel demonio pelirrojo aprobaba su plan, con ello estaba más que contento. Pero había algo que necesitaba resolver lo antes posible, algo que lo había molestado desde que había conocido a Anthony y eso debía desaparecer antes de huir. Por lo que el día transcurrió de forma normal, Charlie y Vaggie miraban el lugar de forma triste, lamentándose de la muerte de Niffty, le habían agarrado cariño pero sabían que quizás, esa había sido la salida más fácil y la mejor para ella. Con la lobotomía ya no era la misma, había perdido toda capacidad e hablar, razonar, de pensar y vivir. Pero no podían evitar seguir orando por su pobre alma. Anthony tenía sentimientos encontrados por la muerte de Valentino, por una parte se alegraba y sabía que le habían quitado un peso de encima, por otro se sentía inquieto ¿Quién lo había asesinado? Aún no se habían encontrado pistas, ni rastros del posible autor. Todo estaba prolijamente ordenado, limpio, algo le daba mala espina pero no servía pensar en aquello, el no podía hacer nada.

Así paso el día, todos estaban lúgubres y cumplían las orden sin chistar. Ya al momento de acostarse había llegado, Alastor sutilmente salió de su recamara y despertó al rubio. Este no entendía lo que pasaba, pero el castaño le pidió que le siguiera y así lo hizo. Fueron hasta la cabaña abandonada, no se habían topado con ningún guardia, si quisieran podrían escaparse sin ser vistos, pero no era prudente, no con aquella luna brillante sobre sus cabezas. Alastor le invito a pasar, aun no le decía su intención, pero no tuvo que esperar mucho. Sin previo aviso Alastor lo beso en los labios, fue sutil, adorable incluso, pero tan solo basto ese roce para que las pasiones se desataran. Anthony se abalanzó al cuerpo canela, aprisionándolo con las manos, atrapando aquel bello rostro, besándolo con pasión desmedida ¿Cuándo se había enamorado del de ojos rubí? ¿Cuándo fue que aquellos sentimientos empezaron a aflorar? Quizás del día que lo salvó de las garras de Valentino o cuando lo vio llorando débil y frágil frente a el, o cuando lo vio por  primera vez y le dio las ganas de sobrevivir que tanto necesitaba. Ya nada eso importaba, estaban ahí los dos, tocándose, cercanos. Las manos canelas se aventuraron a tocar aquella piel prístina, virgen, que se estremecía bajo las yemas sus dedos. Beso el cuello, saboreando todo a su paso, mordiendo más duro de lo normal, no pudo evitar sobresaltarse, Anthony se quejó, pero no opuso resistencia. Alastor saboreo el líquido carmesí que brotaba de la herida, tenía una sangre dulce, oscura y eso le encendió aún más. Que delicioso se sentía, el también quería aún más del castaño, le saco la camisa que portaba, mostrando un torso fibroso, trabajado con algunas cicatrices repartidas, las beso todas, una por una, amándolas y haciéndolas suyas en el proceso. La camisa de Anthony también desapareció dejando los botones rosados erectos por el frío, que Alastor no dudó en besar, acariciar, viendo como el rostro del rubio se contraía en placer, como aquella boca rosada se abría y jadeaba exquisitamente.

-No te preocupes, aquí puedes hacer todo el ruido que puedas. Nadie nos escuchará—frase perturbadora que lo único que hizo fue caldear el ambiente. Anthony, desesperado por más contacto, empezó a menear su pelvis y caderas, refregándose en su amante. Necesitaba más contacto. Se aventuró y bajo una de sus manos a la gran erección del de ojos rubí, despierta, erecta, rígida. Tocó por encima de la ropa, mientras lo besaba con pasión. Alastor hizo lo suyo, bajo su mano hacia el glande de su amante, sacándolo de aquella prisión de ropa. Lo acaricio de forma candente, un ritmo lento, desesperante. Bajó repartiendo besos por el abdomen, mordiendo aún más fuerte la cadera, dejando una marca sangrienta que lamió cuál elixir. Se metió todo el tronco en la boca, dando lamidas lentas hasta aumentar el ritmo con su mano, saboreando la punta. Ya en este punto Anthony había perdido totalmente la cordura, gemía a todo dar, su espalda se curvaba y sus piernas temblaba.

-Al, no, sale…—sentía el orgasmo cerca.

-¿Dime?—

-Tienes que salir o si no…—no podía mantener el hilo de la conversación. La mano canela iba más y más rápida.

-No te entiendo cariño—volvió a lamerlo todo, sabía que es lo que estaba pasando pero adoraba verlo sufrir, pedir por más.

-Al—grito corriéndose sin poder evitarlo. Se tapo el rostro muy avergonzado.

-Vamos, déjame verte—saco los brazos  y vio unos ojos llorosos, avergonzados, mejillas encendidas y labios temblando. Una presa de verdad. Sonrió y lo beso con más pasión que antes. Abrió las piernas encontró la preciada entrada. Sin dilación, lo penetró con los dedos, sentía como las paredes se contraían, como se revolvía incómodo el cuerpo debajo suyo. Lo beso con aún más fuerza haciéndole sangran los labios, no le daba tiempo de respirar, el dolor se hacía presente en todas las partes que el castaño tocaba, pero no sé quejaba, lo deseaba mas que nada en el mundo. Con un rápido movimiento, como si el rubio no pesara nada lo dio vuelta, quedando con todo los glúteos a la merced del de ojos rubí. Sonrió tocando los con delicadeza, empezó a repartir mordidas que quedaban violáceas de inmediato, la piel blanca era delicada, a cada caricia, a cada apretón cambiaba. Su lengua se adentro en aquella entrada, hizo gritar  a Anthony, jamás había experimentado aquello, como la lengua traviesa recorría todos los lugares escondidos, por lo que se sorprendió enormemente al sentir como el miembro de Alastor entraba entre sus muslos. Sintió un dolor agudo, como si algo le estuviera rompiendo las entrañas, de seguro que había sangre. Lagrimas no tardaron en salir de sus ojos y se recriminó lo débil que era—pensé que no era tu primera vez, pero mierda estás muy apretado—su voz sonaba ronca y eso encendió aún más al de ojos zafiro.

-No, no es mi primera vez—se sonrojo. Estuvieron sin moverse durante unos segundos cuando el mismo levanto sus caderas en un movimiento sugerente—pero no te detengas, daddy—miro hacia atrás. Su boca entre abierta, sus mejillas encendidas, sus ojos llorosos pidiendo por más fue la última gota que necesitaba Alastor para perder la cordura. Lo agarro de la estrecha cintura y lo penetró de forma dolorosa, placentera, brutal y animal. No podía detenerse, necesitaba sentirlo, necesitaba adentrarse y fundirse con Anthony. Jamás había experimentado tanto placer, necesitaba más de la piel, del aroma, del sonido del rubio. Lo poso encima de el mientras que con sus manos lo ayudaba a bajar y subir para autopenetrarse. Lo besaba violentamente, podía sentir el sabor metálico de la exquisita sangre, no podía detenerse, no podía dejar ir aquella sensación. Le mordió el cuello, quería sentir más el sabor a sangre, lamio la zona, volví a morder mientras Anthony gritaba. Volvió a cambiar, el quería dominar la situación, se colocó encima, vio a la pobre alma debajo suyo, parecía un pequeño conejo, temblaba levemente, sus ojos estaban llenos de lágrimas, sangraba por múltiples partes del cuerpo y eso le conmovió. Le acaricio el rostro, bajando por el cuello hasta apretarlo, sería tan fácil acabar con la vida de el pero no podía, no quería hacerlo ¿Quién más le iba a proporcionar este tipo de placer? Apretó aún más fuerte mientras reanudaba el vaivén exquisito. Podía ver cómo Anrhony iba poco a poco perdiendo la capacidad de respirar y el no podía detenerse, apretaba más y más, hasta que vio la desesperación real en las facciones del rubio y lo soltó, lo beso para callarlo, siguió penetrándolo, lo acaricio por encima el pene semi erecto. Empezando de nuevo a masturbarlo, a besarle, eran muchas sensaciones al mismo tiempo. Protón se detuvo, con su lengua volvió a acariciar el falo, repartiendo besos por toda esa zona y cuando de nuevo volvía a estar totalmente erecto, totalmente dispuesto, volvió a penetrarlo para terminar aquel trabajo. Anthony estaba ido, con la cabeza totalmente relajada, gimiendo, apretando el suelo debajo suyo, se corrió en un tremendo orgasmo y Alastor pudo sentir que la paredes lo apretaban, sufrían espasmos y el no pudo evitar acabar dentro, todo había culminado.

**

Se vistieron en silencio, Anthony estaba realmente adolorido y sentía arder el cuello, los labios, las caderas y los glúteos. Alastor vio la bella obra de arte.

-El rojo es tu color, querido—dijo enigmático. Le ofreció una mano y juntos emprendieron el camino de regreso a su celda. Anthony estaba feliz, podía sentir el calor que emanaba de aquella mano canela y se sentía volar en el aire, no dudaba del castaño, confiaba plenamente en el y le podría seguir hasta al mismísimo infierno si pudiera, por lo que al ejecutar el plan no dudó en ningún segundo de que todo resultaría. Había por fin llegado el día, todos estaban al pendiente de la radio, se iba a producir un día histórico, todos dejaron sus trabajos aquel día, ni un papel volaba por las calles. Por lo que los cuatro aprovecharon la confusión y se fueron sigilosamente por el patio, sorteando árboles y los vigilantes perezosos que se encontraban en las torres. Hasta ellos tenían las radios encendidas, escuchando como iban el conteo de votos. Alastor los guío sin vacilar, el ya conocía el lugar y les mostró un pedazo de cerca done había un hoyo donde una persona podía caber perfectamente. Todos miraron sorprendidos, el lo había preparado todo con antelación, ellos siempre pensaron que saltarían las verjas o algo así,. Se adentraron uno por uno, primero Charlie, seguido por Vaggie y después Anthony que miro dudativo aquel hoyo y después al castaño.

-¿Estás seguro?—tenia miedo, excitación, podía saborear la libertad, pero tenía pánico de que algo saliera mal y los atraparan.

-Completamente, confía en mí –poso sus labios suavemente en los contrarios y eso logro calmar al rubio que se adentro para salir al otro lado. Alastor miro por última vez a aquel lugar, hizo una reverencia y se fue por dónde escaparon los demás. Al otro lado estaba la calle, desierta, desolada corrieron por dónde Alastor les había indicado. Su domicilio quedaba a las afueras de la ciudad y ese sería la primera parada para buscar comida y adentrarse en otros pueblos. Huirían lo más lejos posible, quizás a otro país, pero primero tenían que llegar a su primer destino. Al llegar Anthony y los demás pensaban que iba a ser una casa de lujo o adornada al gusto del castaño y por fin empezar a conocerlo, pero era tan solo un garaje sin nada en el. Alastor, de un armario, sacó un par de suplementos, se los repartieron y siguieron su camino, nadie se cuestiono el como el castaño había conseguido todo aquello ni como sabía que seguirían ahí al momento de escapar, era como si el pudiera salir a su antojo, pero eso era impensable, Anthony se hubiera dado cuenta, el dormía en la misma celda que el ¿Cierto? Vaggie fue la primera en sospechar y le dijo sus preocupaciones a Charlie pero ella, quien siempre le veía lo bueno a todo, no le dio importancia y dijo que confiaran en él, jamás les a hecho nada malo. Caminaron un par de kilómetros hasta otra casa abandona y recién ahí el de ojos rubí le dio la autorización de descansar.

-Para ser el primer día lo hemos hecho buen—sonrió. No se le veía cansado ni molesto, ni nada, en su rostro solo había una gran sonrisa.

-Muy buen—le secundaba la rubia quien también estaba muy feliz. Vaggie no quiso responder, sentía todas sus alarmas disparadas ¿Cómo sabía de estos lugares? ¿Los tenía preparados desde antes? ¿Quién mierda era Alastor? Se acurruco en una esquina junto a Charlie y descanso con un ojo cerrado y otro abierto por cualquier cosa. Anthony estaba cansado pero muy feliz, no cabía en sí de que por fin era libre y tendría el resto de su vida para compartirla junto con Alastor. Se pusieron un poco alejados, en otra habitación y se besaron intensamente celebrando el triunfo de su plan.

-No puedo creerlo sonrisas—su respiración está agitada, sus mejillas sonrojadas.

-Te dije que todo saldría bien—se volvieron a besar con pasión, la excitación del momento, más el placer acumulado hicieron mella en sus cuerpos. Nada del exterior les importaba, habían creado una burbuja, su propio mundo donde solo existían los dos. Se tocaban con salvajismo, se desgarraban las ropas con desesperación, Alastor se había vuelto adicto al sabor ferroso que tenía la sangre carmín del contrario, a la piel expuesta, al aroma suave, a los cabellos sedosos, a los ojos llorosos y a la boca traviesa, necesitaba siempre más y más, si fuera por el, viviría unido junto a Anthony, viviría probando una y otra vez aquellos glúteos, aquel cuello y escuchando los gemidos que salían de su adorable boca ¿Se había vuelto loco? De un momento a otro, paró lo que estaba haciendo, miro hacia la esquina más oscura y ahí estaba aquel demonio de cabellos de sangre, mirando la escena con una sonrisa psicópata, mostrando sus grandes colmillos color mostaza. Asentía con la cabeza, aprobando cada uno de sus movimientos y eso dejo tranquilo a Alastor. Era aprobado, pronto la recompensa vendría y el demonio lo sabía. Siguió besando y acariciando a Anthony sin pudor alguno, le excitaba la mirada penetrante del pelirrojo.

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