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Suzuka
Arqueó una ceja cuando el automóvil que lo traía desde el aeropuerto lo dejó frente al hotel y llevaron sus maletas al interior. No era un lugar demasiado lujoso como el que su trabajo acostumbraba a proveerle, pero no iba a quejarse aunque quisiera.
Entonces ahí estaba, en una ciudad que no era realmente su favorita para recorrer aquel país, mas sintiéndose ansioso por volver a ver al piloto; dispuesto a acompañarlo en ese horrible deporte del que no comprendía demasiado, sólo por poder disfrutar una vez más de su compañía.
Habían hablado constantemente durante ese último mes en el que Jungkook seguía viajando para correr en los circuitos, pero compatibilizar sus tiempos entre aquello se había vuelto difícil. Así que cuando el piloto había insinuado que, tal vez, sería una buena idea el ir juntos a su siguiente carrera, lo primero que hizo fue rogarle a Hoseok que liberase su agenda por unos días para poder acompañar al pelinegro.
Su mánager había revoleado sus ojos ante la emoción que el castaño demostraba y luego, fue incapaz de contener su risa, por completo divertido, porque Taehyung no era dado a relacionarse demasiado con hombres como Jeon Jungkook; porque sí, el modelo se había encargado de hacer una completa revisión a su vida durante el tiempo que no estaban juntos y no podían culparlo por ello tampoco, mas su interés por el piloto era algo nuevo y Hoseok no se sintió capaz de negarle una oportunidad de confirmar si era eso lo que Taehyung deseaba para su vida.
La  idea de ir a Japón también era algo emocionante... Quizá podrían conocer Tokio y recorrer la ciudad juntos... Pero no tener idea alguna sobre la Fórmula 1 no era algo tan genial cuando ni siquiera conocías, tal como Taehyung en ese instante, que el circuito que debían correr se encontraba en Suzuka.
Suspiró profundo, acercándose a recepción apenas se encontró dentro del hotel. Sus manos se apoyaron con suavidad sobre la superficie, bajando sus anteojos de sol para hacer contacto directo con la chica frente a él, sonriéndole con amabilidad.
—Buenos días, bienvenido a Comfort Hotel Suzuka, ¿Tiene una reserva?
—Buenos días, sí. Tengo una reserva a nombre de Jeon Jungkook —dijo con calma, pese a que sintió sus mejillas arder ante lo que aquello implicaba, esperando que no hubiese sido demasiado notorio.
La chica sonrió, dedicando su atención a la pantalla frente a ella para buscar la reserva de Taehyung. El sonido de las teclas siendo presionadas parecía ayudarlo a ocultar sus propios latidos irregulares. Un par de minutos después, la recepcionista alzó su mirada con una sonrisa, deslizando la tarjeta sobre el mesón para entregársela, acompañándolo de un sobre en blanco.
—La habitación quinientos dos es la suya —dijo con total tranquilidad, sin perder su sonrisa—, y el Señor Jeon pidió que recibiera esto apenas llegase. Que disfrute su estadía. En un minuto vienen por su equipaje... Ah, y un vehículo vendrá por usted en unas horas para llevarlo al Circuito, está todo coordinado ya.
Confundido, tomó el sobre y la tarjeta del mesón, sonriendo con torpeza. —Uhm... Muchas gracias Esperó con calma al hombre que llegó por su equipaje, siguiéndolo luego hacia la habitación. Cuando al fin se encontró solo en el lugar, su mirada se fijó en la única cama de la habitación, sonriendo con diversión al ver los pétalos de rosa sobre las sábanas, porque podía imaginar la sonrisa llena de arrogancia en el rostro del pelinegro mientras pedía aquel detalle.
Rodó sus ojos, acercándose y dejando descansar su cuerpo con cuidado en el borde de la cama; abrió el sobre, sonriendo ampliamente al ir leyendo las líneas, suspirando luego ante las emociones que Jungkook era capaz de despertar en él con algo tan simple.
«No hay lujos ni es Tokio, pero voy a hacerte sentir como si fueses de la realeza.
Un idiota presumido.»
Le sorprendía que entre todas esas llamadas, Jungkook hubiese prestado atención a sus deseos por conocer ciertas ciudades, por lo que estaba por completo rendido a aquel detalle. Le aterraba un poco saber que el piloto era capaz de alzar sus ilusiones con esa facilidad, pero jamás se hubiese perdonado el no vivir aquello con libertad. La idea de cuestionarse luego qué hubiese sucedido no era su preferida, y Jungkook se encargaba de ir confirmando que probar aquellas emociones era algo que valía la pena.
Exhaló profundamente mirando a su alrededor; aún quedaban un par de horas para que la carrera de Jungkook comenzara, por lo que decidió gastar su tiempo en arreglarse. No podía ir como si se tratase de una fiesta, pero era primera vez desde Monza que podría verlo en persona, así que tampoco deseaba que su apariencia no lo deslumbrase.

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