Prólogo

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En una tarde donde la puesta del sol era visible. Desde los enormes ventanales de la cafetería los rayos de sol podían iluminar mi área laboral.

Eran mis últimas horas de trabajo como mesera, mientras iba y volvía atendiendo a clientes. Hasta que la campana de la puerta pudo sonar haciendo notar que otro de tantos clientes llegaba.

Justo a tiempo había terminado de servirles a una pareja sentada me dió tiempo para llevarle la carta a aquel chico que se sentó en la mesa más cercana a uno de los ventanales, pero su actitud me hizo desear que mis horas de trabajo acaben.

Él ni siquiera se detuvo a ver el menú y ya me detuvo.

-Nena, quiero un café. -Suspiró pesadamente.- Qué sea rápido.

Claro, un café. ¿Para llevar o para disfrutarlo aquí - preguntó, tomando nota

Noté que estaba sintinedose aún más molesto, levantó la voz y dijo con brusquedad, -¡Quiero un café aquí, ¿está bien?!

-Por supuesto, un café aquí.- Mientras anotaba en mi libreta decidí preguntar. -¿Y qué tipo de café prefieres? Tenemos americano, latte, espresso, lagrima...

Antes de que pudiera terminar, él totalmente sacado de quicio, me miró con desdén y me trató de inútil.

-Solo un simple café, ¿entendido? ¿O es eso demasiado complicado para ti?

-Entendido, un café simple, o sea... Americano, Enseguida se lo traigo.

Me retire un poco incómoda por el trato de aquél chico, mientras una de mis compañeras hizo el café

Mientras esperaba en la barra a que mi compañera preparara el café, no podía evitar sentirme molesta por la actitud de aquel chico. Pero algo en mí me decía que tal vez estaba teniendo un día tan malo como el mío, si no peor. No me justificaba su trato, pero decidí darle el beneficio de la duda.

Cuando por fin tuve el café en la bandeja, lo llevé a la mesa del chico. Dejé la taza frente a él con una sonrisa forzada y tratando de mantener mi profesionalismo.

-Aquí tienes tu café, un americano, como lo pediste. ¿Necesitas algo más?

Él, sin mirarme, asintió bruscamente. Tomó la taza con cierta rudeza y dio un sorbo. Parecía perdido en sus pensamientos, y no podía evitar notar la tensión en su rostro.

Fue entonces cuando noté algo en su mano, una púa de guitarra con el logo de la banda "Pentakill". Algo dentro de mí hizo clic al reconocer ese emblema. No pude evitar señalarlo.

-¿Esa es una púa de Pentakill? ¿Eres fan de la banda?

Él finalmente alzó la mirada para mirarme con sorpresa. Su ceño fruncido pareció suavizarse un poco mientras asentía.

-Sí, soy fan de Pentakill. ¿Tú también?

Asentí con entusiasmo, olvidando por un momento su trato anterior.

-¡Sí! Me encanta su música. De hecho, tengo un collar con el mismo logo. Lo llevo siempre. ¿Tú eres músico?

Una pequeña sonrisa apareció en su rostro, y pareció relajarse un poco.

-Si... De hace mucho, de hecho estoy ahora en una banda, "Heartsteel". Hace poco grabamos nuestro primer sencillo. Es un gusto conocerte... Tú...

La conversación había dado un giro inesperado, y aunque nuestro primer encuentro fue todo menos amigable, ahora estábamos conectando a través de la música. Sonreí y respondí.

-Oh... Yo soy T/n, y es un placer conocerte también. A pesar de nuestro inicio un poco áspero...

Me detuve sintiendo vergüenza de preguntar por su nombre pero podía sentir que algo especial estaba surgiendo en ese momento, algo que iba más allá de la apariencia ruda de este chico. Tal vez, en ese café tranquilo con la puesta de sol como testigo.

él con una mirada más amigable y notando mi timidez un brillo de interés en sus ojos, respondió con una sonrisa.

-Me llamo Kayn, belleza. Y sí, es cierto que no tuvimos el mejor comienzo, pero parece que compartimos algo en común que podría ser interesante.

La forma en que se dirigió a mí como "belleza" hizo que mi corazón diera un pequeño vuelco. Quizás había algo más detrás de su fachada ruda. Después de un breve intercambio de palabras, me vi obligada a volver a atender a otros clientes.

Mientras recogía pedidos y llevaba platos de un lado a otro, no podía dejar de pensar en Kayn. A medida que pasaba por su mesa para atender a otros clientes, aproveché la oportunidad y dejé una servilleta doblada con mi número de teléfono anotado discretamente.

Esperaba que esta pequeña nota fuera el comienzo de una amistad, o quién sabe, tal vez algo más. La tarde seguía avanzando, pero el brillo de la puesta de sol a través de los ventanales y la posibilidad de un nuevo capítulo en mi vida me llenaron de emoción.

Kayn Heartsteel x Lectora "Amor sinfónico"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora