"¡Odio el quidditch!" Ella gritó enfadada. Oliver le levantó una ceja.
"¡Y también te odio!"
"Ahora, te arrepentirás de haber dicho eso Lilah porque soy un guardián"
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Delilah Rose, hija del prodigio del Quidditch Artemis Rose y jefa del con...
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Delilah solía pasar su tiempo en la sala común de Hufflepuff con Jesse a su lado mientras le hablaba sobre sus padres.
No habían enviado ninguna carta ni respondido a ninguna de las suyas. No había tenido contacto con su hermano y la clase de adivinación le trastornó la mente.
Su única interacción con su familia fue a través de la profesora McGonagall y fue bastante vaga al respecto.
Fue una de esas noches que Jesse y Delilah estaban hablando. "Creo que se lo voy a decir a Clarissa".
La niña se animó. "¿¡En serio!?", dijo con una sonrisa.
"Debería decírselo antes de que busque a otra persona. Al menos tendré una oportunidad".
"¡Sí! Más vale tarde que nunca"
"¡¿Tarde!?"
"Te ha gustado desde el primer año, confesarlo a mitad del cuarto año hace que sea tarde".
"Punto".
"¿Cuándo se lo vas a decir?" Ella le preguntó y él se miró los pies.
"No estoy seguro, pero definitivamente antes de que termine el cuarto año".
Antes de que Delilah pudiera responder a su declaración, Connor entró a la sala común.
"¡Connor! ¡Jesse se lo va a decir a Clarissa!" Delilah le dijo emocionada a su amigo quien puso una expresión idéntica en su rostro.
"¡Por fin!" exclamó el chico de Hufflepuff.
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Cuando Delilah se dirigía a la sala común de Gryffindor, Oliver la siguió.
"Hola Ivy" Oliver estaba bastante alegre.
"Wood", refunfuñó.
"Se acerca Ravenclaw versus Gryffindor. ¿A quién vas a apoyar?" Él movió las cejas.
"Ninguno. No voy a ir al partido", puso los ojos en blanco.
Era después del toque de queda y los dos deambulaban por los pasillos sin ninguna preocupación en el mundo. Los dos estaban a punto de subir las escaleras para llegar al retrato de la señora gorda cuando escucharon a alguien gritar.
"¡Estudiantes fuera de la cama!", Argus Filch se acercaba a la sala común con paso rápido y rostro severo.
Delilah y Oliver entraron en pánico. El cuidador estaba a la vuelta de la esquina, pero no había manera de que pudieran subir las escaleras y entrar a la sala común a tiempo.
Con pensamiento rápido o sin pensar en absoluto, Delilah llevó a Oliver al armario de escobas más cercano.
"Lumos" Delilah encendió su varita para darles algo de luz a los dos. Sus cuerpos estaban presionados uno frente al otro y contra las dos pequeñas paredes del armario.
